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Alcantarillas convertidas en amenaza para la seguridad vial en Hermosillo

Por Iván Ballesteros Rojo/

Están por toda la ciudad y se disfrazan como los baches: imposibles de ver y evadir. Para que la autoridad municipal responda por daños, debes seguir un complejo procedimiento burocrático

Hace un par de semanas, este reportero estrelló una de las llantas de su automóvil, desbaratando el neumático, en el pronunciado borde asfáltico de una alcantarilla ubicada en Calle Revolución casi esquina con Bulevar Luis Encinas, a un lado del viejo molino La fama. Por más que parezca mentira, esa misma noche otro conductor había caído en la misma trampa y se encontraba en la gasolinera que está a unos metros del lugar antes citado, esperando que alguien le prestara un gato y una cruceta: a él también se le había arruinado una de sus llantas. Preguntando el vigilante de la gasolinera, el viejo guardia nos comentó a los dos ponchados: “Casi todas las noches llegan carros aquí con la misma bronca”.

Mi llanta no tenía más de dos meses de haber sido comprada, por lo que pensé en la garantía correspondiente. Nunca encontré la factura de la compra. Acudí a la jefatura centro porque me dijeron que el Ayuntamiento hace rembolsos cuando compruebas que por el mal estado de una calle, se te ha estropeado alguna pieza de tu automóvil. Allí, un triste policía me informó que lo que tenía que haber hecho, era llamar al 066 para que un oficial acudiera al lugar y diera fe del accidente, y del hoyo que lo causó. Y que después de se abriría un proceso en la Contraloría Municipal para el reembolso por el costo de mi llanta. Y aquí volvemos al principio. Dicho reembolso, después del proceso de averiguaciones, se pagaría con la factura del neumático.

En Hermosillo pareciera que la colocación de alcantarillas tiene que llevar ese borde, peligroso en dos sentidos: puede causar accidentes al sacarles la vuelta y puede estropear, además de las llantas de los carros, los amortiguadores y demás piezas sensibles a esa clase de golpes.

Alcantarillas“Primera Plana” hizo un recorrido por la calle Sufragio Efectivo hasta el lugar donde este reportero se quedó sin llanta. El punto de partida podría ser cualquiera en la ciudad, pero hemos decidido arrancar desde la escuela secundaría # 24, sobre el Bulevar Rosales. La primer alcantarilla, con su respectivo borde peligroso, se encontró junto al llegar a la calle Sufragio Efectivo, y la segunda, a unos metros, casi llegando a las oficinas del El imparcial. Por las noches dichos bordes son imposibles de percibir, aún con las luces altas activadas, ya que el primero está por un lugar por el que tienes que pasar si darás vuelta, y el otro al inicio de la Sufragio Efectivo. Seguramente miles de hermosillenses han caído en estos dos primeros homenajes a los bordes asfálticos.

Para llegar la tercera alcantarilla peligrosa, no tuvo que pasar mucho. Esta fue localizada ya sobre la calle Revolución casi frente a la Capilla del Carmen, y a contra esquina del Parque Madero. Se trata de un ejemplar maravilloso. Los bordes son enormes y podrían acabar, inclusive, con las llantas de un dompe minero. Los autos tienen que esquivar este potente obstáculo:

Solo tienen que pasar unos cuatro metros para toparse con otra alcantarilla, cuyos bordes no son tan extravagantes como la anterior. Casi nos acercamos al punto de partida de esta crónica accidentada. Han pasado dos semanas y allí está, orgulloso, soberano, aquel agujero en el suelo. Aquella alcantarilla destructora de neumáticos.

En la Ciudad del Sol la construcción, o habilitación de las calles, es de lo más surrealista. Cuando no se llenan de bordos que hacen saltar por los aires los automóviles, están llenas de baches o topes que impiden descuidarse un ápice del objetivo: llegar a casa completo. Pero la colocación de alcantarillas es un misterio. ¿No hay otra manera de dejarlas accesibles sin que representen un riesgo para los automovilistas? En Hermosillo pareciera que no.

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