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Arte buchón y minimalista

“Para hacer arte no necesitas virtud o facilidad… necesitas fe”: Lucía Oceguera

Por Emilio Martínez

Lucía Oceguera, una artista mexicana nacida en Culiacán, Sinaloa en 1983, inició sus estudios en comunicación y posteriormente se enfocó en los estudios artísticos. Continuó su formación con una maestría en Bellas Artes en el Pratt Institute de Nueva York, y realizó diplomados en postproducción de video y diseño gráfico. Después de graduarse, regresó a México para montar un pequeño estudio en la colonia Roma y trabajar desde allí.

La artista visual Lucía Oceguera Espinosa de los Monteros, mantiene su exposición en Museo Musas.

Considerada una artista joven y experimental, Oceguera utiliza una variedad de medios para crear sus obras, incluyendo el bordado y la pintura en óleo para intervenir videos y fotografías de casi todo tipo. La artista encuentra inspiración en todas partes, buscando los pequeños detalles que observa en la calle o en cualquier momento. Utiliza su celular como herramienta para capturar cualquier imagen que se le presente al instante. A través de sus intervenciones, Oceguera nos conecta con su complejo y diverso mundo mientras nos lleva de la mano en su trayectoria por encontrar un nuevo e innovador camino artístico lleno de percepciones interconectadas y visiones únicas.

Su primera exposición individual como artista fue en la galería “Vox Populi” en Filadelfia. La obra de Oceguera es considerada como una propuesta innovadora y arriesgada en el ámbito del arte contemporáneo.

Siendo coherente con sus ideales, Oceguera trabaja con los materiales que se encuentra en el camino, convencida de que los objetos tienen una personalidad propia que se ve modificada al ser intervenidos, hizo serigrafía las imágenes y las intervino con bordados de distintos colores para resaltar las frases capturadas originalmente en baja resolución y darles el toque humano manual y personalizado que la caracteriza.

Lucía creció en Culiacán, rodeada de hermanas y bling: escuela del Opus Dei, ceja delgada, clases de actividades femeninas, delineador oscuro, playeras de BEBE con diamantes y jeans con estampados de Versace.

De lo anterior uno de sus conceptos más llamativos, primero siendo su usuario de Instagram, de Buchona Minimal. “Es una broma, no se puede ser buchona y minimal al mismo tiempo”. Sin embargo, es justo ahí, entre lo exagerado y lo elemental, que su obra se desenvuelve.

Las primeras piezas de Lucía fueron unas placas de cemento con diamantes incrustados en forma de constelación; una depuración del afán norteño por el atasque brillante. Lucía trabaja a partir de encontrar y traducir metáforas; de un objeto azarosamente colocado junto otro nace una idea, misma que reconoce, atrapa y aterriza. Menciona varias veces que quiere cambiarle el destino a las cosas; que visualiza el punto de vista de los objetos que guarda.

Esta primera exploración a lo Buchona Minimal, explora estas contradicciones, estas puestas en confrontación inherentes a su trabajo y al concepto. Creando los Buchollages titulados FALSOS ORIGINALES, consistentes de calcomanías de la marca Louis Vuitton intervenidos, pintura acrílica y trozos de bisutería sobre papel Canson. Una aproximación al buchonismo desde la mirada de estetizarlo en el minimalismo, contradictoriamente y por su carácter buchón, son obras abigarradas casi maximalistas en tanto que no se especializan en un objeto, más en un collage de distintos objetos, texturas, marcas y adornos. La exposición “Tengo, luego existo”, permanece en exhibición en museo MUSAS en Hermosillo.

“Mi proceso casi siempre empieza a partir de ponerme a limpiar; parto de lo anecdótico, una piedrita, un anillo, algo que lleva mucho tiempo a mi lado. En ese proceso de ordenar termina una cosa a lado de otra y algo pasa, una idea surge; también son cosas que no puedo forzar, no me puedo poner a trabajar así nada más; por lo mismo luego me cuesta trabajo tener continuidad. Tengo que esperar a que me llegue una ideas, por ejemplo Los “trofeos relativistas” pequeñas maquetas con objetos variopintos: un mini pizarrón, una mini coca-cola coreana, imágenes de manos apuntando entre sí, elijo los objetos a partir de buscar “relativismo” en Google Images. Cada maqueta tiene su propia lupa; la invitación para estudiar seriamente el absurdo me hace reír. Hay una ligereza en acomodo y ejecuto este trabajo, aun cuando aborda temáticas pesadas”. Parte de su proceso consiste en encontrar la manera de producir sus piezas, un reto que a menudo conlleva un camino serpentoso y sorprendente.

La artista mexicana considera que existe mucho nuevo talento en el país y que deberíamos lograr una sociedad más inclusiva, con más oportunidades para que los artistas en desarrollo puedan seguir creciendo.

También cree importante utilizar las herramientas que forman parte de nuestro día a día —como los celulares— que nos facilitan la inmediatez con la que se pueden capturar futuras obras, esto claro, sin dejar de lado la labor artesanal.

“Yo daba visitas guiadas y la respuesta de las personas al trabajo, especialmente las chavas de secundaria, era mucho más cercana al discurso que quería transmitir. Entendían el gesto de reducir y sofisticar los materiales de su cotidianidad. Les volaba la cabeza entender que eso era arte. Para hacer arte no necesitas virtud o facilidad… necesitas fe”. Es importante para ella integrar los métodos tradicionales con las nuevas posibilidades que la tecnología nos ofrece.