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Depresión, una patología que va en aumento

Se caracteriza por un sentimiento de tristeza y desanimo intenso: una pérdida de interés por las cosas y una incapacidad para disfrutar lo que antes producía satisfacción, acompañado de una sensación permanente de fatiga

Por Redacción

Es un hecho: el ritmo de vida actual, y la pandemia han producido un incremento considerable en el caos de depresión, y las perspectivas del futuro no son alentadoras: de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad será la causa principal de discapacidad en todo el mundo, superada por las patologías cardiovasculares.

Es una enfermedad infravalorada a pesar de ser un trastorno muy extendido, uno de cada cinco afectados oculta su depresión, el motivo, según los especialistas es que se sienten estigmatizados debido a la falta de apoyo y comunicación que reciben de la sociedad

Hace más de 35 años la depresión se consideraba una debilidad de carácter, y ahora la mayor parte de la población es consciente de que se trata de una enfermedad susceptible de tratamiento. El estigma ha disminuido sustancialmente, pero aún hay que seguir trabajando para que desaparezca del todo.

La represión e inhibición de la expresión emocional se encuentran como primera causa de muchos de nuestros trastornos orgánicos o de las enfermedades psicosomáticas.

No expresamos lo que sentimos para no vernos rechazados, abandonados o marginados. Estamos viviendo una encrucijada emocional a la interface que abarca las cuatro emociones básicas; miedo, tristeza, rabia y alegría. Estas cuatro emociones son mecanismos adaptativos de supervivencia y es importante que aprendamos a descifrar el lenguaje que nos acompaña en toda emoción.

El miedo nos habla de la prudencia, la tristeza de una pérdida, la rabia nos ayuda a recuperar el terreno perdido, la alegría es doble cuando es compartida. Toda emoción en sí misma no es buena ni mala: Si las vivimos nos equilibran, si las reprimimos, el miedo se transforma en ansiedad crónica, la tristeza aguda en depresión, la rabia en violencia destructiva (a veces de guante blanco por el que ostenta el poder) y la alegría en euforia desmedida sin tocar tierra.

La enfermedad física, con frecuencia es una vía de drenaje, liberación o expulsión del bloqueo psicoemocional. A veces la enfermedad nos sacude, nos saca de nuestro estado de comodidad y nos hace reaccionar.

La depresión se caracteriza por un sentimiento de tristeza y desanimo intenso: una pérdida de interés por las cosas y una incapacidad para disfrutar de aquello que antes producía satisfacción, acompañados de una sensación permanente de fatiga o cansancio (cualquier tarea supone un gran esfuerzo). Estos problemas se pueden convertir en crónicos o recurrentes (15-20%) de los casos y pueden llegar a impedir el desarrollo normal de las actividades diarias o, en el peor de los casos, de cualquier acción cotidiana. En cuanto a las causas, hay varios estudios que muestran un componente genético en la depresión pero el hecho de que dé más en los países desarrollados se explicaría por la excesiva preocupación por las posesiones externas y la pérdida de las relaciones afectivas. Además puede aparecer en determinadas etapas de la vida, como la juventud, antes de la jubilación, el divorcio o la viudez.

En la depresión es importante considerar el factor hereditario.

La información de los genes

Tenemos muchos genes heredados de nuestros antepasados, y muchas de nuestras predisposiciones son claramente hereditarias. De ahí que haya personas cuyo cerebro las haga vulnerables a la depresión, igual que otras lo son el cansancio, infecciones etc.

La influencia social

También existe una herencia que, si bien no es genética en el sentido biológico, sí lo es en el social o psicológico: se trata de los “menes” o pautas mentales, es decir información que nos transmite el cerebro sobre el modo de comportarnos. Por eso resulta posible que una persona neurológicamente vulnerable a la depresión consiga organizarse y desarrollar su personalidad, su sistema nervioso y nunca la padezca.

Ojo con estos síntomas

Poca motivación: En la depresión se produce una pérdida de ganas de hacer cosas y de interés por actividades que antes resultaban estimulantes.

Cambios físicos: La persona se mueve más despacio, tienen menos ganas de hablar y no siente ganas de comer (aunque en el 20% de los casos puede darse el caso contrario), también se produce una pérdida del libido.

Sueño alterado: Un síntoma muy característico es el acortamiento de las horas de sueño: el deprimido se puede despertar muy temprano y ya no volver a conciliar el sueño o, por el contrario pasar toda la noche en un sueño incómodo, difícil e incompleto y quedarse profundamente dormido a primera hora de la mañana siendo incapaz de levantarse.

Torpeza mental: Dificultad para tomar decisiones y para entender determinadas situaciones; problemas de atención, concentración…son  síntomas de depresión.

Pena y tristeza: La falta de alegría que se va intensificando hasta convertirse en una auténtica pena y tristeza es uno de los síntomas más comunes, llamativos y alarmantes. Sin embargo, no es el más importante e, incluso hay cuadros depresivos en los que ni siquiera aparece.

Actualmente existes tratamientos bastante eficaces para el alivio de los síntomas depresivos, y también para conseguir la prevención de las recaídas. Éstos, que ofrecen tan buenos resultados, incluyen la administración de fármacos como la necesidad de recibir psicoterapia.