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Discriminación en el deporte paralímpico; Codeson y Conade sistemáticamente les ponen “trabas”, denuncia Rebeca Valenzuela

Por Rigo Gutiérrez E./

La campeona en lanzamiento de bala y jabalina, señala que los atletas con discapacidad no reciben el mismo trato; hace un año no le llega su beca, no los apoyan para ir a competencias

Rebeca Valenzuela desde pequeña ha sido muy inquieta. Le gusta el futbol, flag, natación. Lanza la jabalina con tal fuerza y precisión que pareciera deslizar una suave flecha entre sus brazos hasta recorrer más de 30 metros. A todas sus actividades le aplica una alta dosis de fe, alegría, disciplina y pasión. Lo transmite la profunda mirada de sus ojos negros. Y así, no tiene empacho en denunciar ser víctima de discriminación por las autoridades del deporte local y nacional.

Desde hace diez años es atleta de alto rendimiento. En su trayectoria ha llegado acumular más de 100 medallas en diversas justas regionales, nacionales e internacionales. Las dos de oro más recientes las obtuvo hace apenas dos semanas en la Paralimpiada Nacional de Yucatán, con lanzamiento de bala y jabalina, sus áreas de competencia.

Semanas antes, había sido convocada para participar en el “Grand Prix” de Berlín, Alemania —competencia cumbre de atletas paralímpicos—, sin embargo, una vez estando allá, la Federación del Deporte para Ciegos en México nunca la registró por “equivocación”, según le justificó Hilario Ávila, responsable de los trámites ante el Comité Paralímpico Internacional.

Actitudes como la anterior siempre han sido la constante en su carrera deportiva, afirma la campeona paralímpica en entrevista para Primera Plana. A pregunta expresa de si se siente discriminada responde sin cortapisa que sí.

Discriminada por verse “normal”

“Hay discriminación, porque el deporte paralímpico no vende. A mí me ven normal porque no tengo una discapacidad motriz, porque estoy completa, pero en el mundo paralímpico hay personas amputadas, sin completa movilidad, que apenas pueden hablar. Y eso no vende, por eso no le dan la misma cobertura en los medios. Desde ahí hay discriminación”.

La campeona paralímpica y su mamá Maggi Álvarez. Su familia, un respaldo en todo momento.  
La campeona paralímpica y su mamá Maggi Álvarez. Su familia, un respaldo en todo momento.

Rebeca, ha sido sometida a cinco cirugías máximas en sus ojos. De niña, tenía estrabismo severo —sus ojos prácticamente quedaban en blanco—. Los médicos especialistas del Hospital Infantil del Estado de Sonora determinaron realizar las intervenciones, intentando centrar su vista hacia frente. Cortaron y removieron músculos y nervios del órgano ocular. Al final lo lograron, pero dichas cirugías provocaron redujera la vista periférica, es decir su campo visual es en corto, hacia adelante y sin enfocar muy bien.

En este sentido, la categoría de competencia deportiva es como “débil visual”, un padecimiento que para comprobar se requieren de estudios como los electrorretinogramas. Recientemente, el International Paralympic Committee (IPC), certificó su discapacidad, luego de una serie de pruebas a las que fue sometida en la ciudad de Mesa, Arizona. Aún así, continúa enfrentándose a las críticas de las mismas autoridades del deporte nacional.

Limitan sus recursos    

Pero las diferencias no termina en la simple “apariencia”, sino que los recursos económicos para estos atletas son limitados, a pesar de aportar más preseas al medallero en comparación al deporte “normal”. En este sentido abunda la estudiante de Administración Pública en la Universidad de Sonora, hay un grupo al cual le ofrecen todas las facilidades, son deportistas becados por la Comisión Nacional del Deporte, a través del fideicomiso Compromiso Integral de México con sus Atletas (CIMA).

“En cuestión de incentivos es terrible, CIMA beca a las medallas de juegos olímpicos y paralímpicos, les da 70 mil pesos al mes y les provee de recursos si van a competencias como a Japón o donde sean”.

Este último asunto, indigna a Rebeca, pues para cada una de sus participaciones fuera de la entidad —como gran parte de sus compañeros—, debe pasar por organizar rifas, tamalizas y coperachas.

En este sentido, la atleta ubicada en tercer lugar mundial en lanzamiento de bala por IPC, narra cómo el gobierno de Sonora los limita y hasta presiona. Recuerda que al pedir apoyo al titular del deporte en Sonora, Vicente Sagrestano les sugiere hacer cooperación con sus tíos, pedirles 200 pesos a cada uno. O también una ocasión que les dijo tomaran “como reto” viajar en una camioneta hasta Yucatán para ir a una competencia. O la beca deportiva, la cual no le ha llegado desde febrero de 2013.

Aún así nada la detiene. Cada que sale a competir, Valenzuela se enfunda su playera verde, portando con orgullo los colores nacionales en el pecho. “No pienso tirar la toalla, todavía no”, sostiene sonriente.

El sueño olímpico  

Por lo pronto sus entrenamientos continúan y no baja en su actividad. Tan sólo terminar la entrevista, adelantaba que al día siguiente saldría a participar en una “Universiada” en Mexicali, Baja California, representando a su alma mater.

Rápidamente Rebeca nos muestra un video de su participación en las Paralimpiadas de Londres 2012 —ahí logró cuarto lugar—. Por unos segundos pareciera transportarse al interior de la pantalla en medio del silencio en el gran domo londinense. Observa volar la jabalina y al caer estallan los aplausos. Su objetivo ahora está fijo en Río 2016.

“Me estoy preparando, quiero por lo menos dos ciclos olímpicos más, pero no voy a tirar la toalla hasta que gane una medalla olímpica”, confiesa.

Consciente de que cada competencia se vuelve una osadía y debe remar contracorriente, Rebeca mantiene esa determinación en su mirada.