Principales

VÓRTICE | El aborto y el infanticidio son Crímenes abominables

En muchos casos es una experiencia traumática que puede provocar, además de las físicas, secuelas psicológicas severas cuando la mujer (o la niña) que ha abortado toma conciencia de la verdadera naturaleza de su acto

Por Dr. Jorge Ballesteros

La vida física, por la que se inicia el itinerario humano en el mundo, constituye el valor “fundamental”, porque sobre la vida física se apoyan y se desarrollan todos los demás valores de la persona.

La decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un fin bueno. Cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos los demás en el derecho a la vida

Cuando hablamos de aborto, sólo se toma en cuenta el derecho de una de las dos partes; cuando en realidad hay una persona en acto desde el momento mismo de la concepción, que se está gestando dentro del vientre. Aunque no tenga la capacidad de expresarse, de opinar y de razonar, este feto tiene todo el derecho de tener un desarrollo normal y finalmente ser parte de este mundo.

Se considera aborto la muerte del feto mediante su destrucción mientras depende del claustro materno o por su expulsión prematuramente provocada para que muera, tanto si no es viable como si lo es.

En el lenguaje corriente, aborto es la muerte del feto por su expulsión, natural o provocada, en cualquier momento de su vida intrauterino.

La vida inicia desde el momento de la concepción, dando origen y creando las condiciones necesarias, en cualquier momento que se vea interrumpido este desarrollo se da muerte a una persona.

Ciertamente podemos afirmar que un ser humano es el fruto de la concepción en sus primeras fases de desarrollo. Desde que se produce la fecundación mediante la unión del espermatozoide con el óvulo, surge un nuevo ser humano distinto de todos los que han existido, existen y existirán. En ese momento se inicia un proceso vital esencialmente nuevo y diferente a los del espermatozoide y del óvulo, que tiene ya esperanza de vida en plenitud.

Estas conclusiones de la ciencia sobre el embrión humano ofrecen una indicación para poder reconocer racionalmente una presencia personal, desde este primer surgir de la vida humana.

Desde ese primer instante, la vida del nuevo ser merece respeto y protección, porque el desarrollo humano es un continuo en el que no hay saltos cualitativos, sino la progresiva realización de ese destino personal. Todo intento de distinguir entre el no nacido y el nacido en relación con su condición humana carece de fundamento.

Muchas de las razones para abortar aducidas por las mujeres son, la falta de dinero, el tener una prole numerosa, el ser menor de edad, el estar estudiando, el interferir con su vida profesional, el no estar casada, el querer disfrutar su vida, la falta de planeación, la violación, etc. Puede haber muchas razones más, algunas serán juzgadas otra

Según la Asociación Norteamericana de Psiquiatría estos son algunos efectos del síndrome post-aborto: depresión, hostilidad, desinterés y aislamiento.

s no; pero lo que sí sabemos es que la vida es y será siempre lo más importante, donde el derecho de nacer no debe ser coartado

El aborto no es un derecho, el derecho a la vida si lo es. Toda mujer tiene derecho a recibir una educación sexual adecuada. Tiene derecho a recibir información sobre las alternativas. Tiene derecho a recibir asistencia psicológica y sanitaria. Tiene derecho a recibir ayuda económica. Pero ninguna tiene derecho a matar una vida. Aunque viva dentro de su cuerpo. Es esa vida la que tiene derecho a ser protegida.

El aborto es, en muchos casos, una experiencia traumática que puede provocar, además de las físicas, secuelas psicológicas severas cuando la mujer (o la niña) que ha abortado toma conciencia de la verdadera naturaleza de su acto, el darse cuenta de que ha asesinado a su propio hijo.

Los aspectos psicológicos de este Síndrome Post-Aborto, según la Asociación Norteamericana de Psiquiatría son: la

depresión, la hostilidad, el desinterés y aislamiento, las imágenes recurrentes, el insomnio y pesadillas, y la incapacidad de expresar sentimientos.

Otros estudios muestran un alto índice de intentos suicidas, de alcoholismo, bulimia y anorexia, frigidez y ruptura de relaciones de pareja (un 70% en el primer año después del aborto), de maltrato doméstico y autolesiones, de incapacidad de concentración, agotamiento y nerviosismo.

En un estudio realizado por la Dra. Anne Speckhard arrojó los siguientes datos de mujeres que habían abortado:

– El 35% pensó que su hijo abortado había venido a verlas,

– El 54% tuvo pesadillas relacionadas con el aborto,

– El 69% experimentó síntomas de locura,

– El 73% recordaba a menudo la experiencia,

– El 81% mostró preocupación por el bebé abortado,

– El 61% aumentó el consumo de alcohol,

– El 65% tuvo pensamientos suicidas,

– El 69% tuvo problemas sexuales,

– El 81% lloraba con frecuencia,

– El 77% experimentó incapacidad para comunicarse.

Asimismo, el Dr. Ford, en un estudio a 40 mujeres que solicitaron un aborto, encontró que un 80% tenían baja autoestima, un 97.5% depresión, un 82.5% ansiedad, un 77.5% insomnio, un 72.5% pérdida de la libido, un 55% ideas de suicidio y un 45%  sufría anorexia. Otro estudio, de la Universidad de Baltimore (EE.UU.), descubría que un 64% de las mujeres que habían abortado fueron posteriormente ingresadas en hospitales psiquiátricos, y la Real Academia de Obstetricia de Inglaterra anunció que las probabilidades de problemas psiquiátricos graves y permanentes después de un aborto alcanzaban al 59% de las madres (pues aunque aborte, la mujer sigue sintiéndose “madre”).

El síndrome post aborto en el hombre, un aspecto aún más ignorado y olvidado del ya de por sí censurado Síndrome Post-Aborto, es su incidencia en el hombre. Aunque a menudo el hombre es el responsable indirecto del aborto por no asumir la responsabilidad del hijo, también es cierto que cada vez es mayor el porcentaje de abortos entre parejas estables con uno o más hijos. En muchos casos, es la mujer quien decide, en contra de la voluntad del padre, abortar a su nuevo hijo. Las consecuencias psicológicas para el hombre son: sentimientos de frustración, vacío, culpabilidad y depresión. Ello lleva a un mayor número de problemas sexuales que van desde la impotencia hasta la promiscuidad. Muchas veces, la ansiedad lleva a poner fin a la relación y otras a perder el respeto a su mujer y a maltratarla verbal o físicamente, así como a los otros hijos.

Ante este panorama tan desolador de lo que significa el aborto para los padres que han sufrido esta terrible experiencia, podemos concluir que “Ninguna persona, bajo ninguna circunstancia puede decidir sobre la vida de otro, más aun cuando ese otro es el ser más indefenso y vulnerable de todos: el niño por nacer.

La vida desde su concepción debe ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables”.