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El arte como voz de las mujeres

Fernanda Galindo, cineasta hermosillense, con gran trayectoria y reconocimiento nacional e internacional.
Fernanda Galindo, cineasta hermosillense, con gran trayectoria y reconocimiento nacional e internacional.

“Ha sido importante para mí ir encontrando mi propia voz que como mujer fuerte, que toma decisiones. Me interesa que otras mujeres lo hagan. Hoy me interesa que las niñas lo hagan. Que crean y confíen en su propia voz y crean que su propia voz puede ser un verdadero potencial”

Por Emilio Martínez

Fernanda Galindo es una cineasta originaria de Hermosillo, Sonora. Ha dirigido varios cortometrajes documentales y se ha destacado por su estilo visual y narrativo. Galindo también ha sido reconocida con premios en diversos festivales de cine nacionales e internacionales, y su trabajo ha sido seleccionado en muestras de cine mexicano.

Comprometida con la exploración de temas sociales relevantes en México, como la violencia, la memoria y la identidad en sus cortometrajes (Somos Pequeñas, Bajo el Agua y Mirar Atrás) su carrera la ha apuntado como una de las mujeres del país destacadas con mayor proyección en la actualidad.

Buscando algo más allá del arte

Desde muy pequeña Fernanda tuve inquietudes artísticas. Sobre todo particularmente la danza y el canto. Recuerda con cariño que sus inicios fueron en la danza en la Casa de la Cultura de Hermosillo.

“Ahí fue más la creatividad en general, tenía que ver con un desarrollo artístico más relacionado con el cuerpo. La poesía fue como mi primer contacto con la literatura allá. Muchas de esas poesías se convertían en canciones que yo cantaba en algunas bandas independientes en las que estuve”.

Esto también la impulsó a decantarse por la literatura, estudió Lic. en Letras Españolas en Guanajuato. Posteriormente encontró en el cine otra forma de expresión, más allá de las palabras. Ahora, a través de las imágenes.

“Sentí que ese era un medio que me llevaba también a descubrir otros planos de la significación o de la expresión. Que llegaban un poquito más lejos, a veces con una sola imagen. De hecho los cineastas que más me gustaban, pues eran esos cineastas. Hoy que en los que prevalecía más la imagen sobre la palabra, como Tarkovsky y Bergman”.

Su formación más tarde en varios talleres de guion le abrió puertas a la realización cinematográfica en la Ciudad de México, donde fue escalando y posicionándose en producciones del cine independiente mexicano como Sangre de Amat Escalante.

Fernanda Galindo, cineasta hermosillense, con gran trayectoria y reconocimiento nacional e internacional.

Para especializarse más en esa rama que poco a poco se adentraba con mayor pasión, estudió una Maestría en Cine documental en Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC).

“Regresando yo quería filmar mis propias historias también. Tomé muchos talleres de guion, con Beatriz Novaro, que es una gran guionista, y firmo mi primer corto como directora. Empiezo ya hacer mis pininos como directora, que era lo que yo quería, contar mis propias historias, filmar mis propias historias”.

Construyendo en el desierto

Al tiempo volvió a estas desérticas tierras del norte. Fernanda reflexiona que la intención era formularse una vida más creativa desde aquí, desde el desierto.

“Hay mucho por explorar, hay mucho por hacer, mucho por construir. Puede ser desesperante pero que a la vez también te abre un mundo de posibilidades. Y como yo venía pues de haber viajado bastante, sentí que ese regreso era importante para mí. Hay algo que ocurre cuando salimos de nuestro lugar de origen y regresamos, siento que volvemos a mirar y podemos redescubrir, nuestra propia mirada”.

Revela que personalmente se creó una metáfora del desierto, como ese lugar donde está todo ahí, pero no es tan visible, donde está todo escondido. Viviendo en la Ciudad de México, sentía lo contrario. “Esto que nos enfrentamos muchos de los sonorenses que nos hemos ido a la Ciudad de México, que es probar nuestra fuerza, probar nuestra resistencia. Entonces eso me hizo fuerte y tanto que me hizo adquirir esa fuerza para mí misma para generar esa creatividad y generar esos proyectos, ya no para otros. No tanto para otros como para mí misma”.

Comenta que su regresó a Sonora significó empezar a conectar con las raíces tanto biográficas, la historia de su infancia, la relación con su padre, su propia historia. “Había escuchado relatos de los demás sobre mi infancia y como que yo no había escuchado. Ha dejado emerger mi propia voz. También la búsqueda de la voz propia”.

Arte como motor de cambio social 

Para Fernanda es muy importante que otras mujeres empujen a otras mujeres a ser directoras, realizadoras, son un punto de apoyo muy importante.

“Muchas mujeres son las que me han impulsado y busco hacer lo propio. Ha sido importante para mí ir encontrando mi propia voz que como mujer fuerte, que toma decisiones. Me interesa que otras mujeres lo hagan. Hoy me interesa que las niñas lo hagan. Que crean y confíen en su propia voz y crean que su propia voz puede ser un verdadero potencial”.

El arte, reconoce Fernanda, es un acto creativo que transforma las personas, por eso apuesta a que más allá de las posesiones materiales, nuestra comunidad adquiera un sentido de cohesión para cambiar todas esas cosas que nos agobian todos los días.

“La creatividad y la comunidad juntas son un potencial muy grande para combatir esa otra cosa que nomás beneficia a unos poquitos que son las grandes empresas. Baso mi vida en que en que eso es posible: en que podemos ir avanzando para que eso sea posible en esta tierra desértica, que cada vez haya se descubran más pozos ricos de creatividad y de común bienestar”.