GeneralHéctor Rodriguez Espinoza

El fantasma vasconcelista de la carne asada

Aniversario de la Casa de la Cultura. I parte.

Héctor Rodríguez Espinoza

Y es placentero, a pesar de la ingratitud que se siente por parte de las nuevas generaciones que nos gobiernan.

EVOCACIONES MEMORIOSAS.

AÑOS 1940s.

Siempre es placentero evocar los buenos momentos en el ejercicio de una polifacética profesión jurídica, que me llevó a incursionar en la entonces inédita carrera política cultural. Se trata de un Estado en el que, la cultura, se identificaba con nuestra barbarie por los primeros lugares nacionales en la carne asada más grande del mundo (la maldición de José Vasconcelos), el fanatismo octubrino por el beisbol y el insaciable consumo de cerveza; y la esclavitud literaria del último sitio en el hábito de la lectura y en el oficio de escritura.

La Universidad de Sonora, desde su fundación en 1942 hasta mediados de los 50s, era una “escuelota” secundaria y preparatoria adscritas donde cursé mis estudios en los períodos 1956-1959 y 1959-1961, respectivamente, para ingresar a la Escuela de Derecho, que cumplía ocho años de fundada por el culto rector Ing. Agrónomo Norberto Aguirre Palancares.

BREVES ANTECEDENTES

AÑO 1950

Hasta entonces, la única actividad de esa índole eran las sesiones mensuales, de un puñado de románticos, de la Sociedad Sonorense de Geografía y Estadística y las de la Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana, fundadas en 1956 por profesores de aquellas escuelas secundaria y preparatoria.

La Escuela de Derecho tenía apenas tres años de fundada y ya tenía la primera crisis de crecimiento, al irse a la UNAM 13 de sus 17 alumnos fundadores, por la falta de profesores para materias de 3° año en adelante y de una biblioteca digna, necesaria y suficiente, rompiendo el encanto de la luna de miel de su creación y con su director, Lic. Enrique E. Michel. (Mi libro Evocaciones de un Universitario, 2016).

AÑO 1960

La década de los sesenta transcurrió sin nada digno de recordarse en este ámbito. Sólo, intra muros de la Unison, la enseñanza y fines de cursos de música pianística y coral de Emiliana de Zubeldía y José Sosa Chávez, las giras de nuestra Banda de Música que dirigió el inolvidable Mayor Isauro E. Sánchez Pérez, las obras de teatro montadas por Alberto Estrella, las coreografías de la academia de danza de Martha Bracho en las ceremonias de graduación y las exposiciones de fin de cursos de la academia libre de pintura, de los profesores españoles Higinio Blat y su esposa.

AÑO 1970

Ya en los 70s nos reuníamos en la oficina del Prof. Luis López Álvarez.

Vivimos la crisis y caída del Gobernador Carlos A. Biebrich en octubre de 1973 y el arribo del sustituto, Lic. Alejandro Carrillo Marcor, amigo personal del Prof. Luis López Álvarez.

En una de las sesiones, Don Luis nos presentó la maqueta de lo que sería la Junta para el Progreso y Bienestar, de la que era su presidente y de la de la Casa de la Cultura, proyecto modernista asignado al Arq. Horacio Rubio Salcido.

La construcción estuvo siempre muy cuestionada, por el sitio de su edificación, el lecho del Río Sonora aguas abajo de la presa Abelardo L. Rodríguez, cuyas avenidas eran cíclicas inundando el área y por donde, los geólogos, ubicaban desde el antiguo vivero, una derivación de la Falla de Hermosillo.

Don Luis platicaba que, incluso, el Gobernador le había dicho «ni un ladrillo más a esa obra». Pero, terco, desobedeció y ordenó que siguiera.

Finalmente se concluyó y fue inaugurada el último día del mandato de Don Alejandro, 10 de octubre de 1979.

Para esto, durante la campaña del gobernador electo, Dr. Samuel Ocaña García, se realizaron entusiastas foros de consulta popular especializados sobre –por fin- un primer programa de cultura, en la sede de Fonapas, antiguo casino de Hermosillo hoy Fonoteca, organizados por un dramaturgo y director teatral, yucateco, Jorge Esma Bazán. Como era lo indicado y por méritos en campaña, los promotores de bellas artes (teatro, danza, pintura y literatura), encabezados por Esma, ocuparon el nuevo edificio, albergando además, desde entonces y hasta ahora, el Centro de Educación Artística del INBA, de nivel bachillerato.

Por la majestuosidad del edificio, la novedad de los talleres libres y atención al históricamente olvidado sur de la ciudad -siempre el “sur” olvidado, desde su apertura hasta abril de 1982, la Casa cumplía con su cometido.

La Casa fue sede y escenario de la exitosa IV Reunión de la República, con la asistencia del presidente José López Portillo, su esposa, el gabinete en pleno y los mandatarios del país.

Un acto solemne fue en el hoy desaparecido, desvencijado y ocultado monumento a Venustiano Carranza, donde el orador fue el Senador nogalense Jorge Díaz Serrano, caído después en desgracia, ¡preso 5 años!, por ese hoyo negro de los errores y revanchismos de la política y de la politiquería mexicanas. 

Como conviven alumnos de distintas disciplinas y juguetonas hormonas artísticas y su director fundador era un entusiasta y enérgico hombre de teatro –disciplina que naturalmente dominaba y prefería-, la inquietud e inconformidad gestó un movimiento que se desbordó, hasta el límite de un plantón de protesta frente a palacio de gobierno, demandando una delegación sindical.

AÑO 1980. MI ARRIBO     

Mi gestión en esta entonces criticada, pero prometedora institución -y hoy desdibujada- del gobierno, fue más bien breve,  si acaso un año nueve meses.

¿Cómo fue? Una vez egresado de la escuela de derecho (1966); de litigar como pasante en Cajeme (1967-68); de recibido de abogado (1968); de laborar seis años en el Juzgado Primero de Distrito y en el Tribunal Colegiado de Circuito (hasta 1972); de dirigir mi escuela de derecho (hasta 1977); de laborar en el Tribunal Unitario del 5° Circuito (1981) con el legendario Juez federal Darío Maldonado Zambrano, en este año me invitó el Lic. Mariano Carreño Carlón a colaborar en la sub delegación del Instituto Nacional Indigenista (INI) y empaparme del indignante atraso económico pero rico en sus culturas autóctonas, de los grupos originarios Pápagos, Seris, Yaquis, Mayos, Guarijíos y Pimas.

En abril de 1982 recibí sorpresivamente, del gobernador Samuel Ocaña García, la invitación para hacerme cargo de la Coordinación General de Cultura del Estado –antecedente del Instituto Sonorense de Cultura- y de la Dirección de la Casa de la Cultura, en plenas crisis.

De allí que la primera actividad fue una visita artística a las comunidades Seris de Punta Chueca, Hermosillo y Desemboque, Pitiquito, que bien recuerda la actriz Sonia León y otra hasta la perdida comunidad Guarijía de Mesa Colorada, que bien recuerda Mario Gaviña.

Fui el primero en publicar, en El Imparcial (1980), la existencia del perdido grupo originario Guarijíos en la sierra alta de Álamos, frontera con Chihuahua, que no aparecían en el mapa pero sí en un reporte del promotor agrario Ing. Arnulfo Villavicencio y cuyo primer antecedente era un estudio antropológico en una revista especializada, de Howard Scott Gentry, de 1935.

Fue 1982 el año del estallido de la crisis económica del país, atonía se denominó, fin del régimen de José López Portillo (1976-1982) e inicio del de Miguel de Lamadrid (1982-1988), calificada ahora por la 4 T como el neoliberalismo o neo porfirismo civil, que pareciera que continúa sin tocar fondo cierto con énfasis militar. (En agosto de aquel año se decretó el drástico recorte del 8% del gasto público federal, seguido por los gobiernos locales, con todas sus consecuencias).

Los organismos culturales cuya responsabilidad se me confiaba atravesaban, también, por su propia crisis económica y política, un pesado déficit y el crédito cerrado. Discordias entre antiguos directivos y el personal, los tenían enfermos.

Lo primero, gestionar y obtener del Ejecutivo, el pago de pasivos y crédito de los caros medios impresos. Después, depuración cuantitativa y cualitativa del personal, respetando sus derechos laborales y darlos de alta en el hoy quebrado ISSSTESON.

En el aspecto operativo, procedimos a embonar al subsector cultura en la subcomisión ad hoc del Comité de Planeación del Estado de Sonora COPLADES, para encauzar las acciones dentro del Plan de Desarrollo del Estado y eliminar improvisaciones y caprichos personales.

La clave era -y seguirá siendo siempre- la coordinación y suma de esfuerzos y recursos materiales y humanos de todas aquellas entidades promotoras y difusoras de cultura latu sensu, de los tres órdenes de Gobierno.

Reforcé la amistad personal con la Maestra Emiliana de Zubeldía, quien además de sus “cuitas”, una ocasión –durante una enésima huelga de la Unison- me visitó para pedirme apoyo para la presentación exitosa de su discípulo, Pedro Vega Granillo, en la Sala Manuel M. Ponce de Bellas Artes. También con Martha Bracho para Danza moderna.

PROGRAMA CULTURAL DE LAS FRONTERAS

Huelga decir lo importante que son para el país, en su identidad cultural, sus dos fronteras, sobre todo con la traumática del sur de los Estados Unidos. Por eso, en mayo de ese año se inició, en ambas, el Programa Cultural de las Fronteras, de carácter presidencial y apoyado por dos notables talentos desde la esfera central: el ideólogo Jesús Reyes Heroles y el diplomático Juan José Bremer Martino.

Este programa permitió poner en práctica la conveniencia de la coordinación, en aras de practicar la filosofía del rescate, preservación y difusión de la identidad nacional en los municipios de la línea fronteriza con la dominante macro cultura del norte del continente, Estados Unidos. Nos cabe el orgullo de que el programa diera inicio en forma nacional, en Nogales, en diciembre de ese año. Para el año siguiente, lo extendimos a 29 municipios del Estado.

EVENTOS ARTÍSTICOS

Con el apoyo del INBA auspiciamos el Concurso Nacional de Novela Juan Rulfo, que ganó el literato Arturo Azuela, presidente del Seminario de Cultura Mexicana; recibimos eventos de primer nivel, como la Ópera de Pekín, la Orquesta Sinfónica de la ciudad de México dirigida por Enrique Bátiz, concierto del violinista Hermilo Novelo; obras de la Compañía Nacional de Teatro y el inolvidable concierto del cantautor de protesta uruguayo, Alfredo Zitarroza.

En la Galería montamos varias exposiciones pictóricas, como la de los muralistas Teresa Morán y Enrique Estrada, autores del cubo y de la planta alta del palacio de gobierno; de pintoras locales como Dolia de Esteves y Julieta de Amante; escultórica, como la del profesor Francisco Castillo Blanco; fotográfica, como la de “El Hermosillo que se nos fue”, de “Memo” Moreno, a quien  por cierto designé como profesor de fotografía, que enseñó hasta su jubilación y de su otro reciente y merecido homenaje.

¿Por qué ha sido considerado «de culto», irrepetible y trascendente -a pesar de incidentes y traiciones- el sexenio del gobernador Samuel Ocaña García?   

(Continua)