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El futuro de México, en juego

Nadie se salva. Ni siquiera el prestigio que se había ganado el Ministro Arturo Zaldívar, exhibido ahora como la otra punta de un escandaloso contubernio desatado desde Palacio Nacional

Por Juan J. Sánchez Meza

El presidente López Obrador considera que la Suprema Corte de Justicia de México debe quedar plenamente incorporada a su proyecto político.

En una de las más desvergonzadas expresiones que haya utilizado hasta ahora, no tuvo ningún problema en reconocer que “no se va a tener otra oportunidad así”.

Alguien dirá que nada de raro tiene que el presidente trate de darle a su agenda política el rango de movimiento histórico que nada tiene que ver con la intrascendencia de una sucesión gubernamental.

De hecho, la conversión de los apetitos políticos de López Obrador en irremediable e infalible tarea histórica, que él se ha echado a cuestas, ha generado la descalificación a los jueces garantistas; el señalamiento de corruptos a los Ministros de la Corte que él no nombró; la calificación de conservadores a los medios de comunicación que lo critican; el descrédito a los órganos autónomos que escapan a su control y todo el etcétera de contrapeso grande o pequeño que usted guste agregar.

Nadie se salva. Ni siquiera el prestigio que se había ganado el Ministro Arturo Zaldívar, exhibido ahora como la otra punta de un escandaloso contubernio desatado desde Palacio Nacional, primero por su complaciente silencio y más tarde por su insulsa respuesta después de la aprobación del atropello constitucional.

Como bien decía Jorge Castañeda en un programa televisivo del lunes de esta semana, si el Ministro Zaldívar no quería formar parte de la polémica descalificatoria emprendida contra el presidente y sus obedientes legisladores hubiera bastado una declaración suya en la que, con unas cuantas palabras, hubiera afirmado, categóricamente que él no se queda en la Corte ni un día más allá del plazo que constitucionalmente le corresponde.

Cuando el presidente López Obrador inició el camino para ir despejando el tránsito de sus decisiones en el ámbito de la Corte, lanzó al Senador Ricardo Monreal a amenazar al Poder Judicial a través de una iniciativa legislativa que proponía, entre otras cosas, reubicar la adscripción de jueces y magistrados cada tres años, acompañando su amenaza con aquella frase de que “Ya es hora de darle una sacudida al Poder Judicial”. Fue llamarada de petate para ir calentando el tema, enviando a la Corte el mensaje de que “iban por ellos”.

Otro paso en ese caminar fue la renuncia de Ministro Eduardo Medina Mora al que se le aplicó una de las más rigurosas investigaciones desde la Unidad de Inteligencia Financiera por supuestos delitos ligados con enriquecimiento indebido y que incluyó no sólo al propio Medina Mora, sino a una larga lista de integrantes de su familia.

Fue el propio Ministro quien aclaró más tarde que, deliberada o accidentalmente, la información relativa a las transferencias bancarias, llevadas a cabo por él mismo, de recursos de México al Reino Unido no eran en libras esterlinas, sino en pesos mexicanos, por un monto perfectamente compatible con sus ingresos de entonces, lo que resultaba creíble especialmente porque no se había valido de triangulaciones de empresas fantasmas hacia paraísos fiscales, sino de sus propias cuentas bancarias en México, Reino Unido y Estados Unidos.

Más tarde habría de rematarlo el presidente López Obrador al expresar en una mañanera que el Ministro había decidido ponerse en manos de la justicia para colaborar en varias investigaciones que se seguían en su contra en relación a recursos económicos en apariencia inexplicables.

Como muchas otras llamaradas de petate, las “investigaciones” sobre los recursos del Ministro Medina Mora fueron flor de un día y solo sirvieron para quitar del camino del presidente una piedra que le estorbaba.

La pieza que le faltaba era la cabeza de la Corte, que es al mismo tiempo la del Consejo de la Judicatura Federal, que dispone de amplia influencia sobre jueces  y Magistrados. No olvidemos que el presidente ya contaba con la actitud obsequiosa del Ministro Zaldívar que, profiriendo una frase, que debiera resultarle ajena a un juzgador, había dicho que era importante escuchar “el mensaje de las urnas”, refiriéndose al arrollador triunfo de López Obrador.

Asegurar la eficacia legislativa de la sarta de atropellos para los que se han prestado incondicionalmente los legisladores del presidente, requiere de aquí en adelante un Poder Judicial Federal obediente a sus dictados. Veremos si le resulta. El Futuro de México está en juego.

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@JuanJaimeSM50