Vórtice

Cuba sin los Castro

Raúl y Fidel Castro.

Hay un presidente, pero Raúl Castro sigue decidiendo todo lo importante aunque se haya retirado

Por Dr. Jorge Ballesteros

¿Una Cuba sin ningún Castro? El país se adentra en terreno desconocido. Raúl Castro dimitió como jefe del Partido Comunista de Cuba, dejando a los isleños sin un miembro de la familia que los dirija por primera vez en más de 60 años.

Algo inédito para los cubanos que todavía viven en la Isla Prisión de Cuba, primero murió el Sátrapa mayor Fidel Castro, el viernes 25 de noviembre de 2016 a la edad de 90 años (está visto que ni el diablo se lo quería llevar) y el 16 de abril de este 2021 renunció a la dirigencia del Partido Comunista de Cuba, el otro dictador, Raúl Castro, de 89 años de edad.     

El siguiente líder del Partido Comunista será el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, un ex guardaespaldas de Castro y un tecnócrata quien cumplirá 61 años a finales de este mes. Díaz-Canel, un incondicional del partido, es parte de una generación más joven que quiere una apertura gradual del país, pero no cambiar el sistema cubano de un gobierno unipartidista.

Hay un presidente, pero Raúl Castro sigue decidiendo todo lo importante aunque se haya retirado, sigue estando toda la nomenclatura que acompañó a los Castro desde el inicio de la revolución, todo sigue igual, los cambios si los hay van a ser paulatinos, posiblemente traten de seguir el ejemplo de China de crear una tecno dictadura, abrir la economía al capitalismo y dejar el modelo estatista, sin embargo el férreo control comunista de la población  no lo van a soltar.

El régimen castrista deja un largo historial de ejecuciones, desapariciones, asesinatos extrajudiciales, opresión a la disidencia así como a los periodistas, que tratan de ejercer el derecho fundamental a la libertad de expresión.

En los 57 años que lleva en curso el régimen castrista, han fallecido y desaparecido unas 10,000 personas, la mayoría de ellas ejecutadas o asesinadas extrajudicialmente.                                                                                                                                                                

“Las cifras son sólo casos documentados, sabemos que en la realidad son muchos, muchos, más”, explica a LA RAZÓN María Werlau, directora ejecutiva de Archivo Cuba, un proyecto que se dedica a registrar los crímenes del Gobierno cubano.

De acuerdo a Archivo Cuba, tanto Fidel como su hermano Raúl son responsables de la opresión del pueblo cubano y las sistemáticas violaciones de los derechos humanos desde el 1 de enero de 1959, pues aunque Fidel lleva apartado de la primera línea política desde 2006 y Raúl fue designado Secretario general del Partido Comunista, los graves abusos han continuado.

Asimismo, la organización cuenta como muertes atribuidas indirectamente al Estado cubano, a los fallecidos durante su huida de la isla en busca de libertad, pero no las ahogadas en el mar. La diáspora cubana cuenta con más de 2,5 millones de personas, la mitad de ellas, viven en la actualidad en el estado de Florida, en EE.UU. Archivo Cuba no ha podido documentar todos los ahogamientos con precisión, pero calculan que serían unos 20,000.

Según los documentos a los que tuvo acceso este periódico, 7,365 personas han muerto y sólo hay un responsable: el régimen de los Castro. Alrededor de 5,775 personas fueron directamente ejecutadas, la mayoría en pelotones de fusilamiento en los primeros años del triunfo de la Revolución, aunque a lo largo de estas últimas décadas también se han registrado asesinatos deliberados o extrajudiciales por parte de las autoridades cubanas.

Mención especial merecen los muertos dentro de la cárcel, ya sea por huelga de hambre (16) como víctimas de sospechosos homicidios dentro de las prisiones (159) o por la negación de asistencia médica (209).

Es increíble que en un país con una población de 11 millones de habitantes existan 200 cárceles, muchas de ellas de extrema o máxima seguridad. Tras los primeros años de la llegada al poder de Castro, había unos 20.000 presos políticos que expresaron su disconformidad con el comunismo. No sólo lo recordó el disidente Guillermo Fariñas a LA RAZÓN, también el propio Fidel Castro se jactó de ello en 1965.

Todo el mundo guarda en la memoria el año 2003, aquella primavera negra en la que 75 cubanos fueron encarcelados y condenados hasta a 28 años de prisión. Tras varias amnistías del Gobierno en busca de acuerdos internacionales, en la actualidad hay entre 50 y 100 presos políticos, dependiendo de la ONG.

Las detenciones políticas no se han reducido, al contrario, según varios activistas consultados, desde el deshielo entre EE.UU. y Cuba, la represión se recrudeció. Así, en 2010 hubo 2.974 arrestos por motivos políticos, pero en 2015 aumentó a 8.616 y en lo que va de año ya son más de 7.800.

La vida en Cuba es muy difícil desde un punto de vista económico. Imagínese a un matrimonio de cubanos que los dos trabajan, que ganan en un mes 650 pesos cubanos. Eso es alrededor de 25 dólares. Ese dinero debe alcanzarles para pagar el gas, la electricidad, el agua y comprar comida para quince días. Las dos semanas que quedan tienen que buscarla de alguna manera.

En un mes, las autoridades subvencionan cinco huevos, medio kilo de arroz, aproximadamente 200 gramos de frijoles y 1 kilogramo de pollo. Los niños menores de siete años tienen leche. No puedes durar así dos semanas, ¡morirás de hambre! La medicina es gratis, sí, pero esto es solo para la consulta. Debes comprar medicinas con tu dinero. Lo más que te pueden ayudar es que recibas una tarjeta para alimentos, carne o pescado, si estás inscrito para recibir dieta. Lo recibes una o dos veces. Y eso es todo.

Durante los últimos años, después de que el gobierno del entonces presidente estadounidense Donald Trump impuso severas sanciones en contra de Cuba y la pandemia diezmó la industria turística, los cubanos han visto cómo la economía de su país se ha desplomado otra vez, al grado de que mucha gente pasa horas en las filas para el pan. El alabado sistema de atención médica del país está desgastado. Y la cantidad de personas que intentan dejar la isla está aumentando, aunque sigue siendo menor que las de los éxodos de las décadas de 1980 y 1990.

Algunos dicen que los Hermanos Castro descendientes de un emigrante español de Galicia, eran de origen judío sefardita por parte de madre y padre. Que su abuelo materno, era un judío de Turquía que vivía robándoles las limosnas a los ciegos de Estambul.

Su padre era un judío nacido en una aldea de la provincia gallega de Lugo, España, que tuvo que huir a Cuba porque la Justicia Española le perseguía por robar ganado, es decir, por cuatrero. Como dice el viejo, Fidel ya lo traía en la sangre.

Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de Cuba.

Fidel Castro era agente de la Komintern desde que en 1948 participó en el sangriento «Bogotazo», en Colombia, donde se destacó asesinando Sacerdotes y Monjas. En aquella ocasión sacó a la luz su personalidad sociópata

Los bandoleros comunistas que con Castro desembarcaron en el yate «Granma», fueron adiestrados en métodos subversivos y terroristas en México, en el Rancho «La Rosa» que era propiedad de otro comunista, nada menos que el General Lázaro Cárdenas, por demás connotado masón.

Su instructor de guerrillas y métodos terroristas, fue Alberto Bayo Giraud, antiguo cabecilla de las Brigadas Rojas Internacionales reclutadas por los agentes de la Rusia Soviética y que fueron derrotadas en España por el ejército del General Franco.

Allá, en México, Fidel Castro conoció al que sería su compañero inseparable,  Ernesto «Ché» Guevara Lynch, judío argentino, que llegó a tierra mexicana procedente de Guatemala, después del derrocamiento de aquel ensayo sovietizante y totalitario del también comunista Jacobo Arbenz.

Quien convirtió a Fidel Castro en «el Robín Hood del Caribe» fue el periodista Herbert Mattheus que trabajaba como Corresponsal del más grande, influyente y poderoso periódico liberal-izquierdista de los Estados Unidos, «The New York Times». Al igual que al Che, la prensa liberal e izquierdista lo convirtió en un producto de marketing.

Ya en 1956, la Mafia Judía-Plutocrática de Wall Street decretó el derrocamiento del Gobierno de la República de Cuba presidido por el General Batista. Por eso ordenó a sus títeres y lacayos del State Department —ese antro infecto de comunistas y de traidores— que embargaran las armas compradas por el Ejército Cubano para combatir al terrorismo comunista del Movimiento 26 de Julio.

Esas mismas armas aparecieron después en las guaridas guerrilleras de la Sierra Maestra, transportadas a lo alto de las montañas orientales por helicópteros militares norteamericanos procedentes de la Base Naval de Guantánamo.

Sin el apoyo del Deep State y de Wall Street, Fidel Castro jamás se hubiera apoderado de Cuba, tuvo la bendición del gobierno de los Estados Unidos, al menos del estado profundo, y su protección posterior para evitar que fuera derrocado. A pesar de los embargos económicos y bloqueos  de algunos presidentes de Estados Unidos, nunca fue invadida la isla ni sacado Fidel Castro de su gobierno como pasó con Sadam Husein en Irak, o Gadafi en Libia, o Antonio Noriega de Panamá.

El sanguinario dictador Fidel Castro,  murió en la abundancia, fue calificado por la Revista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo, rodeado de lujos y riquezas abandonó este mundo, mientras el pueblo cubano se debate en la miseria más grande, oprimido, sojuzgado, esclavizado por el gobierno comunista, sobrevive trabajosamente atrás de las rejas mohosas y mal soldadas de la gran prisión que los Castro convirtieron la Isla de Cuba.