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El infierno existe, no lo construyas (Parte II)

Como en una película empieza a contemplar su vida y se da cuenta con mucho detalle de las cosas que ha hecho bien y las que ha hecho mal

Por Guadalupe Rojo

El tiempo es la materia prima de la que está compuesta la vida, todas nuestras obras están enclavadas en el tiempo. Pero las realizamos con el cuerpo.

Cuando llega el momento de la muerte, uno no deja de existir, solamente abandonamos el cuerpo.

Ante la realidad de la muerte, queda muy evidente que la parte que razona, en donde se encuentra la inteligencia y la voluntad, es la que da vida al cuerpo, cuando esta sale del cuerpo, nos encontramos ante un cadáver.

Imagínese que de repente se encuentra usted pensando, existiendo, pero sin cuerpo, y que la materia prima de la vida se ha terminado, pues tampoco hay tiempo. Solo están sus pensamientos.

Como en una película empieza a contemplar su vida y se da cuenta con mucho detalle de las cosas que ha hecho bien y las que ha hecho mal, siente dolor y quisiera cambiar las acciones malas, pero ya no puede, pues las personas que lo rodeaban ya no están junto a usted, pero además aunque estuvieran no tiene como comunicarse con ellas, pues usted ya no tiene cuerpo, tampoco tiene tiempo, este se ha quedado atrás en la vida terrena.

Usted se da cuenta de que su ser se llenó en vida de avaricia y todo lo que consiguió con ella ahora no le sirve, los placeres terrenos tampoco están ya, y recuerda cómo se recreaba en ellos sin importarle la forma de conseguirlos ni el sufrimiento que causaba a causa de su egoísmo.

Buenas obras sí que las hay, pues nadie es totalmente bueno ni totalmente malo, pero pesan demasiado poco.

Ahora entiende perfectamente que el camino ancho y placentero que tomó en vida, al final ha terminado en un despeñadero del que ya no es posible evitar la caída. De nuevo aparece la realidad “El tiempo se ha terminado”.

Usted siempre pensó que no había vida después de la muerte, y que Dios no existía, y que si existía, usted pediría perdón al final y la misericordia de Dios lo admitiría en su reino. Pero al momento de su muerte usted estaba con la mente ocupada en sus realidades terrenas, y no se dio el momento de pensar en Dios ni de pedir perdón.

¡Dios no lo ha condenado, usted se ha condenado!

Dios no lo castiga, usted perdió la materia prima de su vida entre la pereza, los placeres y el egoísmo.

Ahora puede ver todas las intervenciones del amor de Dios en su vida, todos aquellos momentos en que sus planes no salían como usted planeaba, ahora entiende que fue porque no eran para su propio bien.

Ahora se da cuenta que había en vida llamados sobrenaturales a evitar ciertos comportamientos violentos y usted los ahogaba pensando que era necesario dejar claro que de usted nadie se burla.

El tiempo se ha terminado y ya no se puede cambiar nada.

Su alma está llena de odio.

Usted ha construido su propio infierno.

Dios no arroja al infierno a nadie, por el contrario le ha dado en vida todos los medios para ir a la maravillosa morada que tenía preparada para usted.

Era tan fácil haberse arrepentido y haber pedido perdón por las malas obras, pero usted siempre fue de los que pensó que no había por que confesar a nadie los pecados, que si había Dios usted y él se arreglaban, y ahora entiende que la HUMILDAD de confesar las malas acciones, exaltaban el arrepentimiento, y hacían una felicidad muy grande con el gozo del perdón.

Dios es bueno, Dios es misericordioso, usted ha hecho un mal negocio y ya no hay forma de cambiar las cosas “EL TIEMPO SE HA TERMINADO”.

Busca incansablemente la verdad.