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El mito del Chapo te habla de un país que está enfermo: Alejandro Almazán

Por Imanol Caneyada/

El autor de “El más buscado” (novela basada en la vida del Chapo Guzmán), analiza el mito del narcotraficante en un país cuya descomposición social y política ha convertido a un criminal en héroe

Cuando nuestros gobernantes, nuestros jueces, nuestras policías son en realidad delincuentes que actúan bajo el manto de la impunidad, es comprensible que un criminal abierto y declarado, que desafía al sistema y ayuda a los pobres, gane las simpatías de la gente, dentro y fuera de Sinaloa, y se convierta en una especie de Robin Hood.

Esta es la conclusión a la que llega el periodista y escritor Alejandro Almazán, autor de El más buscado, una novela basada en las andanzas del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, además de los libros La victoria que no fue (2006), Gumaro de Dios, el caníbal (2007), Placa 36 (2009); Palestina, historias que Dios nunca hubiera escrito (2011) y Chicas Kalashnikov y otras crónicas (2013), entre otros.

Tratar de entender el mito del Chapo Guzmán como fenómeno social, más allá de su reciente fuga y sus circunstancias de corrupción y complicidad, nos lleva a charlar con este periodista y novelista nacido en la ciudad de México en 1971, quien ha ganado tres veces el Premio Nacional de Periodismo, género crónica; además, en 2013 obtuvo el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo por su reportaje “Carta desde La Laguna”, en el que ilustra el problema del narcotráfico en la frontera entre Torreón y Durango.

“El Chapo —nos dice Almazán— entendió lo que era la comunicación; cuando escapó la anterior vez, recuerdo que me contaban que era un personaje muy mala onda, intratable. Pero fue entendiendo que era mejor proyectar una imagen de bonachón, alegre, simpático”.

En febrero de 2014, el líder del cártel de Sinaloa había sido capturado. El pasado 11 de julio, Guzmán Loera volvió a escaparse de un penal de alta seguridad.
En febrero de 2014, el líder del cártel de Sinaloa había sido capturado. El pasado 11 de julio, Guzmán Loera volvió a escaparse de un penal de alta seguridad.

Esto contribuyó a impulsar un mito que, según el entrevistado, todos hemos ido construyendo: la prensa, en primer lugar, que empezó a hablar del Chapo a raíz de la fuga del 2001, cuando ya era un narcotraficante desde mucho tiempo atrás, un narcotraficante más entre muchos otros, pero que los medios de comunicación lo colocaron entre los temas frecuentes.

De igual forma, considera Alamazán, el Gobierno contribuyó al mito al convertirlo en el más buscado; la ciudad de Chicago lo nombra non grato y lo compara con Al Capone.

“Entonces empieza a circular toda esta leyenda del Chapo que yo no sé qué tanto sea verdad o mentira. Sí he conocido gente que me ha dicho que prestaba las avionetas, que construía hospitales y escuelas. Al respecto, siempre me he burlado: ojalá hubiera un 01800 Chapo al que podamos marcar para solucionar un problema, pero sí es cierto que le salió esa alma filantrópica y empezó a ayudar a mucha gente, con el propósito de conseguir complicidades y ganar adeptos, así funciona en cualquier lugar de este país y del mundo”.

A los ojos de Alejandro Almazán, todo ello contribuyó a engrandecer la leyenda entorno a Guzmán Loera, nacido y crecido en Sinaloa, un aspecto que también hay que tener en cuenta.

“El sinaloense es una especie muy rara. La mayoría es gente muy trabajadora, pero hay un parte que no, que tiene el síndrome de los Soprano (debería existir ese síndrome); creen en la mafia y en sus valores y ha terminado siendo algo normal y cotidiano para ellos la droga, los balazos, la violencia; este fenómeno es el combustible ideal para crear el mito del Chapo”.

E ilustra lo anterior con la anécdota de que un grupo de señoras se había congregado en la Catedral para dar gracias a Dios por la fuga del capo del cártel de Sinaloa.

“Esto forma parte de lo increíble, como el mismo hecho de que el Chapo se haya fugado por un túnel en moto; lo que le confiere ese halo de todopoderoso, de mito, y claro, tiene sus fans”.

Otro aspecto que considera importante el periodista para entender las simpatías que despierta este criminal es su valentía y arrojo.

Durante la investigación que llevó a cabo para escribir El más buscado, varios testimonios le confirmaron que el Chapo, a diferencia de otros líderes criminales, “se avienta en primera fila, le entra a los chingadazos, y eso hace que su gente lo respete y esté dispuesto a dar la vida por él”.

En febrero de 2014, el líder del cártel de Sinaloa había sido capturado. El pasado 11 de julio, Guzmán Loera volvió a escaparse de un penal de alta seguridad.
En febrero de 2014, el líder del cártel de Sinaloa había sido capturado. El pasado 11 de julio, Guzmán Loera volvió a escaparse de un penal de alta seguridad.

El Gobierno federal, continúa reflexionando Almazán, desde su captura hasta el mismo día de la fuga, se dedicó a tratar de bajar el mito del Chapo Guzmán.

“Te lo digo porque a mí me habían comprado los derechos para hacer una serie basada en El más buscado, pero como el dinero lo ponía Televisa, cancelaron el proyecto obedeciendo las instrucciones del Gobierno federal de que no se hablara del Chapo. Hace dos días me habló mi agente porque tienen interés en reactivar el proyecto. ¿Por qué? Porque el Chapo Guzmán regresa por su fueros, más poderoso aún en su mito”.

Los mexicanos, ahonda el periodista en el análisis, ya no creemos en nada, menos en el gobierno de Peña Nieto, al cual, creo yo, no le conviene para nada esta fuga; pero esta falta de creencia en el sistema y en las instituciones democráticas contaminadas por la corrupción, hace que crezca el mito del Chapo.

Así las cosas, Alejandro Almazán pone sobre la mesa otro aspecto que hace del jefe del cártel con mayores ganancias en el mundo un héroe: la pobreza y la ignorancia. Para el periodista, las clases más marginadas ven en el Chapo a ese individuo que desafía el sistema y que les da una voz.

Por eso concluye el análisis con la siguiente reflexión:

“A lo mejor tú, yo, la clase media y alta tenemos tribunas y espacios donde manifestar nuestro inconformismo con el sistema, pero la mayoría de los mexicanos no, sobre todo los pobres; tienen tanto qué decir y nadie los escucha, que terminan viendo en un personaje como el Chapo un héroe, un tipo que desafía el sistema, un Pancho Villa, y celebran su fuga. Y esto te habla de un país que está enfermo, que no termina de entender los valores básicos de convivencia, valores que el sistema se ha encargado de destruir. Porque en este país la gente prefiere alabar a un narco que a Peña Nieto”.