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Factores de poder y la elección

Ruy Rendón, Arzobispo de Hermosillo, y su llamado a ejercer un voto “libre, personal, informado y razonado”.

Para Abel Murrieta que luchó por un Sonora más justo y por un real Estado de Derecho. Sucumbió ante el absurdo, la simulación y la descomposición que dominan a México

Por Bulmaro Pacheco

No tiene desperdicio el comunicado del pasado 8 de mayo de los obispos Ruy Rendón Leal (Hermosillo), Rutilo Felipe Pozos (Cd. Obregón) y Leopoldo González (Nogales) y en el cual analizan el próximo proceso electoral y hacen recomendaciones en cuanto al mismo. Afirman: “El INE o Instituto Nacional Electoral es un organismo público autónomo que garantiza la democracia y es una gran conquista ciudadana en México. Debemos colaborar para que cumpla cabalmente su función”.

Los dirigentes de la Iglesia católica al defender y ponderar al INE, difieren del presidente López Obrador, y coinciden con la mayoría de los mexicanos. Afirman que: “el voto debe ser libre, personal, informado y razonado y que los políticos y gobernantes tienen una altísima vocación, están llamados a ejercer una de las formas más preciosas de la caridad, buscar el bien común”.

El comunicado en este punto difiere también de quienes ven la política como una aventurada posibilidad de hacerse ricos, y una acción ético-política de costo-beneficio de quienes cambian de partido como de calcetines, yendo por el mundo con la idea de que se purifican al cambiar de partido y la gente se olvida de sus pecados anteriores.

Y algo más importante, afirman: “Atenta contra la dignidad de una persona, quien bajo presión, amenazas, manipulación, promesas o engaños, obliga a votar a favor o en contra de un actor político, movimiento o partido”. Ahí difieren de los dirigentes sindicales que tratan de obligar a sus agremiados a votar por Morena, cuando son los que menos tienen que agradecerle a ese partido y su gobierno.

Y continúa el texto: “Un fiel católico no vende su conciencia y su voto a cambio de favores, regalos, intereses corporativos, venganzas o ideologías contrarias al bien común. No caigamos en fanatismos y sumisión ciega […]”. Lo de fanatismo va seguramente para los adoradores de Morena y el presidente, y la sumisión, para algunos empresarios que juegan varias cartas al mismo tiempo por temor y no por convicciones, y a quienes piensan que los beneficiarios de los programas sociales de gobierno como los adultos mayores, los pensionados y los becarios deben obligatoriamente votar por Morena y el gobierno de la llamada ‘cuarta transformación’.

Seguramente los dirigentes religiosos supieron lo que pasó en Coahuila e Hidalgo con el voto “agradecido” de los beneficiarios en la elección del año pasado, que dejaron solo a Morena y no se fueron por las amenazas vertidas en ‘la mañanera’.

Lo peor es que la mayoría de los beneficiarios y trabajadores representados no les están haciendo caso a los líderes sindicales, porque ahora —más que en otras ocasiones— son más conscientes del ejercicio de sus libertades y derechos. No es tan fácil manipular y amenazar. Además, casi nada hay qué agradecerle al gobierno de la 4T para votar por ellos; antes al contrario. Tampoco a los líderes, porque del 2018 a la fecha ha sido la etapa más incómoda de sus liderazgos: sin ningún logro concreto y porque el recurso público invertido en los subsidiados no es del Gobierno sino de todos los mexicanos.

Por ejemplo: Mario Villalobos, dirigente al mismo tiempo de la Sección 43 del Sindicato de Trabajadores de la Salud en Sonora y de la Federación de Sindicatos de trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), a la que llegó generando una ruptura en 2014 en la organización al desplazar a Laura Hoyos, de larga carrera en el sector.

Villalobos fue priista por muchos años (regidor de Hermosillo en 2003) y posteriormente panista, colaborador de Guillermo Padrés. Sus hermanos Jesús y Alejandro fueron funcionarios en el gobierno municipal de Alejandro López Caballero. El primero secretario del Ayuntamiento y el segundo síndico suplente.

Hoy Villalobos se ha fijado la tarea de dar línea en Sonora para que sus representados en ambas organizaciones voten por Morena. Así lo manifiesta con su fotografía y el logotipo de las organizaciones que representa en cuanto mitin organiza Morena en lugares públicos, y se jactan de que ya bajaron la instrucción para que los trabajadores del sector Salud voten por Morena.

Villalobos es un hombre muy rico y con poder sindical (¿de dónde tanto?), lo que le ha permitido sortear brincos políticos frecuentes: Fue secretario de Vivienda del sindicato, de 1994 al 2002, y a partir de este último año asume la Secretaría General de la sección 43 —hoy con 5,430 trabajadores—. Estatutariamente los períodos de dirigencia sindical son de tres años, pero él ya lleva 19 en el cargo, y la nómina de comisionados y licencias —entre los cuales hay numerosos familiares suyos— pagada por el gobierno estatal, le cuesta a los sonorenses más de 3 millones de pesos mensuales.

Una encuesta de SRG y Asociados muestra que entre la burocracia sindical solo el 8 % le hará caso a sus dirigentes a la hora de votar, y no es para menos. El voto corporativo está prohibido y eso se refrenda en el artículo 3 de la Ley General de Partidos Políticos, que dice: “Es derecho exclusivo de los ciudadanos mexicanos formar parte de partidos políticos y afiliarse libre e individualmente a ellos; por tanto, queda prohibida […] la intervención de: organizaciones civiles, sociales o gremiales nacionales o extranjeras …Y cualquier forma de afiliación corporativa”.

Caso similar es el del dirigente del Sindicato de Trabajadores del Colegio de Bachilleres Alfredo Lugo Gámez, quien fuera un emocionado promotor de López Obrador en la campaña del 2018, y hoy está de cuerpo entero entregado a la promoción de las candidaturas de Morena buscando comprometer a los 1,730 trabajadores del COBACH (con 20 votos cada uno) para que voten por quien él les diga.

Lugo —que ya va para 28 años como dirigente del sindicato— parece ignorar que el gobierno de la llamada 4T no autorizó los seis planteles COBACH que se habían creado en febrero de 2016 —solo con la aportación estatal (Cobach se financia 50% el Estado y 50% la federación) para atender la demanda en Navojoa, Ciudad Obregón, San Luis, Nogales, y dos en Hermosillo—.

Durante las giras del presidente López Obrador a Sonora, Lugo enviaba a sus agremiados a reclamarle la autorización de esos planteles. Les decían que sí, pero al final terminaría en nada. Los planteles han ido cerrando gradualmente y los alumnos reubicados, y Lugo no ha dicho nada. Han sido también casi tres años de una recurrente falta de entrega de los recursos federales para el pago a tiempo de las prestaciones a los trabajadores del Cobach, con el malestar agregado de los mismos. ¿Con que ánimo creerá Lugo que los trabajadores del Cobach le van a hacer caso?

La misma encuestadora señala que en esta institución solo el 6% de los trabajadores seguiría la línea política trazada por su dirigente estatal. Nada que agradecer pues…

Ramón Antonio Gastélum Lerma, que inició como trabajador del plantel ubicado en los ejidos del Sur de Huatabampo, lleva ya 20 años como dirigente estatal del Sindicato de los Trabajadores del Cecyte Sonora. Sus malquerientes señalan que Gastélum tiene en la nómina de la institución a más de 100 parientes directos e indirectos, al igual que los miembros de su directiva. No hay nombramiento de cualquier nivel que se haga en ese subsistema educativo, sin su aprobación. De ese tamaño los excesos.

Al igual que Lugo, Gastélum ha sufrido —en los años de gobierno de la llamada 4T— en carne propia el retraso de la asignación de los recursos federales para el pago de las prestaciones de sus representados. El Cecyte Sonora cuenta con 1,142 trabajadores en 49 planteles. La política del gobierno de la 4T ha sido la de no crear ya más planteles de educación media superior en Sonora, ignorando olímpicamente el compromiso constitucional de garantizar prepa para todos en el 2022, tal y como se estableció en la reforma del 2012.

¿Qué tienen que agradecerle a Morena estos dirigentes sindicales si los han tratado más mal que bien? ¿Por qué sus obsesiones?, ¿Será que solo aspiran a mantener sus cargos y privilegios?

¿Qué esperan Villalobos, Lugo y Gastélum de Morena?, y ¿Qué esperan Morena y Durazo de estos tres dirigentes sindicales?

¿Mejoramiento de la salud y la educación? ¿Una nueva ética sindical? ¿Posiciones en el Gobierno en el caso de que ganara Durazo?

¿O buscan deslindarse de los pasados 36 años perdidos que señala Morena y de los cuales ellos han sido protagonistas, con lo que negarían cualquier intento de la transformación que ha ofrecido Durazo para Sonora? Vaya dilema.

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