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La hizo Mario Welfo

Pese a la enorme asistencia, todo transcurrió en orden y con toda normalidad, evidentemente como corolario del escrupuloso operativo de seguridad que se montó, cuyo éxito lo refleja el saldo blanco que se logró

Por Feliciano J. Espriella

El pasado sábado culminó con el mayor de los éxitos el Festival Alfonso Ortiz Tirado (FAOT) 2020. Fue la edición número 36.

He sido los últimos años y específicamente desde el inicio de la administración estatal que encabeza la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano, asistente asiduo a este evento. Con excepción de la edición 2019, en todos los demás festivales del 2015 al actual he tenido el gusto de disfrutar durante varios días de los espectáculos que se presentan. Algunos de ellos a la altura de las grandes capitales mundiales de la música y el bel canto.

He visto también y he sido testigo de cómo ha venido evolucionando este evento que en la administración de Guillermo Padrés decayó paulatinamente, al grado de que la misma sociedad alamense empezó a cuestionarlo por el enfoque un tanto populachero que se le imprimió y el desorden en el que se desarrollaba.

Sin embargo, todo ello quedó atrás y otra vez los alamenses no sólo disfrutan y aprecian el evento, sino que se ven recompensados con importantes derramas de dinero que apoyan la economía local.

Reseñar lo que fue el FAOT 2020 a una semana de que culminó resultaría oficioso, prácticamente todos los medios de comunicación escritos y electrónicos lo han hecho. Sintetizando, sólo podría decir que fue un evento de extraordinaria calidad, con una extensa variedad de temas y géneros, en el que además, durante las presentaciones destacaron la organización, orden y la puntualidad.

Pese a la enorme asistencia, todo transcurrió en orden y con toda normalidad, evidentemente como corolario del escrupuloso operativo de seguridad que se montó, cuyo éxito lo refleja el saldo blanco que se logró.

Y en cuanto a la cabeza de esta columna, ésta no se refiere al evento recién realizado, sino a los resultados al frente del Instituto Sonorense de Cultura (ISC) de su actual director, Mario Welfo Álvarez Beltrán, quien fue fuertemente cuestionado cuando se le dio el nombramiento.

De hecho, muchas figuras del gremio de los cultureros no le auguraban una permanencia muy prolongada como director del ISC. Recuerdo que un buen y viejo amigo muy ligado a la cultura y el arte, me comentó en corto que no consideraba que duraría más de seis meses en el cargo. Evidentemente se equivocó. Mario ha cumplido y lo ha hecho con creces.

Ha coadyuvado además a concretar el proyecto de la gobernadora Pavlovich para el principal evento cultural del noroeste del país, el cual nos compartió en una entrevista que nos concedió el 16 de enero de 2016. En aquella ocasión nos dijo:

“Hoy en la mañana me preguntaban ¿Cuál crees que será el legado que va a dejar Claudia Pavovich gobernadora en cuanto al FAOT, y yo les decía que creo que es el rescate del arte y talento operístico en los marcos del FAOT, que creo que se va a quedar durante los seis años de la gobernadora”.

Evidentemente dicho objetivo se viene cumpliendo.

Una fútil marcha más

En varias ocasiones en este espacio me he referido a la futilidad (según mi opinión) de marchas, caminatas, plantones y movimientos similares para protestar sobre temas y problemas sociales. Me parece que la “Caminata por la Verdad, Paz y Justicia” que realizó durante cuatro días un recorrido de la ciudad de Cuernavaca, Morelos, hasta las puertas de Palacio Nacional, encaja en dicha apreciación, la cual, reitero, es personal.

Y más cuando algunos de los actores de estos eventos evidencian activismo político, como es el de los hermanos LeBarón quienes pretenden involucrar en sus movimientos a Washington, o el poeta Javier Sicilia, quien reaparece después de casi una década en la que se incluye el sexenio peñanietista que dio para varias de protestas similares y él simplemente se refugió en el ostracismo.

La muestra más clara de que los motivos eran más que todo políticos, fue el rechazo a dialogar con el gabinete de seguridad en pleno que los estuvo esperando y su caprichosa exigencia de que los atendiera personalmente el presidente López Obrador.

Por favor, en qué país del mundo el primer mandatario acepta que le pongan agenda en la que se impone no sólo la fecha, sino la hora y el lugar para atender a grupos que con o sin razón, exigen los reciba y en la que participan opositores abiertos al gobernante.

Si eso no es generar motivos para la crítica, escarnio y ataques personales a quien saben perfectamente no caerá en el garlito de atender su amañada exigencia, no sé qué pudiera ser.

Huelga decir que los críticos permanentes y medios opositores al presidente se volcaron con cometarios peyorativos hacia el primer mandatario, utilizando los medios tradicionales y redes sociales.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.