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Las mujeres invisibles

Por Lourdes Encinas Moreno/

No saben que hay un Día Internacional de la Mujer, en el que se conmemora la lucha por los derechos y la igualdad. Nadie sabe cuántas son, porque nadie las cuenta ni les interesa

Tiene 49 años y padece esquizofrenia, desde hace tres vive en las calles de Hermosillo, pues al morir su padre sus hermanos la echaron de la casa familiar.

No mendiga, vende periódicos para subsistir, comprar artículos personales elementales, como los calcetines azules con dibujos que trae puestos, y sacar los diez pesos que le piden en el albergue donde pasa las noches, cena y desayuna.

Alguna vez se casó y fue su “peor pesadilla”, excepto por su hija, a quien ve ocasionalmente ya que debido a su enfermedad no la pudo cuidar y desde los ocho años vive con una de sus hermanas.

Prefiere no decir su nombre, de cualquier forma es una de las muchas mujeres que día a día andan por la ciudad vendiendo cosas o pidiendo ayuda, que se vuelven invisibles ante la indiferencia de las autoridades y también de los ciudadanos.

¿Cuántas son? Nadie sabe porque nadie las cuenta, sobre las mujeres en situación de calle no hay estadísticas ni en los Institutos de la Mujer, ni en el Ayuntamiento, ni en el DIF, ni en el INEGI ni en el Coneval. Tampoco hay programas especiales para atenderlas.

Por estar dispersas y ser una población flotante, es difícil levantar un censo y dar seguimiento a programas de atención, aunque hay un antecedente en el Distrito Federal, donde se lleva el Registro Único de Poblaciones Callejeras, a través del Instituto de Asistencia e Integración Social.

Sobrevivir en la calle

Cada mañana, esta mujer de estatura mediana, cabello corto que asoma canas y adorna con una diadema, de voz suave y mirada ausente, sale a vender periódicos, termina al medio día y luego busca cómo matar el tiempo hasta que llega la hora de volver al albergue.

A veces quisiera dormir, pero no tiene dónde, además debe estar alerta para cuidarse de los peligros de la ciudad, de los hombres que al ver a una mujer sola “siempre quieren aprovecharse”. Entonces, se pone a rezar y a pedir la protección divina.

Su mayor deseo resulta obvio: que alguien la ayude para dejar las calles. No pide mucho, un pie de casa le parece suficiente para tener donde vivir y poder recibir a su hija, que ya tiene 24 años y estudia para ser nutrióloga.

En el mismo albergue, ubicado en una vieja casona del centro de Hermosillo, está otra mujer que también acude todas las noches luego de pasar el día vendiendo dulces, la acompaña su hijo menor, de no más de diez años.

Es más reacia a hablar, mientras come la cena del día ―frijoles de la olla y tortillas de maíz― aclara que sólo está ahí mientras su hijo mayor sale de cárcel, es la esperanza a la que se aferra para dejar la calle y soportar su actual situación.

Las otras mujeres en la calle

A unas cuadras de ahí, por fuera de una zapatería frente al Mercado Municipal, María Luisa extiende un pedazo de tela negra sobre el que va acomodando la joyería artesanal que ella misma elabora y vende en ese rincón de la ciudad.

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En las calles del Centro de Hermosillo es común ver a mujeres vendiendo artesanías.

Es una mujer mayor, de origen indígena, con el cabello trenzado que enmarca su cara morena, surcada por arrugas y que apenas se nota entre los puestos de comida, los carros y la gente que pasa y pasa frente a ella sin verla. Si tiene suerte, alguno se para y le compra un collar de cuentas de colores.

Es su rutina diaria, si le va bien gana lo suficiente para comer ese día; su ventaja es que sí tiene una casa a la cual regresar, allá en la “Soli” (la colonia Solidaridad).

María Luisa, es otro de los rostros de las mujeres que, de una u otra manera, buscan subsistir en las calles, olvidadas casi por todos.

Sin apoyos ni festejos

Ninguna de estas tres mujeres ha recibido apoyo gubernamental para mejorar su situación, no son sujetas a fondos para proyectos productivos, tampoco las invitan a los cursos de repostería ni a las clases de zumba, que a los organismos oficiales tanto les gusta promocionar.

No saben que hay un Día Internacional de la Mujer, en el que se conmemora la lucha por los derechos y la igualdad. Son logros que no les han llegado.

Este 8 de marzo, ningún político les regalará una flor en el crucero ni las invitarán a sus actos de campaña disfrazados de “festejos”, no estarán en los eventos ni en los discursos oficiales ni en ninguna oficina donde se ofrezca un pastel.

Tampoco se vestirán de rosa ni discutirán con un hombre sobre el porqué hay un día para una y no para el otro. Nadie les dedicará la hueca canción de Arjona.

Para ellas, para muchas, el día pasará como cualquier otro y seguirán siendo las mujeres invisibles en estas calles que ya empiezan a oler a azahar.

En situación crítica el albergue

Casa Amiga Albergue Humanitario I.A.P., a diario brinda cobijo, cena y desayuno a personas en situación de calle en Hermosillo, pero se encuentra en una situación de crisis económica y les urge ayuda de todo tipo para seguir operando.

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Casa Amiga Albergue Humanitario I.A.P.

Édgar Omar Peinado Luna, encargado del lugar, explica que el DIF municipal les apoyaba con 42 mil pesos mensuales, pero desde el inicio de la actual administración se les redujo a cinco mil y les empezaron a cobrar el servicio del agua.

El único apoyo institucional que les queda es por parte de CFE, que les cobra la mitad del recibo de energía eléctrica, todo lo demás se financia con apoyos voluntarios.

Hace un llamado a quienes puedan ayudar, ya sea con alimento y artículos de aseo personal o apoyos para el pago de servicios de agua, gas y luz. Se pueden comunicar al correo [email protected] o a su número celular (662) 275 14 31.

También pueden acudir a las instalaciones, ubicadas en Jesús García número 100, entre Morelia y Dr. Aguilar, en la Colonia Centro.

El albergue funciona de 6:00 de la tarde a 8:00 de la mañana, cada día recibe entre 40 y 50 personas sin hogar, hombres y mujeres, a quienes se les pide una cuota de recuperación diez pesos a cambio de un lugar para dormir, cena y desayuno.

Twitter: @lojesa