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Margarita, ser o no ser…

Por Martín F. Mendoza/

Pues Doña Margarita quiere ser presidenta y por alguna razón sintió que anunciarlo no bien concluidas las elecciones intermedias le aportaría alguna ventaja. Margarita Zavala no es Josefina Vázquez Mota, mucho menos Marthita Sahagún de Fox, es una mujer que si tiene con qué aspirar a la presidencia. No solo está preparada intelectualmente para ello, al grado de ofrecernos al menos la esperanza de no hacer política desde la extrema insustancialidad como la anterior candidata presidencial panista, sino que de entrada parece ser una mujer con la suficiente inteligencia emocional como para embarcarse en este tipo de empresas. Ello porque su papel como Primera Dama fue bastante decoroso, con una discreción a prueba de cualquier tentación protagónica. Con la proclividad de su esposo a elegir colaboradores de primer nivel de entre “los cuates”, una Primera Dama que intentara robar cámara a cada momento hubiese sido algo más que desastroso. En ese departamento difícilmente le pudo ir mejor al expresidente.

¿Le alcanza esto a Margarita Zavala para ser presidenta de la Republica y para ofrecer verdaderas expectativas positivas (razonables) a la nación mexicana?

En cuanto a la primera parte de la interrogante, la respuesta es “tal vez”, pudiera ser que sí. Todo dependería de la competencia. Lo que vimos en la pasada elección presidencial no encarece sus posibilidades, al contrario. Y de entonces a la fecha sigue presente el mesías tropical ahora disfrazado de “moreno”. Margarita puede seguir tranquila a ese respecto. Sin embargo en relación a la segunda parte del cuestionamiento las cosas empiezan a cambiar. Bastante.

Es más que obvio, que a Zavala no le queda más que “desmarcarse” del Calderonismo. ¡Pequeño problema!

Y es en esos menesteres, en esas encrucijadas, es donde hasta los inteligentes se ven bastante tontejos. Mi abuela le llamaba a esto en su muy pueblerino argot “Querer parir y quedar doncella”, y la verdad eso es humanamente imposible.

Margarita Zavala no podrá desligarse del PAN ni siquiera en el discurso, mucho menos en los hechos. Al mismo tiempo ya dejó ver que pretende ser una candidata “independiente”, bueno, “medio independiente” o ya al menos “un poquito independiente”. “Ser o no ser” he ahí el dilema de Margarita y no será fácil de resolver. O es la candidata panista o es la candidata independiente, y claro esa independencia tendría mayor valor si fuese una decisión temprana y no el producto de una trifulca aún mayor al interior del blanquiazul en la que los Calderón resultasen derrotados.

No importa qué tantas cualidades tenga, hoy día solo puede hacer tal anuncio, escogiendo el momento y coreografiando todos los detalles, solo por ser esposa de Felipe Calderón, expresidente de la República. Encima de eso, don Felipe no es —ni creemos que vaya a serlo en el futuro— del tipo que se “quedara quietecito” mientras su esposa pelea por la primera magistratura del país. ¡Para nada! Y quién sabe de todos modos que tan buen negocio sería para Margarita Zavala, el que así sucediera.

Por lo mismo Zavala no se salvará de tener que explicar muchas de las cosas sucedidas en el sexenio Calderonista. De “borrón y cuenta nueva” ni hablar. A otro perro con ese hueso.

En realidad no la tiene nada sencilla, el primer gran problema es auto definirse, ya que dejar claro que el de su esposo no ha sido el peor sexenio para México, es de muy poco consuelo, salvo para un sector muy gritón pero bastante desinformado de la clase media mexicana. Cortar las ligas con su grupo dentro del panismo le pudiera significar perder la vida políticamente, es algo francamente impensable. ¿Entonces?

Por cierto, Sonora no debe olvidar la relación de los Calderón con la falta de justicia en el Caso ABC. Por ahí habría que comenzar cuando doña Margarita eventualmente solicitara el voto en el estado.

Mientras tanto en la “Trump Tower”

Y hablando de candidaturas presidenciales, esta semana en Estados Unidos anunció la suya Donald Trump, el billonario más idiota de este mundo. La incontinencia verbal de Trump es tan legendaria como algunos de sus negocios. La interrogante sería, ¿En realidad es tan bruto, o está haciendo perverso uso de un populismo extremo, fuese el que fuese el fin que persigue? La presidencia de Estados Unidos bien puede ser un pretexto para “trabajar” en su imagen y en la percepción de su persona y negocios por parte del público, pero por otro lado, ¡Vaya manera de trabajar en esto! De cualquier forma, en caso de ser auténtico en sus pretensiones nadie le concede que pueda llegar muy lejos que digamos. Cierto que para estar a tono con el partido republicano de hoy día es obligatoria una buena dosis de estupidez, de extremismo crudo, pero en el caso de Trump se aprecia una megalomanía clara. Sus posiciones en cuanto a los inmigrantes, China, asuntos militares, comercio, no podrían estar más fuera de la realidad. Pareciera que concibe el gobernar como una especie de historieta o caricatura. ¿Qué puede aportar Trump a la carrera presidencial o a la política americana en general? No mucho en realidad, tan solo abaratarla aun más.

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