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Mendicidad, una realidad en la ciudad

Por Gerardo Moreno/

“Primera Plana”, realizó recorridos por distintas zonas de la ciudad y detectó grupos de personas dedicadas “mendigar”, con todo un sistema preestablecido; situación que salta a la vista en las calles, aunque muchos prefieren ignorar

La historia es casi la misma: “Necesito dinero para comer yo o mis hijos”, “estoy enfermo y necesito medicamentos”, “tengo un familiar en el hospital y necesita que lo atiendan”, “no encuentro trabajo porque acabo de salir de la cárcel y en vez de robar prefiero pedir dinero”, “trabajo en un centro que ayuda a jóvenes”, “necesito para el pasaje”, entre muchas otras.

Existen en México cientos de personas que viven y sobreviven literalmente de pedir dinero en las calles, los cruceros, centros comerciales, plazas que se ven plagadas de niños, jóvenes, adultos y hasta ancianos pidiendo una limosna, vendiendo algún dulce, limpiando vidrios, haciendo trucos en cruceros para obtener el sustento del día.

Muchas veces detrás de todo esto existen casos que ven en mendigar un buen negocio y se dedican completamente a ello. También quienes explotan a los menores para no tener que trabajar, grupos que se ponen de acuerdo y crean sus propios sistemas para mendigar y gente que no ve otra forma de conseguir dinero.

Primera Plana, realizó recorridos por distintas zonas de la ciudad buscando personas que se dedican a mendigar, tratando de observar cómo funcionan, es algo que es una realidad y que se observa por la geografía hermosillense, pero que muchos no quieren voltear a ver.

Trabajamos para un hot-dog

Son las siete de la tarde, se hace de noche en la ciudad, el sol ya está completamente oculto. En uno de los cruceros más transitados de la ciudad, donde se encuentran el bulevar Luis Encinas y el bulevar Rosales, hay un grupo de siete jóvenes, realmente niños pues la mayoría apenas rebasa el metro de estatura, salvo un par que se ven mayores pero no superan los 18 años. En vez de estar haciendo tareas de la escuela o jugando en las afueras de su casa, se encuentran “trabajando en ese lugar”.

Se paran frente a los carros y con naranjas en las manos (dos los más pequeños y tres los más experimentados) hacen malabares por unos minutos para después pasar con los choferes y pedir una moneda.

El que se ve mayor, está con una botella de agua y limpia los vidrios de los automóviles que se dejan y después pide la moneda. A cada semáforo en rojo la dinámica es la misma, a veces se turnan para no ir todos al mismo tiempo o bien se cambian de calle en el crucero.

2 1 Limpia Vidrio
Unos limpian vidrios, otros hacen malabares, algunos dicen tener una “urgencia”, y aunque detrás siempre hay intereses, revela una sociedad con problema de desempleo o educación.

Después de un buen rato de “trabajar” se juntan en la esquina donde está la estatua de Juan Bautista de Anza, todos acomodados sobre el piso en forma de círculo. El mayor recolecta el dinero y lo cuenta, después platican y cuatro se retiran hacia la plaza Emiliana de Zubeldia y van a comer un hot-dog. Los otros tres (entre ellos los dos más pequeños) continúan trabajando, en un descanso se apartan hacia abajo del puente y luego regresan a la esquina. Al pasar por ahí un olor a mariguana impregna el lugar.

Los cuatro que fueron a cenar se quedan en el parque Emiliana de Zubeldia jugando con un balón de futbol, mientras los otros tres se cambian de crucero. Ahí otro joven aparentemente mayor está trabajando limpiando vidrios. En promedio por cada semáforo en rojo se avienta tres. Una señora le da un billete de veinte el cual presume a los niños que, esperan la luz roja para hacer malabares con naranjas.

El limpia vidrios satisfecho con su jornada se retira. Los jovencitos trabajan un rato más y luego alcanzan a los otros que estaban todavía jugando futbol y se compran un hot-dog. Después se juntan todos ahora en la esquina de la plaza. Mientras platican, varios fuman cigarros y los más pequeños devoran su ‘dogo’. Pasó una hora desde que los observamos cuando ya van a ser las ocho de la noche y de nueva cuenta uno por uno abordan a los carros, a seguir con los malabares, limpiando vidrios y pidiendo unas monedas, a la vista de todos pero a la vez ignorados por todos.

Desde lejos te observo

En las calles de Hermosillo la mendicidad es muy diversa. Hay otros grupos que a veces son comandados por adultos, los cuales se aprovechan de menores para pedir limosna y quedarse con las ganancias.

Es de noche y paramos en un OXXO ubicado por la calle Lázaro Cárdenas a unos metros al poniente del bulevar Solidaridad. Ahí un par de niños ―ninguno se ve mayor de 10 años―, están sentados a las afueras de la tienda pidiendo unas monedas para “comprar algo de comer”. Uno está completamente descalzo y con ropa sucia y el otro con unos huaraches viejos y una camisa rota.

Abordan a todos los clientes que salen de la tienda y la mayoría les entrega con confianza lo que les sobra de sus compras. Por el otro lado del establecimiento, al final del estacionamiento y recargado en la barda un hombre que se ve mayor los observa desde lejos. Después de recibir el dinero y ver que los clientes se han ido, los muchachitos van con este hombre, le entregan las monedas y después vuelven a sentarse frente a la tienda.

En unos 15 minutos que estuvimos observando, fueron unas 25 personas quienes daban peso tras peso a los jovencitos y todas fueron a entregárselas al hombre.

¿Estás enojado?

En una parada de camión en el centro de la ciudad un joven se nos acerca. Viste pantalón de mezclilla azul claro, camiseta tipo polo de rayas azul cielo con blanco, y una gorra beisbolera. En su antebrazo izquierdo trae un tatuaje y en su mano derecha una bolsa de plástico repleta de pulpas de tamarindo.

Al ponerse de frente saluda y extiende la mano muy cordial.

―¿Estás enojado? ―pregunta con fingida curiosidad.

―No, estoy esperando a alguien.

―Me caíste bien y nomás por eso te doy esto ―remueve entre la bolsa de plástico y saca dos pulpas para después entregármelas y agrega― es que pareces galán de telenovela.

Inmediatamente después recompone la plática y dice:

―La neta es que estoy vendiendo este producto para sacar algo para la papa, está cabrón la situación, valen cinco pesos una y dos por diez… pero ahí lo que gustes apoyar.

Metí mi mano a la bolsa y saque una moneda de cinco pesos y se la entrego. Al momento me quita una pulpa. Me dice “gracias” y se va. Rápidamente avanza unos metros y aborda a otro joven, le da mano y le dice “¿Estás enojado?”. Él sonríe y le da las dos pulpas, repite exactamente lo mismo. No le compran nada. Agarra las pulpas las echa a la bolsa y avanza a buscar a otra persona. Lo sigo con la vista. Por lo menos en cinco minutos abordó a siete personas, cinco compraron su pulpa.

Al siguiente día en la misma esquina y casi a la misma hora, vuelve a aparecer el joven con la misma camisa a rayas pero sin gorra; me ve y me dice: “¿Estás enojado?”.

Continúa la plática mientras me entrega las pulpas y repite su discurso, esta vez le digo que no traigo dinero y no puedo comprarle. Con cara de enojado me arrebata el dulce y se marcha.

En el establecimiento de lado está una pareja de jóvenes y el de las pulpas insiste con su labor. Después de un rato le compran las dos a 10 pesos. Toma el dinero, cruza la calle y se dirige al negocio de enfrente que es una dulcería. Tira la bolsa y entra. Minutos después sale con más pulpas para seguir su recorrido por el centro.

Actuar sobre las causas

Como estos casos hay cientos que existen en Hermosillo pero como no existen estudios ni estadísticas que puedan decir cuántas personas viven en situación de calle. Lo único que se puede hacer es revisar los factores de riesgo que puedan llevar a esta situación:

2 2 Pobreza, calle
Según cifras de COESPO, en Hermosillo el 22.4% de la población vive en pobreza moderada y el 3% en pobreza extrema.

En Sonora, según la “Evaluación de la pobreza y pobreza extrema nacional en entidades federativas, 2010-2012” que realizó el Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social (Coneval), en el 2012 había más de 821 mil personas viviendo en algún tipo de pobreza, lo que representa el 29.1%. De estas casi 140 mil estaban en pobreza extrema.

También el 13.6% de la población, es decir más de 382 mil personas, se encuentran con rezago educativo. Y según el último informe de diciembre del 2013 de la Subsecretaría de Empleo y Productividad Laboral federal, en Sonora existen 80,775 personas económicamente activas desempleadas.

Para Hermosillo, según los Indicadores demográficos y socioeconómicos del 2010, del Consejo Estatal de Población (COESPO), el 22.4% de la población vive en pobreza moderada y el 3% en pobreza extrema. En ese año había 18,342 personas económicamente activas desocupadas. Y el 11.7% de la población estaba en rezago educativo, entre estos el 2.1% de los jóvenes menores de 15 años son completamente analfabetas.