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Meritocracia

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En teoría sería un gobierno con los más capaces, los que tienen más conocimiento y experiencia, en la práctica vemos que no siempre es verdad

Por Rosa Chávez Cárdenas

La meritocracia es un principio según el cual las diferencias sociales se tendrían que fundamentar en las diferencias de talento y conocimiento. El sistema sería más justo cuanto más se adecuen las diferencias sociales al mérito.

El principio de la meritocracia tiene su recorrido histórico en China, se perfeccionó de tal manera que se impuso para la selección de los funcionarios del imperio. En Occidente, se fue aplicando en el principio de la igualdad ante la ley y para ocupar cargos en la administración pública en el gobierno y en la iniciativa privada. En España inició en el reinado de Isabel II, pero, en el franquismo y la guerra civil el mérito no contaba para acceder a un cargo en el gobierno.

En teoría sería un gobierno con los más capaces, los que tienen más conocimiento y experiencia, en la práctica vemos que no siempre es verdad, los que ocupan cargos importantes son por el mérito de ser amigo del funcionario en turno o por apoyarlo en la campaña.

El sistema democrático establece que gobiernen los elegidos en virtud de las preferencias políticas de los votantes. Los asuntos públicos quedan en poder de los elegidos según la mayoría del voto. Lo ideal sería que aplicaran el principio de la meritocracia orientada a buscar a los más capaces, sin excluir el género, la religión y la condición social. En el opuesto la meritocracia tiene su punto de vista negativo, socialmente se considera a los que han alcanzado el éxito social a través de la competitividad, el estudio en las universidades más prestigiosas, la personalidad agresiva, y aquellos que no tienen escrúpulos.

El término proviene del griego “meritum” que significa recompensa y “Kratos” poder. Son muchas las civilizaciones que han implementado la meritocracia a la hora de elegir su gobierno. El término nace en el siglo XX en el libro Rise of meritocracy del sociólogo Michael Yung. Con la facilidad de los estudios universitarios, los de bajos recursos tienen la oportunidad de ingresar a las universidades públicas y hasta a las privadas, los que se esfuerzan en el estudio, alcanza grados de maestría y doctorado. Tener un título universitario se convirtió en símbolo de estatus, como anteriormente lo fue comprar un título nobiliario.

Inmersos en la cultura materialista y consumista no importa de donde vengan los recursos económicos, el mérito es comprar un carro de cierta marca, una casa en cierto fraccionamiento y hasta estudiar en el extranjero. Con la facilidad de oportunidades son tantos los que cuentan con un título universitario que la creencia: “los que se esfuerzan más obtienen los mejores puestos de trabajo” se volvió una falacia. El exceso de licenciaturas y la tecnología han desplazado a muchos individuos. Pero ya viene la otra revolución tecnológica: la Inteligencia Artificial, que parece la maravilla.

La IA es la combinación de algoritmos con el propósito de crear máquinas que presenten mejores capacidades que el ser humano. No sé ustedes, me pregunto: ¿en qué van a laborar los seres humanos? La frustración por tanto desempleo y la corrupción han causado resentimiento, de manera que el voto se fue por populistas faltos de méritos. Líderes populistas, carentes de mérito. Ejemplos sobran, Trump sin estudios universitarios, racista, presume no pagar impuestos, les prometió el american dream. Llegó a la presidencia con injurias para agraviar a su contrincante Hillary Clinton.

El presidente de México, a dos años de gobierno, el país está atrapado en una gran crisis económica, agravada por el coronavirus, su mérito, los años en campaña. Se cree perfecto y no se deja aconsejar por los expertos.

Maduro, el de Venezuela, recibió el cargo gracias a su amistad con Hugo Chávez, tiene al país en bancarrota. Boris Johnson, en el Reino Unido, se empeñó en que abandonaran la Unión Europea, su filosofía: “estos son mis principios, si no te gustan tengo otros”. Ya en el cargo, ha sabido delegar en los expertos; como buen capitalista no le interesan las ayudas sociales.

Para conseguir un estatus, no es indispensable un título universitario, son otros factores como: el talento nato, la seguridad en sí mismo y correr el riesgo después de analizar el proyecto.

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