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Ni la sociedad es capaz de ser solidaria consigo misma

Por Feliciano J. Espriella

La frase anterior se la escuché a principios de semana a un conocido líder de opinión al referirse al hecho del poco caso que muchos compatriotas hacen de la recomendación #QuédateEnCasa y me parece que tiene mucha razón.

Lo que está pasando en la actualidad en México me llevó a recordar una vieja historia, la cual ya he publicado en ocasiones anteriores. Es la siguiente:

Dicen que cuando Dios se avocó a la tarea de crear nuestro planeta tierra, un ángel fue tomando nota de lo que le otorgaría a cada país. Cuando llegó a México, le dio las siguientes instrucciones:

Ponle -le dijo el Señor al ángel-, la mayor diversidad de regiones que tengamos: enormes litorales, bellísimas playas, amplios valles y montañas, desiertos, bosques, selvas, lagunas y ríos. Que florezcan las más hermosas y exóticas variedades de flores y árboles de ornato

Puéblala con cientos de miles de especies de aves, ofidios y mamíferos. Dota sus mares con la mayor diversidad de especies marinas y flora.

Sus entrañas llénalas de la mayor cantidad de metales valiosos, oro, plata, cobre, zink, cadmio, grafito, manganeso, antimonio, hierro y grafito. Agrégale además enormes yacimientos de petróleo.

Al llegar a este punto, el ángel interrumpió a Dios y le dijo: “Señor, no se te hace que le estás dando demasiado a este país”.

Sí, le respondió Dios, pero vas a ver la clase de gente que le voy a mandar.

En situaciones como las que estamos viviendo, en medio de la peor crisis de salud y económica que hayamos enfrentado jamás, en las que lo razonable sería que cada uno de los mexicanos buscara la unidad y la manera de aportar al menos un granito de arena para salir adelante, vemos cómo una gran cantidad de mexicanos sólo intenta jalar agua para su molino.

Irresponsables

Hemos visto escenas en multitud de ciudades de México en las cuales la gente acude masivamente a algún lugar llevando incluso a niños o adultos de edad muy avanzada. Lamentablemente en el país abundan los irresponsables con ceguera mental que les impide dimensionar la gravedad del asunto.

Hace poco vi en un noticiero imágenes de un mercado de mariscos en la Ciudad de México literalmente abarrotado. El reportero que cubría la nota pidió testimonios a varios de los asistentes, uno de los cuales llevaba a su madre, al ser entrevistado respondió que eran exageraciones lo que se decía, “Lo mejor es estar fuerte y bien alimentado, por eso venimos a comprar mariscos y traje a mi mamacita que tiene 90 años”, dijo frente al micrófono al mismo tiempo que mostraba a la ancianita.

Una joven veinteañera respondió simple y llanamente que era puro cuento lo de coronavirus y que ella nomás no iba a acatar el llamado a quedarse en casa.

En Sonora me parece que estaba sucediendo algo muy similar. A pesar de que desde hace varias semanas se había establecido la prohibición de circular a quienes no tuvieran motivos válidos, las calles seguían con bastante circulación de vehículos y algunos lugares y plazas con muchas personas.

Seguramente por ello, la gobernadora Claudia Pavlovich tuvo que decretar la prohibición para circular a quienes no tengan motivos válidos y sólo una persona por vehículo. Para ello se establecieron filtros de revisión y fuertes sanciones económicas.

Entró en vigor el pasado lunes y para el martes ya eran notorios los efectos. Enhorabuena gobernadora.

Los malnacidos

Hace algunas semanas en este mismo espacio le dediqué toda la columna a los despreciables especímenes que pretenden lucrar en beneficio personal los efectos de los deplorables acontecimientos actuales.

En esta ocasión no me voy a referir al presidente de Coparmex que sólo ha pretendido negociar prebendas para la élite empresarial y apuntalar su precampaña por la Presidencia de la República en 2024.

Tampoco a Eugenio Derbez, quien utilizó el altruismo de un médico retirado (ya no en funciones como afirmó el cómico) del Seguro Social, para en un aparente acto de bohonomía afirmar en un video que se hizo viral, “que no se está haciendo nada”.

Curiosamente, el video lo lanzó 15 días después de que se comunicó con el médico que dijo falsamente es su amigo ¿Por qué? ¿Qué no era apremiante la ayuda? Tal vez necesitó tiempo para que le creciera la barba y armar la trama.

No, esta vez me referiré a los malnacidos que han agredido en casi todo el país a médicos, enfermeras y personal que trabaja en los hospitales del país.

Mientras que en Londres, París, Madrid, Roma, Ámsterdam y decenas de ciudades en todo el mundo la gente sale por las tardes a los balcones de su confinamiento a aplaudirles y echarles porras, aquí en México, muchos malnacidos en toda la extensión de la palabra, los agreden y discriminan, en vez de darles, como en el resto del mundo, el reconocimiento que merece quienes arriesgan a diario la vida para salvar la de otros.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.