DestacadaGeneral

Red Solidaria Sonora, un compromiso simple con los otros

Por Imanol  Caneyada/

Se trata de un movimiento que busca que la gente se comprometa con aquellas personas más necesitadas a través de acciones simples, acciones que no suponen más que un poco de tiempo, de voluntad y de ganas de ayudar al prójimo

Cuando medio planeta se preparaba para el fin del mundo, Diana Coronado Gutiérrez veía una serie de documentales del realizador Juan Carr sobre una red de redes argentina; “26 personas para salvar el mundo” tocó las fibras más sensibles de esta abogada de 34 años con maestría en amparo y le inspiró para una incipiente iniciativa que fundó con tres amigos más.

Así nacía la Red Solidaria Sonora, un movimiento que busca que la gente se comprometa con aquellas personas más necesitadas a través de acciones simples, acciones que no suponen más que un poco de tiempo, de voluntad y de ganas de ayudar al prójimo.

La cita es en un café del centro de Hermosillo; Diana Coronado llega puntual y pide un cappuccino. No hay preámbulos, de inmediato ya estamos platicando sobre la red.

Me sorprende que una abogada, con la fama de inescrupulosos que se cargan, sea quien haya echado a andar la iniciativa. Se lo digo y me contesta que precisamente su profesión le ha acercado a esa gran cantidad de gente necesitada (en México, acaba de anunciar el Cepal, 15 millones de personas viven en la miseria), a ese numeroso ejército en situación de vulnerabilidad.

La Red, me cuenta Diana, empezó con uno de los sectores más olvidados de la sociedad, los adultos mayores; ancianos sin familia ni medios económicos para sostenerse; solos y en condiciones de total abandono.

No nada más se trata, aclara la fundadora de la red, de hacerles llegar cosas, que también lo hacemos, sino de dedicarles un tiempo, platicar con ellos, escucharlos.

“Porque la soledad puede ser tan dura como el hambre”, dice.

A los miembros de la red no les interesan las estadísticas ni cuantificar el esfuerzo para presumirlo, sino las personas, por lo que van paso a paso, poco a poco. En dos meses se han acercado a cuatro viejitos (así les dice Diana) a los que apoyan emocional y económicamente.

La red no recibe ni un quinto, ni está constituida en ninguna clase de asociación ni busca publicidad ni pronunciamientos políticos; tampoco sueña con transformar el mundo, solo necesita gente dispuesta a entregar un poco de tiempo y a desprenderse de objetos simples como una olla, una cobija o una despensa de 300 pesos.

Algo que queremos conservar, aclara Diana, es la horizontalidad de la organización; estamos abiertos a que se sume quien quiera, aquí no hay jefes ni directores ni presidentes.

Me doy cuenta a medida que transcurre la plática que la red se basa en valores como la solidaridad, la empatía, la comprensión.

Diana me confiesa que le gusta mucho ver documentales en la tele; en uno de ellos, descubrió que en Buenos Aires, 800 voluntarios salían a las calles con un termo a regalar sopa caliente a los desposeídos.

“La simplicidad de una acción como ésta me prendió el foco”, dice, y se puso manos a la obra.

El lema de la red (aunque lo de lema es invención mía) podría ser “hacer lo que realmente puedes”. A la gente le parece muy difícil participar en empresas como estas, explica Diana, pero cuando la perspectiva es comprometerte con una acción simple como dedicarle media hora a la semana a un anciano, ya no lo es tanto.

Otra de las palabras constantes en la charla es compromiso.

La abogada ejemplifica cómo trabajan:

Recientemente, dos estudiantes contactaron con la red y les plantearon que no tenían dinero pero sí tiempo; paralelamente, dos amigas de Diana le comentaron que les interesaba participar pero que les faltaba tiempo.

La red las contactó para conjuntar las posibilidades económicas de unas y la disponibilidad de las otras y actuar en consecuencia.

Aunque son odiosas, la comparación es inevitable: a diferencia de otros países, donde la gente está muy comprometida con la comunidad a través de organizaciones deportivas, políticas, sociales o culturales, en México apenas estamos entendiendo la necesidad de participar cívicamente.

Vivimos, reflexiona Diana, encerrados en nosotros mismos, vamos de la casa al trabajo, del trabajo a la casa, y pensamos que sólo nuestros problemas existen. No vemos alrededor, al resto de las personas, sobre todo a los más necesitados, son invisibles.

A pesar de ello, Diana cree que los buenos son más, que la empatía y la solidaridad están dormidas muy dentro de nosotros y que solo hace falta sacudirlas un poco para que afloren.

Con esa fe, la abogada pone a disposición de quien esté interesado en colaborar con la red un correo electrónico: [email protected], la página en Facebook Red Solidaria Sonora y una dirección por si quieren hacer llegar apoyo en especie, “nada de dinero, no manejamos dinero”: Av. 4 Nro. 302, entre Reforma y Guadalupe Victoria, colonia Jesús García, Hermosillo, Sonora. Además su teléfono (662) 203 27 84.

“Pero preferimos que la gente vaya personalmente con los viejitos a entregarles el apoyo y un poco de su tiempo”.

Leave a Response