Principales

Rescatan el antiguo oficio del barbero

Gustavo “El Perro” encabeza el proyecto de “La Antigua”.

Por Gabriel Rigo Gutiérrez

Entrar a “La Antigua Barbería” es toda una experiencia. La casona que pertenece a la Familia Noriega tiene más de 130 años y ya es considerada como patrimonio histórico de la ciudad. Están justo en el corazón de la ciudad, calle Dr. Noriega No. 136.

Gustavo “El Perro”, nos recibe en la sala de espera. La luz es ligeramente tenue, en el audio ambiente suena el inconfundible rock de The Eagles, desde el fondo, de uno de los salones, se escuchan una conversación entre risas y el ronroneo de la máquina cortadora de cabello.

Con unas cabezas de venado disecadas como testigos, comenzamos la charla con el ingeniero Rivera, fundador desde hace seis años del concepto de “La Antigua”. Esto no es una ‘barber shop’ donde la gente fuma, nos aclara de entrada, es una barbería y buscan que el cliente se sienta cómodo, por cierto, hablando de comodidad, nos presenta su más reciente orgullo: una silla de barbero de 1947 recién restaurada.

¿De dónde te surgió ese interés por ser barbero; tuviste alguna especialización en la técnica?

Cuando estaba más joven, yo le daba mucho a la patineta y me la llevaba de vago, entonces mi padre me dijo: “¿Sabes qué? Andas mucho tiempo en la calle”. Y me llevó con su barbero, Don Fausto, él tenía su negocio en Monteverde y Nogales. Fue mi primer empleo —el señor hace tres años dejó de trabajar, tiene 96 años—, ahí comencé a cortar.

Me iba de la escuela a la barbería y para mi fue un despertar, entrar a ese ambiente de una barbería clásica. Don Fausto siempre andaba impecable, zapatos boleados, peinado, una filipina azul cielo limpiecita; llegaban los clientes y el señor sabía de sus negocios, su familia, platicaban de la vida. Eran detalles que me asombraron mucho.

El oficio yo nunca lo ejercí como tal, sí les cortaba el pelo a mis amigos o familiares de vez en cuando, pero yo era ingeniero. Después de 12 años de trabajar en Ford, me salí, hice mi propia empresa, pero el mundo industrial, es un mundo de tiburones, al final, los altibajos financieros me terminaron absorbiendo.

¿Cómo nació la idea de instalar tu propia barbería?

La idea de cortar cabello salió de mi esposa y de mi mamá. Me decían: “¿Por qué no cortas el cabello? Tienes clientes, la gente viene y te busca, lo haces bien”. Pero yo era ingeniero ¡cómo! Me habían enseñado que la carrera que estudié y mi profesión eran el significado de éxito.

Jorge Lagarda “Topo”, Xavier Leyva y Gustavo Rivera, parte del equipo de barberos.

Al cabo de unos meses cuando vi que lo ahorrado empezó a bajar, decidí hacerlo, pero dije: lo voy hacer y lo voy hacer bien. Busqué una academia aquí en Hermosillo, estudié un año. Después, como si fueran prácticas profesionales de ingeniería, me fui de barbería en barbería y de estética en estética otro año. Ahí vi los estilos, los clientes y los espacios, lo aproveché para conocer todo el ambiente del mercado. Y me di cuenta de que a mí lo que me gustaba era la barbería clásica. La que quedó “caducada en los 90´s” cuando se popularizaron las estéticas unisex. Y aquí, yo empecé como socio y barbero a la vez.

¿Cuántos empleados tienen actualmente?

Somos cuatro barberos y una lady barber. Aparte están la recepcionista y un señor de limpieza. Somos siete.

El mundo de las ‘barber shop’ es muy competido, hubo un auge de ellas en la región. ¿Cuál es el sello que los hace diferente a ustedes, es esa intención de retomar la barbería tradicional?

Sí, eso es. Pero aparte, el mercado es muy especial. Por ejemplo, en la calle Garmendia que está repleto de barberías, ellos no compiten. El mercado que nosotros manejamos es diferente. El servicio, la comodidad, el horario, los detalles, la sala de espera, el espacio que les da su barbero.  

¿Por qué es importante acudir con un experto como lo es un barbero para este trabajo de autocuidado?

Todos los que estamos aquí, con nuestros años de experiencia, con la constante actualización y estudio, con nuestro empeño en innovar en el servicio, inversiones en el equipo. Nos prepara para ser barberos que puedan atender realmente lo que busca el caballero. No basta con tener una maquinita tatuada en un brazo. Uno tiene que saber de cortes, estilos y de los productos. Porque ahora los clientes ya se preocupan por sus productos, por sus peines, por la salud de su cabello. Entonces los clientes nos van a buscar porque sabemos de lo que ellos necesitan y se lo podemos proporcionar, además con atención personalizada. Porque un barbero puede tener fácil unos cincuenta clientes fieles, pero a cada uno lo conoce bien y lo va a atender con su toque especial para cada uno. 

¿Cuál es corte más popular?

El desvanecido: El que es de más corto a más largo. ¿Cómo es? depende del cliente y depende del barbero que lo haga. Porque hay barberos que tienen más habilidades con unas herramientas y cortes que otros. Así como hay entre los clientes tipos de pelo, estilo y gustos.

En este ambiente de las barberías, de lo que aprendiste de tus mentores. ¿Qué lección fue la que más te ha marcado para mantener tu empresa fuerte y establecida?

Lo que hacemos aquí, es entender que el cliente va a regresar más por la experiencia que por el servicio. En una ocasión hicimos una encuesta a los clientes sobre qué era lo que más les gustaba de venir a la barbería, y de todas las variables y opciones, el corte estaba en la décima posición. Es decir, nuestros clientes vienen por todo lo que le damos de ‘bonus’: la música, la plática, el espacio, el ambiente fraternal, los chistes y las carrillas.

Después de todas las medidas de confinamiento por la pandemia el año pasado ¿Cómo les fue a las barberías? ¿Sabes si cerraron negocios?

El 35% del total de barberías que había en Hermosillo cerraron y no volvieron cuando ya pudimos abrir.

¿En su caso cómo le hicieron para sobrevivir ese episodio?

Están ubicados en Dr. Noriega No. 136, una casona considerada todo un edificio histórico.

Antes de que dijeran oficialmente que ya podíamos abrir de nuevo nosotros investigamos con grupos de barberos de otros lugares, hablamos con barberos de todo el mundo, buscamos en donde la pandemia ya estaba de bajada, y empezaban a abrir con sus medidas y nos pudimos adelantar a saber todo lo que necesitábamos para tenerlo en cuanto antes, y conocer que protocolos teníamos que mantener. Y de ahí, fue sobrevivir como podíamos. No ganarle, pero no perderle, incluso trabajar a puerta cerrada para conseguir la permanencia y que pudiéramos comer.

¿Cómo ves la situación actual, siendo que no hay muchos indicios de que la economía se recupere pronto?

En eso creo que tenemos suerte. El servicio de corte está debajo de la comida en la canasta de todos. Cortes de pelo siempre va a haber. Y sobreviviremos dando todo lo que otros no pueden dar, hacer lo que nadie hace y cuidar al cliente. Porque aquí, el cliente no tiene la razón, pero siempre va a merecer lo mejor y nosotros se lo ofrecemos.

¿Qué mensajes le dejarías a los nuevos emprendedores?

No tengan miedo. No dejes que tu pasado y fantasmas te ganen. Yo tenía el orgullo de ser ingeniero y eso lo venía arrastrando, entonces esas cosas hay que dejarlas ir. Si no, te van a arrastrar hasta el fondo. El hambre y las limitaciones de nuestras circunstancias, siempre es el motivador para ponerse a crear. Den ese salto de fe. Permítanse no tener miedo.