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Transforman capullos en tenabaris

Sobre la mesa permanecen los capullos de las mariposas, junto a ellos, las manos del hombre que concentra la habilidad que la experiencia le ha dado para fabricar tenabaris y perpetuar la identidad Yaqui.

Los tenabaris son elementos importantes de la tradición Yaqui en Cuaresma; para algunos simbolizan las lágrimas de María y por eso tienen que hacer ruido; otros afirman que son parte de la armadura de los romanos en tiempo de Cristo; para los extraños a esta comunidad, son los cascabeles que los fariseos llevan amarrados a sus piernas.

Ernesto Flores Delgado, responsable del Centro Cultural La Matanza, a cargo del Instituto Municipal de Cultura, Arte y Turismo (Imcatur), imparte desde el lunes pasado un taller sobre cómo elaborar tenabaris a las nuevas generaciones.

Cuenta Flores Delgado que con la experiencia de 20 años, los tenabaris pueden realizarse en un día, pero los dedos novatos llegan a necesitar hasta una semana para concluir el proceso, que consiste en vaciar el capullo, llenarlo con chaquira e hilar 340 cápsulas, una con otra, para lograr el atuendo completo.

Cada uno de los capullos tiene un costo de dos pesos. En esta ocasión la comunidad yaqui ha contado con el apoyo del IMCATUR para adquirir los capullos, un logro muy preciado en la comunidad porque pueden durar hasta 10 años con los cuidados adecuados.

Aunque el taller está abierto al público en general, por el momento son fariseos de cinco ramadas distintas los que asisten al taller que se impartirá dos horarias diarias de lunes a viernes en el Centro Cultural a partir de las cuatro de la tarde, en forma gratuita. Al término de 60 horas acumuladas, más tenabaris adornarán la vestimenta tradicional de los yaquis en esta época de Cuaresma.

Los ciudadanos interesados por conocer más sobre sus costumbres y fiestas tradicionales pueden acercarse al Centro Cultural La Matanza, a partir de las nueve de la mañana, en calle Nicaragua y callejón Sandino, frente a la cancha que está ubicada en las faldas del Cerro de la Campana, detrás del Museo de Sonora en la Antigua Penitenciaría.

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