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¿Y el PRI en Sonora?

Fue un absurdo hacer descansar toda la responsabilidad del resultado electoral en un solo individuo, con todo y su importancia y arrastre personal, como evidentemente fue el caso del candidato Gándara Camou

Por Juan J. Sánchez Meza

Hace tres años, el PRI en Sonora escuchó, pero no entendió o no le importó entender, el mensaje de las urnas.

En aquél entonces, cómodamente, se refugió en el conveniente mal de muchos que fue como se entendió el llamado tsunami lopezobradorista.

Con actitud complaciente, la caricatura de dirigencia política del PRI de los últimos años vio pasar frente a sus ojos, impasible, las incontables tragedias familiares y sociales generadas por las acciones y omisiones del presidente López Obrador y la descomposición del aparato público federal puesto al servicio de los caprichos de este régimen cavernícola.

Ni la cancelación de los servicios de guarderías, ni la escasez de medicina para la población trabajadora, particularmente grave en el caso de los niños con cáncer; ni el manejo irresponsable de la pandemia que en Sonora ha tenido y sigue teniendo efectos devastadores, con su amarga secuela de desempleo y pobreza, ni la precarización financiera de las administraciones municipales por la disminución de transferencias federales; ni siquiera la incontenible y devastadora violencia organizada y desorganizada que victimiza a cientos de familias en Sonora, etcétera, nada de ello conmovió a la adormecida dirigencia priista en el Estado que así transcurrió plácidamente, hasta que la agitación prelectoral vino a despertarla.

Hasta antes de eso, ni el ciudadano sin partido ni la militancia priista, o lo que quedaba de ella, tuvieron en el PRI estatal un aliado en sus penalidades o siquiera un compañero que alzara la voz y amplificara con ella el reclamo y la demanda de quienes nada podían hacer desde el desamparo.

Si bien es cierto que Ernesto Gándara fue el mejor candidato que el PRI podía ofrecer y que la alianza con el PAN y con el PRD fue a todas luces un acertado esfuerzo de conciliación y acuerdos que mostraban madurez y un claro reconocimiento de las circunstancias políticas en el Estado, a todas luces ello resultaba insuficiente para frenar este nuevo tsunami. Total, ya habría tiempo suficiente para consolarse con nuevas causas y nuevas explicaciones.

Por mi parte, creo que no puede haber campaña exitosa atenida a la sola capacidad del candidato para despertar el interés del votante. Fue un absurdo hacer descansar toda la responsabilidad del resultado electoral en un solo individuo, con todo y su importancia y arrastre personal, como evidentemente fue el caso del candidato Gándara Camou. Es decir, la campaña que concluyó este domingo 6 debió comenzar en 2018, de la misma manera que hoy debiera comenzar la que habrá de concluir en 2024.

En esas condiciones, la pregunta de este momento es ¿quiénes, dentro del PRI, tendrán la suficiente vergüenza política para entender el complicado momento que vivimos e iniciar un esfuerzo serio de rescate?

Lo digo, con el perdón del lector, desde la posición de priista ofendido por la indiferencia de la burocracia política que lo encabeza hoy día, insensible, distante y fatalmente condenada a no entender el papel que estaba destinada a jugar en el momento de crisis política por la que atraviesa el país desde diciembre del año 2018.

Así pudo transitar cómodamente este régimen devastador, demoliendo instituciones y políticas públicas que el PRI estaba obligado a defender porque, en su momento, las había apoyado o bien había contribuido a consolidarlas y, en no pocos casos, había sido autor legítimo de las mismas. Díganlo si no quienes se beneficiaban del Seguro Popular impulsado por el Presidente Fox o los millones de familias que vieron la Reforma Educativa como la única esperanza cierta de progreso para sus hijos.

Bienvenida una nueva generación de políticos que, sobre las ruinas, sean capaces de posicionarse, en el PRI de Sonora, como una oposición digna, moderna y comprometida con su Estado.

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@JuanJaimeSM50