Héctor Rodriguez Espinoza

Más de la secundaria universitaria

Por Héctor Rodríguez Espinoza

I.- Al igual que con el «Anecdotario Universitario» del C.P. Miguel Ángel «Chero» Paz Córdova (+), rescaté “Remembranzas de la Unison” del C.P. Antonio Nevárez, su paso por la secundaria adscrita a la Universidad de Sonora. Debí incluirlas en mi libro autobiográfico «Evocaciones de un Universitario», ed. de autor, 2015. Pero aumentaba su costo e indebidamente excluí. La 1° edición, 300 ejemplares, se agotó, disponible en edición Kindle en amazon.com.mx. En la siguiente espero incluirlas:

C.P. ANTONIO NEVÁREZ:

“Durante nuestros años secundarios y preparatorios (50’s y 60’s) en la UNISON se daba todo tipo de caracteres: estudiosos, flojonazos, pachangueros (el “coleómetro” indicaba donde había pachanga los fines de semana, acudíamos sin invitación, acogidos por los anfitriones), músicos (banda de música y coros de la Miss Zubeldía), atletas y los “peleoneros”.

“Los peleoneros” eran estudiantes no agresivos, fuertes y buenos para los trancazos, que como en el viejo Oeste, eran buscados por lo más graneado de la raza bravía (la Matanza, el Coloso, Las Pilas, La Cañada de los Negros, etc.) para “echarse” un tiro y acrecentar fama de pendencieros:

Carlos “elaborado” Salcido: deportista (jugador de beisbol). De sus peleas memorables, una contra un “hielo” (alumnos del Colegio Central de Comercio, usaban tremendo traje negro), nos molestaba en un desfile a unos esmirriados de 1° secundaria, pavoneándose con su circunspecto uniforme, hombreras, polainas y “bayoneta”. Llegó “el elaborado” y al reclamarle que nos dejara en paz, “el hielo” trató de propasarse y recibió tremenda “zoquetiza”, y al llevarse la peor parte, sacó imprudentemente la bayoneta, “el elaborado” optó por estratégica retirada

Miguel Ángel “pelón” Tapia: Abogado en Cd. Obregón, su lugar de origen. Llegó a la preparatoria en 1954, magnifico compañero, pero quien le buscaba, le encontraba.

Una ocasión de serenata, “el pelón”, “el pulga” Delgado, “el papi” Valenzuela, “el gordo” Torres y el que esto escribe, en “la matanza” por los integrantes del trío “Los bachilleres”, comandado por el “papi”, nos atacaron enojados “matanceros”. No lo hubieran hecho, se bajaron del carro, “el pelón” y yo, convenientemente instalados en la retaguardia, hacíamos rounds de sombra.

Luis Manuel Isibasi: “el Isibasi”, tan fuerte que todos le escurrían el bulto, no recuerdo alguna pelea donde fuera protagonista, pues sus posibles contrincantes llevaban a cabo graciosas huida. Se puso los guantes para un “tiro” contra “el pelón” Tapia, fue la pelea de la década y ¿quién gano?, lo dejamos para el futuro.

Luis “el pulga” Delgado: gran amigo actualmente pasa por problema de salud, esperamos en Dios logre recuperarse. No te rindas amigo. De corta estatura, lo que le faltaba le sobraba en enjundia. Gran pelotero amateur en beisbol como en softbol nacional e internacional y en secundaria y preparatoria protagonista en peleas. Una vez, acompañado de “Nacho” Romero Nichols, pacífico alumno del bachillerato, fueron de visita por el Mariachi con una novia (Chuyita), retados por fascinerosos. “El pulga”, de pocas “ídems”, aceptó el reto y se lio a puñetazos contra ambos, mientras que nacho Romero exclamaba: “Jesucristo” o “Dios Mío”, “¡agáchate pulga, tírate al suelo, al caído no se le pega!”. Finalmente logró hacerlos huir y regresaron sanos y salvos.”

Anécdotas que aún se nos representa como si hubiera sido ayer. Tristes, bailes, personajes y muchas cosas más que fueron y forman parte muy querida de nuestros años mozos.

Jamás hemos escrito y nunca lo haremos en forma ofensiva, de hombres o mujeres, ya profesionistas o simplemente ciudadanos de orden y de trabajo merecen todo nuestro respeto.

a.- En los cincuenta, en el jardín por fuera de la secundaria y colindando con la agropecuaria, existía una caseta en donde se vendían sodas, dulces, galletas y chucherías que comprábamos en los recesos, regenteada por un trabajador, “Richard”, ayudante de Miguel Castro Servín. Un día, por fuera de la caseta se encontraba sentado cabizbajo y meditabundo, pasaba el profesor Ernesto López Riego, “el venadito” y le preguntó: “¿qué te pasa, Richard, por qué tan agüitado?, el afable hombre contestó: “Es que me tienen hundido los impuestos”. El profe le preguntó: “¿Te cobran muchos impuestos?”. “No, profesor –le contestó-, no esos impuestos, sino los “impuestos a no pagar” como “el cotake” Barrios, “el cabezón Morúa”, “la juana Robles”, “el Hery Rodríguez”, “El chuco Ordaz”, “la Yolanda Rodríguez”, “el Félix Tobie”, “el flaco Nevárez”, “el teco Palafox” y hasta “el Glostora Gutiérrez”, que me deben un titipuchal.”

b.- Ingresó a arte dramático un alumno de preparatoria que le gustaba la actuación, con tan buena suerte que le dieron un pequeño papel en una obra en tres actos, “La importancia de llamarse Ernesto”, de Oscar Wilde; un papel corto y lo desempeñó bastante bien, el director, Alberto Estrella, lo felicitó y le dijo que continuara y alcanzaría sus objetivos de convertirse en un magnífico actor de teatro y de cine. Orgulloso llegó a su casa y le dijo a su mamá: – “Mamacita, fui muy felicitado por mi actuación y me dijo el director que si continuo así es muy probable que me gane un Ariel.” La pobre señora, que no sabía nada de premios le dijo: “Qué bueno mijito, ojalá y te lo den, porque tengo mucha ropa que lavar”. Ese alumno fue el distinguido maestro Edgardo Peñúñuri Félix, “El Güero Peñúñuri”, que destacó en teatro local y nacional.

c.- Cosmografía se impartía en segundo de preparatoria, muy dura y pocos los alumnos que la comprendían, era un “tronadero”, muchos tenían que presentarla en extraordinario o a título de suficiencia. El maestro era uno de los más simpáticos, muy “ebrio”, le caía muy bien a la plebe, cumplido y aunque se amaneciera en los bailes hasta las cuatro de la mañana, a las siete ya estaba en el salón y al alumno que había visto en el baile era al primero que le preguntaba la clase. En un baile había pisteado con un alumno hasta altas horas de la madrugada, tempranito llegó a clases y se dirigió al estudiante, también responsable. De inmediato le dijo: “A ver joven Tirado, ¿qué nos puede decir del agujero de ozono”? Tirado, que no entendía nada de cosmografía contestó: “La mera verdad, ingeniero, yo nunca me he metido con esa japonesa”. Ese maestro fue el ingeniero Naval Jesús Raso Reguero, y colaborador de Ernesto Salazar Girón, director de la escuela.

d.- Casi todos teníamos apodos y, por qué no decirlo, algunos maestros. Sin ánimos de ofender, únicamente costumbres inocentes del humor e ingenio de la “raza” pululante. Algunos ejemplos, agrupados para su mejor interpretación:

– Equinos y bovino:

“El caballo”: Miguel Ángel Cortés Ibarra, ex procurador de Justicia, atleta, campeón universitario en longitud y triple, era precisamente eso, el caballo de batalla del “güero” Castro en los eventos atléticos. “El burro”: Lic. César Tapia Quijada, maestro de leyes. “El chivo”: Héctor Leyva Castro, Notario en San Luis Río Colorado. “El chivo” Ramírez Tavizón, atleta, campeón en longitud (aunque en una de tantas competencias yo lo eliminé y hasta la fecha no me lo perdona).

– Palmípedos y gallináceos: El “pato” Munguía, uno de los principales sospechosos de sobrepasarse de gases en un baile en el antiguo country club. Hasta la fecha dicho acto se le atribuye al diablo, pero los contemporáneos sabemos que belcebú nada tuvo que ver en el mencionado evento, causa de su cierre. Paradoja de la vida, es virtuoso de la guitarra, que plañe como un verdadero maestro. “El pato”: César Saint Clair (+). “El pingüino”: Ulises Arnold, orgullo de Carbó y avecindado en el D. F. “El gallina” Juan Pedro Félix, hijo del propietario del restaurant de bahía de kino “La caverna del seri”, experto nadador y tripulante de veleros. Desapareció misteriosamente sin dejar huella en expedición a altamar que jamás regresó a la bahía.

– Maestros: “El pluma blanca”: Ing. Norberto Aguirre Palancares, Rector de 1954 a 1957 (cabeza completamente blanca). “El cara de bolsa”: Ing. Gutiérrez, Director de Agricultura y Ganadería, en virtud de tener algo colgado sus cachetes. “El glostora”: Profr. Rubén Gutiérrez Carranza, siempre andaba muy bien peinado. “El drácula”: Prof. Carlos Gámez, clase de Biología y a causa de su cavernosa voz siniestra. “El birlochas”: Ing. Dueñas, parecido al personaje de tiras cómicas. “El chipotes”: Prof. Alberto Córdova y “El largo” Espinoza, muy apreciados maestros de cultura física. “El cabezón”: Prof. Ernesto Salazar Girón, director de secundaria y preparatoria. “El cacahuate”: Ing. Quím. Quijano, maestro de la agropecuaria, por su corta estatura. “El botas”: Prof. Mendoza, matemáticas y civismo de la secundaria.

-.Apodos familiares: Existían familias de universitarios cuyos miembros tenían apodos, caso de mi muy querido compadre y mejor amigo “el papi”, Jesús Arturo Valenzuela Calderón como sigue, en orden de padre, madre e hijos. “El tochi”, Don J.  J. Valenzuela (+), “La magui”, Doña Margarita Calderón de Valenzuela (+), “La molocha”, Clementina (+), “La mona”, Lupita, “La tuta”, Rosa Amelia, “El papi”, Jesús Arturo, “El teco”, Sergio, “El quillo”, Gilberto y la tía Doña Esperanza, “la mamá lacha”.

-. Misceláneo: Casi todos los estudiantes teníamos apodos. Al que escribe se le conocía como “el flaco” Névarez, alfeñique de 44 kilos, que nada pudo hacer por mí Charles Atlas, creador de la “tensión dinámica”, por más que me esforcé con sus famosos cursos por correspondencia. “El rana”, Marco Antonio Téllez, “el taquico la ley”, Héctor Francisco Vizcaíno Miranda, “el pulga Delgado”, “el capalocos”, Raúl Carrillo, “el chanate Otero”, “el pollo Ayón”, “el chero Paz”; “el rata” Héctor Cruz S., “el patudo Noriega”, “el caparratas Carvajal”, “el pata de ala Nuñez”, “el mamus Salazar”, “el chato Esquer”, “el chiltepín Rodríguez”, “el chilaquil Pérez” (+), “el cochi Toyos” (+), “el perro Rentería”, ”el pulpo Minjares”, “el buitre Talamantes”; “el Roque Méndez” (también “el cafetera”), “el cachora Romero” (+), “el busca aviones Lizárraga” (siempre andaba viendo para arriba, puesto que estaba mal de la vista, “el kalichi Manzo”, etc.”

II.- GUILLERMO “MEMO” MORENO

Merece mención especial, cursaba grado superior al nuestro, pero destacaba porque en el invierno usaba una preciosa y envidiada chamarra deportiva azul y amarillo, con escudo de la Universidad y siempre portaba su cámara fotográfica. En El Imparcial escribió:

“Mi quehacer fotográfico se inició el 25 de mayo de 1955, cuando Miguel ‘El Güero’ Castro Servín me impulsó a que tomara las primeras fotografías que, por cierto, estuve acompañado de mis buenos amigos, el recordado Emiliano Salcido Salcido, de los «Elaborados» y de Manuel Cubillas Corral, que afortunadamente todavía anda por ahí en sus exitosos negocios ganaderos.

Casi desde ese momento inicié la entretenida y productiva tarea de formar un archivo, que a la fecha he enriquecido con otros, así como con fotos sueltas que me fueron llegando.

Por ejemplo tengo, gracias a la gentileza de Carlos Calleja, gran parte del archivo de su padre, Don Carlos M. Calleja, que fue comerciante y fotógrafo aficionado bastante bueno de los años 20 y 30.

Por supuesto que también conservo casi todo el archivo de mi padre, Guillermo Moreno Ruiz, sobre todo las actividades desarrolladas en el sexenio del gobernador Don Ignacio Soto. De este periodo están las giras del gobernador a los municipios, las inauguraciones de escuelas, carreteras, sus avances de obra, las grandes y pequeñas presas como El Oviáchic, Mocúzari, La Haciendita y el orgullo del ingeniero Jorge Platt, la presa Rebeico, además de algunos eventos sociales y deportivos.

Fotografías casi de todos. Para quienes recuerden una visita del Gobernador Soto a su pueblo o ciudad, es posible que aquí puedan encontrar fotos de sus padres, abuelos o bisabuelos, y si fueron funcionarios municipales, de seguro lo encontrarán.

Si algún lector formó parte de aquellos cursos de verano para maestros, de principios de los 50, aquí tengo grupo por grupo, así como las graduaciones correspondientes.

En el archivo conservo fotos antiguas de algunas ciudades, como Álamos, San Luis Río Colorado, Cananea, Nogales, Hermosillo y otras.

También están muchos de los eventos académicos y deportivos que fotografíe en la Universidad de Sonora, en los años 50’s, 60’s y parte de los 70’s.

La gran mayoría de las fotografías que ilustran estos suplementos especiales por el aniversario de Hermosillo son de mi archivo. Archivo que he formado con gráficas tomadas por fotógrafos que desarrollaron su trabajo durante la primera mitad de este siglo como: Delgado, que estaba en la calle Pino Suárez y Obregón, junto a la botica de Don Francisco Carreón y las ya mencionadas del señor Calleja.

Un archivo clasificado. El ordenar y clasificar un archivo de negativos y transparencias es toda una inversión de tiempo y dinero, porque no sólo cuenta el poder acumular un gran número de imágenes, sino el diseñar un sistema de clasificación para su rápida localización.

Miles de paisajes de toda la geografía estatal tengo registrados y archivados: desierto, sierra, ríos, mar, pueblos, etnias, iglesias y ciudades, fotos aéreas de casi todas las presas y cabeceras municipales en distintas épocas, de todos los segmentos y cabeceras municipales en distintas épocas, de todos los segmentos de la economía como agricultura, ganadería, minería, turismo, etcétera.

Gente, gente trabajando, estudiando, divirtiéndose, haciendo cultura y muchas cosas más. Tengo fotografías de todos los productos agrícolas e industriales de exportación de los últimos diez años, con ellas se han editado cuatro catálogos de promoción comercial en el extranjero.

La gran mayoría de mi archivo ya está clasificado, con la ayuda de Esthela, mi eficiente asistente y de la computadora, que debe de tener registros muy cercanos a los 100 mil, entre transparencias y negativos de varios tipos y formatos.

Un Modesto Homenaje. Que esta colaboración sirva de modesto homenaje y reconocimiento a quienes con su cámara hicieron posible tener estas bellas y evocadoras imágenes de este Hermosillo que se nos ha ido de las manos.

El ‘Progreso’ ha permitido que antiguas construcciones fueran derribadas, como la Prevocacional, La Casa del Pueblo y tantas otras que, como si no hubiera donde construir, se demolieron en aras de no sé qué intereses.

Gracias, pues, a esos fotógrafos que como Oloño, Calleja, Delgado y demás nos permiten ahora conocer el Hermosillo de ‘Aquellos tiempos anchos’, como dijera Don Luis ‘El Lichi’ López Álvarez.” ¡¿VERDAD QUE RECORDAR ES VIVIR?!