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7 maravillas mexicanas

Millones de años de lluvias, erupciones y vientos prehistóricos fueron necesarios para que México se llenara de montes, cuevas y pozas; costas plagadas de cactus, valles cubiertos de cirios y ríos de rapaces.

Megadiversa es la naturaleza del País porque su historia geológica lo hizo un puente entre los climas templados del Norte y los tropicales de Centro y Sudamérica.

La región Neártica y la Neotropical confluyen aquí, como si fuera posible que nevara en el desierto.

Estos contrastes únicos también lo hacen poseedor de un gran número de endemismos, especies que se encuentran sólo en el territorio nacional y que pueden tener un hábitat como la vaquita marina, el mamífero marino con la distribución más restringida del mundo, habitante del alto Golfo de California y al borde de la extinción.

México es el país con más especies de cactáceas en el continente y 87 por ciento de ellas son endémicas. Ocupa el segundo lugar mundial en variedad de reptiles y el tercero en mamíferos.

Toda esa riqueza de bosques de ceibas centenarias y volcanes que duermen bajo el hielo se refleja en las maravillas seleccionadas.

De las siete maravillas naturales elegidas por los expertos, cinco cuentan con el título de Patrimonio Mundial de la Humanidad otorgado por la UNESCO, en la categoría de bienes naturales: Golfo de California (islas y Áreas Protegidas), Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, Pi nacate y Gran Desierto de Altar, Sian Ka’an y El Vizcaíno.

Pero el Arrecife Mesoamericano y la selva Lacandona no lo han obtenido aún. Los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl y otras zonas de alta importancia histórica, ecológica y paisajística, como las Barrancas del Cobre y la región Uxpanapa- Chimalapas, tienen reducidos o nulos decretos de Área Natural Protegida.

Sin embargo, -tampoco es garantía que se tengan las declaratorias de protección: el Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano sigue viendo cómo se construyen nuevos complejos comerciales sobre sus orillas. Y la comunidad de antiguos pescadores de Cabo Pulmo, en Baja California, tendrá que luchar, otra vez, para asegurar el futuro de uno de los arrecifes más sanos del mundo.

Nombrar las siete maravillas naturales de México es una invitación para volver a sorprenderse con la fortuna fisiográfica y ecológica del País, pero también para señalar la falta de recursos federales y de autoridades ambientales que garanticen su conservación.

Golfo de California

Sobre el mar, bajo sus aguas, en sus orillas, parece que no ocurre mucho, pero pasa de todo. El también llamado Mar de Cortés es un laboratorio natural internacional para estudiar fenómenos oceanográficos.

Cerca de 900 especies de peces nadan a lo largo de sus mil 200 kilómetros de extensión o de los 92 y hasta 222 kilómetros entre sus costas.

En el mundo, es el único mar que pertenece a un solo país. La UNESCO reconoció a las Islas y Áreas Protegidas del Golfo de California como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Esto comprende más de 900 islas e islotes y áreas costeras de la península de Baja California y los estados de Sonora, Sinaloa y Nayarit.

Su diversidad terrestre y marina es única en la región, y su número de plantas vasculares (695) y de especies de peces (891, 90 endémicos) es mucho más elevada que cualquier otro territorio marino e insular descrito por la UNESCO.

La zona contiene el 39 por ciento del número total de especies de mamíferos marinos del mundo y una tercera parte del total mundial de especies de cetáceos.

Parque Nacional Cabo Pulmo

Es un ejemplo de conservación a nivel internacional, pues pasó de la sobreexplotación a la recuperación de un ecosistema que Jacques Cousteau bautizó como «el acuario del mundo».

Un análisis del Instituto de Oceanografía Scripps de la Universidad de California reveló que los peces en la reserva incrementaron más de 460 por ciento de 1999 a 2009, por lo que es la reserva marina más saludable en el mundo.

Tiene entre 20 mil y 25 mil años de edad y el único arrecife coralino de la costa del Pacífico oriental.

Sin embargo, la reserva está otra vez en la mira. Tras haber logrado cancelar un megaproyecto turístico hace dos años, Cabo Cortés, ahora los habitantes de la región enfrentan la propuesta de Cabo Dorado, un desarrollo de 22 mil 500 habitaciones en la zona con menos agua dulce del País.

Corredor Loreto-La Paz

La ballena azul ama estas aguas. Unos dos mil ejemplares regresan cada año y constituyen la única población en el mundo que no está disminuyendo.

El conservacionista Patricio Robles Gil ha llamado al corredor el «Serengueti de los mares» por ser el sitio más importante para observar grandes cetáceos.

Amenazas

El mar no tiene casi protección. Se protegen sus arrecifes, islas con sus pequeños polígonos circundantes y alguna bahía, pero no todo el Golfo.

La sobreexplotación y pesca ilegal ocurre incluso dentro de la Reserva Alto Golfo de California y el Parque Nacional Bahía de Loreto.

El desarrollo inmobiliario en la costa es un problema constante en la región.

Selva Lacandona

Bosques en donde crece la niebla, guacamayas que enrojecen los árboles, lagunas de ojos azules y jaguares que son dioses mayas. El último reducto de las selvas altas y los bosques mesófilos en la cuenca del río más caudaloso del País, el Usumacinta, constituye una de las regiones de mayor biodiversidad de México y del trópico húmedo de América. Junto con las selvas de Campeche, Quintana Roo, Belice y El Petén guatemalteco, forman el macizo tropical más grande después del Amazonas y el Orinoco, y un importante cinturón de regulación climática.

Abarca un territorio de aproximadamente 1.8 millones de hectáreas en el que viven 70 especies de mamíferos como el jaguar, el ocelote, el tapir y el mono aullador negro mexicano; y 306 especies de aves, como la guacamaya roja, el águila arpía, el tucán real y el quetzal.

De acuerdo con los conservacionistas Gerardo Ceballos y Fulvio Eccardi, una hectárea de selva chiapaneca puede albergar 160 especies de plantas vasculares y hasta 7 mil árboles. En un solo árbol pueden existir 70 especies de orquídeas y cientos de especies de escarabajos y hormigas.

Por sus servicios ecológicos y el conocimiento tradicional de los recursos vegetales que tienen los grupos mayas lacandón, zoque, tzotzil, tzeltal, tojolabal y chol que habitan esta selva, se ha recalcado el carácter prioritario de su protección.

Reserva Montes Azules

El eje de la conservación de la Selva Lacandona es Montes Azules. Aquí hay grandes caídas de agua, ríos y lagunas, así como diversos ecosistemas, entre ellos la selva alta perennifolia, el hábitat más rico y complejo de todas las comunidades vegetales del mundo.

En Montes Azules, es decir, tan sólo el 0.4 por ciento del territorio nacional, se puede encontrar el 24.8 por ciento de las especies de mamíferos del País; el 33 por ciento de aves; del 15 al 20 por ciento de las plantas vasculares de México y el 14.4 por ciento de las especies de peces de agua dulce.

— Amenazas

Indefinición en la tenencia de la tierra y falta de aplicación del marco legal ambiental.

Asentamientos irregulares en diversas regiones de la reserva, principalmente en los márgenes de lagunas y ríos.

Fragmentación del hábitat, deforestación, un proceso acelerado de cambio de uso del suelo y un uso inadecuado de agroquímicos.

Cacería furtiva y saqueo de la flora y fauna silvestres.

La siempre tentativa creación de una hidroeléctrica sobre el río Usumacinta.

Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca

No empezó a llover. Es un millar de aleteos.

Cuando la mariposa monarca se acerca, en el aire se escucha un sonido que hace mirar el cielo. Parecido al sonido que produce una llovizna que cae desde nubes naranjas.

Es el fenómeno migratorio de insectos más impresionante del mundo. Así lo describió la UNESCO cuando le dio a la reserva el título de Patrimonio Mundial. Se protegen 8 de las 14 colonias que vuelan hasta aquí, el 70 por ciento de una población de alrededor de mil millones de mariposas migrantes.

Quien lo ha visto sabe que el peso de tantas mariposas dobla las ramas de los abetos. Pero el área, de 56 mil 259 hectáreas, también es hogar de unas 493 especies de plantas vasculares, 49 especies de hongos, 198 de vertebrados, 132 de aves y 56 de mamíferos; algunas, emblemáticas y amenazadas, como el abeto sagrado, el coyote, el venado cola blanca, el búho cornudo y el ajolote.

— Amenazas

El cambio climático, la tala ilegal y la falta de alimento en la etapa larvaria de la mariposa en Estados Unidos y Canadá.

Su ubicación y un tejido social frágil que dificulta la organización interna: existen alrededor de 100 núcleos agrarios, comunidades indígenas, ejidos y otras propiedades privadas, una propiedad federal y una estatal.

¿Ley? ¿Cuál ley?

El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) denuncia varias fallas que impiden conservar adecuadamente estas maravillas naturales. No se aplica o se incumple la legislación ambiental, los promoventes de obras o actividades no cumplen con los condicionantes que se les imponen en los resolutivos de impacto ambiental, los ordenamientos ecológicos del territorio son desatendidos, hay procesos de consulta pública discrecionales y los acuerdos ambientales internacionales suscritos por el País son desoídos.

El Pinacate y Gran Desierto de Altar

¿Quién podría decirte que no estás en un planeta desconocido? Desde el aire contemplas 10 círculos casi perfectos. Son cráteres profundos, rodeados de grandes dunas de hasta 200 metros de altura, como hay en Marte y en Titán, la mayor luna de Saturno.

Aterrizas y los campos de arena y sus dunas cambiaron de forma. El viento los mueve todo el tiempo. Tratas de familiarizarte con las huellas de erupciones y derrumbes prehistóricos que configuraron un valle de 400 conos volcánicos, pero sigues sin saber dónde estás.

De un extremo a otro se forma una línea de contrastes entre zonas oscuras, con flujos de lava petrificada, roja y negra, columnas de granito que emergen de la arena como islas de 650 metros de altura, y tinajas: raros depósitos naturales de agua.

¿Hay vida? Crees ver un grupo de humanos, pero te acercas y descubres que es un bosque de cactáceas poblado de sahuaros, pitayas y ocotillos.

Un desconcierto, un silencio enorme, una vastedad de rocas y pastos. ¿Quién podría negar que te sientes en otro planeta?

Es el Desierto de Sonora. Uno de los cuatro grandes desiertos de América del Norte, junto con el de Chihuahua, el de la Gran Cuenca y el de Mojave, el más biodiverso de éstos.

El sitio, de 714 mil 566 hectáreas, cuenta con el sistema de dunas más grande y más activo de esta mitad del continente.

El título de Patrimonio Mundial de la Humanidad no sólo lo ganó por su paisaje extraterrestre y mudo. Se han reportado más de 540 especies de plantas vasculares, más de 40 de mamíferos, 200 de aves, 40 reptiles e incluso dos endemismos de peces de agua dulce.

Su origen climático tropical subtropical y su patrón de lluvias lo hacen el desierto con el mayor número de áreas protegidas del mundo y un testigo geológico de 20 mil años con importantes vestigios arqueológicos. Para el grupo indígena tohono o’odham, en El Pinacate se originó el universo. Antes de partir también has visto cuevas llenas de murciélagos magueyeros y floraciones que cubren la arena de flores blancas y moradas.

No crees que exista otro planeta igual a éste.

Amenazas

El borrego cimarrón y el berrendo, dos especies emblemáticas de la zona, se ven afectados por el muro fronterizo que limita sus migraciones en busca de agua y por las especies domésticas introducidas en su hábitat como los burros: compiten por alimento y contaminan los escasos aguajes de la reserva.

Sian Ka’an y Arrecife Mesoamericano

Aquí se cumple una doble promesa: encontrar un paraíso al entrar al cielo y mantener una zona de conservación con una tasa de deforestación igual a cero.

El llamado Complejo «Sian Ka’an», que en maya significa «portal del cielo», está conformado por tres Áreas Naturales Protegidas: la Reserva de la Biósfera Sian Ka’an, la Reserva de la Biósfera Arrecifes de Sian Ka’an y el Área de Protección de Flora y Fauna Uaymil.

Un paraíso de ecosistemas marinos, terrestres y costeros: selvas medianas, bajas e inundables, playas, dunas, sabanas de palmas, cenotes, marismas, manglares, arrecifes coralinos, praderas de pastos marinos y lagunas salobres.

Las 530 mil hectáreas, también reconocidas por la UNESCO, albergan desde algas y 276 especies de crustáceos hasta manatís y 339 especies de aves, pasando lista a centenares de especies de insectos: 90 de abejas nativas, 47 de libélulas, 74 de escarabajos y 318 de mariposas diurnas.

Y, al llegar al mar, basta con sumergirse un poco para ver los cardúmenes de sábalos inmensos, con peces del tamaño de una persona: es el Arrecife Mesoamericano, el segundo más grande del mundo después del australiano.

La estrella aquí es la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro, la mayor estructura de arrecife coralino de México, con 70 especies de corales.

Cuenta con tres cayos que cada año se llenan de tortugas marinas que vienen a desovar. Su difícil acceso, 30.8 kilómetros mar adentro desde el poblado costero de Mahahual, favorece su preservación. Le asegura su sitio en el cielo.

Amenazas

A pesar de las vedas, las poblaciones de peces y otras especies, principalmente caracol rosado y langosta, han disminuido por pesca ilegal y tráfico de especies.

Alta vulnerabilidad de la zona arrecifal a los efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar y la acidificación del océano.

Infraestructura turística, urbana e inmobiliaria de alto impacto y no sustentable.

Toneladas de desechos provenientes del giro del Atlántico Norte, una corriente que forma islas de basura, desembocan aquí.

Reserva de la Biósfera El Vizcaíno

«Las pezuñas del antílope son los cuatro dedos del violinista. Van a ciegas y no yerran ni un milímetro. Se deslizan por los barrancos, saltimbanquis en ascenso, acróbatas en descenso. Con ellas, la gravedad es una variante del tema, no una ley». Así describe el escritor Erri de Luca al berrendo, especie emblemática de estas sierras.

La grandeza con la que el autor lo presenta se corresponde con la de esta reserva, la mayor en superficie de las ANP del País. Desierto y montaña conectan el océano Pacífico y el Golfo de California.

Es el orgullo terrestre de la península de Baja California, con poblaciones saludables de borrego cimarrón, puma y coyote, además de petroglifos y pinturas rupestres.

Y agua. Otras áreas protegidas son la Laguna de San Ignacio y el complejo lagunar Ojo de Liebre, sitios de apareamiento y nacimiento de la ballena gris que también reúnen a leones marinos californianos y ballenas azules.

Además, dan refugio a 125 especies de aves migratorias.

Amenazas

En la parte terrestre, la agricultura intensiva y la minería a cielo abierto.

Ambas actividades utilizan las aguas fósiles del desierto.

En la parte marina, la sobreexplotación de las pesquerías.

Volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl

El Popocatépetl ya estaba ahí cuando los cazadores nómadas comían carne de mamut cerca del Lago de Texcoco y los mexicas vieron caer la gran Tenochtitlán.

A él y a su compañera, Iztaccíhuatl, los han venerado con flores y granos de maíz desde hace siglos.

Se elevan como íconos del paisaje mexicano, del Valle de México, del centro de una civilización. Junto con el Pico de Orizaba, forman parte de las cumbres más altas de México: las sierras nevadas, remanentes de un pasado glacial, de un conjunto de volcanes que forman el Eje Neovolcánico Transversal.

Sus servicios ambientales son invaluables, pues proveen de agua a la macrorregión más poblada del País.

Los bosques de coníferas son la vegetación dominante, seguido por la pradera de alta montaña o pastizal alpino, que colinda con las arenas volcánicas y los glaciares. Una amplia variedad de especies se beneficia de este corredor biológico, muchas de ellas amenazadas, como la musaraña oscura, el tejón, el gato montés y el carismático teporingo, una especie primitiva, endémica de esta región, que podría desaparecer ante la mirada gélida del Popo, que ya ha visto irse a tantas especies y hombres.

Amenazas

El Parque Nacional Izta-Popo Zoquiapan es una de las áreas protegidas más antiguas de México (1935), pero la comunidad científica ha expresado la necesidad de ampliar la zona de protección, hoy restringida sólo a las partes más altas de los volcanes.

La perturbación humana sobre los hábitats naturales, que va extendiéndose de abajo hacia arriba, los reduce y aísla cada día más.

Además de la destrucción directa de su hábitat por tala, incendios y ganadería extensiva, la fauna sufre por la caza deportiva y de subsistencia, el comercio ilegal y el turismo irresponsable.