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¿A quién le importa la Unison?

Uno se pregunta: si estuvieran pagando el verdadero costo de la instrucción que otorga la Unison, ¿serían tan indolentes los padres ante la pérdida de semanas de clases de sus hijos?

 

Por Feliciano J. Espriella

 

Estalló la enésima huelga en las cuatro últimas décadas en la Universidad de Sonora. Simultáneamente por los dos sindicatos, hecho que no sucedía desde (dicen los enterados) hace más de 30 años.

Así sea uno, el otro o los dos sindicatos quienes inician las huelgas, el resultado para el estudiantado es el mismo: pérdida de días, semanas y hasta varios meses de clases. Cosa que al parecer tampoco les quita el sueño; cuando menos a la inmensa mayoría de ellos.

¿Y qué podríamos decir de los padres? Al parecer lo mismo, tan campantes como don Sebas, ni sudan ni se acongojan. Al fin y al cabo, han de pensar que de cualquier manera por más días que pierdan de clases, tarde o temprano los conflictos terminan por arreglarse, y aunque sus hijos hayan recibido el 60, el 50 por ciento o incluso menos de la instrucción que se suponía les impartirían, van a salir con la misma cantaleta que todos saben es falsa, de que se recuperará el tiempo y no se perderá el semestre.

Los estudiantes pasarán al siguiente semestre. Mal preparados, pero pasarán. Uno se pregunta: si estuvieran pagando el verdadero costo de la instrucción que otorga la Unison, ¿serían tan indolentes los padres ante la pérdida de semanas de clases de sus hijos? Me parece que no.

Más de 500 días perdidos por las huelgas

Según se publicó al iniciar la actual huelga, de la década de los 70’s hasta el paro anterior al actual, los alumnos de la Unison han visto afectados sus estudios por 22 huelgas, 14 de ellas promovidas por el Sindicato de Trabajadores y ocho por el Sindicato de Maestros.

Desde el año de 1976 hasta el 2014, la Universidad de Sonora ha acumulado más de 500 días de huelga por conflictos laborales ya sea del sindicato de maestros o de los trabajadores.

La más prolongada fue la de 1976, cuando el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNISON (STEUS), completó 92 días de huelga,

La segunda huelga más larga también tuvo por motivo un emplazamiento del STEUS, fue efectuada en el 2014 con 66 días de holganza para la máxima (según dicen las malas lenguas) casa de estudios sonorense. En 2009 la huelga se extendió hasta los 57 días.

Asimismo, en 1988 la huelga fue de 32 días, en el 82 llegó hasta los 27 al igual que en el año 2012.

¿Máxima casa de estudios? ¿De dónde o por qué?

El remoquete de “Máxima casa de estudios” endilgado a la Unison lo vengo escuchando desde tiempo inmemorial, prácticamente desde que tengo uso de razón. No tengo la menor duda de que lo mereció cuando fue fundada, así como en sus primeras décadas, pero cuando menos de los últimos 30 años para acá, me parece que el título, con excepción de la perspectiva desde la matrícula, le queda grande. Y en el nivel académico, específicamente, le queda enorme.

El deterioro que ha sufrido a manos de los químicos que la tienen virtualmente secuestrada, el importamadrismo de los alumnos que en su inmensa mayoría van sólo en pos un papel para adornar sus futuros centros de trabajo, así como la multitud de huelgas de los últimos años, tienen hundida en la mediocridad a la Unison.

¿Y los reconocimientos que cada año le otorgan?, seguramente me preguntarían sus defensores a ultranza. Me parece que habría que analizarlos con lupa (sería mi respuesta). En un país en el que los galardones de toda índole se consiguen hasta en los tianguis, las preseas siempre son recibidas con suspicacia.

En alguna ocasión, cuando Heriberto Grijalva contendía por la rectoría, ante un grupo de periodistas enumeró y presumió los reconocimientos nacionales que se le habían conferido a la Unison.

Terminada la presuntuosa perorata tomé la palabra y le dije que todo aquello lo único que evidenciaban era que la Unison se ubicaba entre las mejores universidades entre las mediocres y le pregunté si tenía algún plan para sacarla de la mediocridad y ubicarla entre las excelentes, aunque fuera en los últimos lugares.

No me respondió. Evidentemente no lo tenía, ni tenía la menor idea de cómo hacerlo. Sus ocho años como rector lo confirmarían.

Pero dándole el beneficio de la duda y suponiendo sin conceder que fuera nuestra máxima casa de estudios, ¿Por qué entonces sus egresados salen en su gran mayoría tan mal preparados? ¿Por qué al terminar sus estudios los egresados pasan las de Caín para conseguir aunque sea una chambita mal pagada?

Si la Unison es nuestra máxima casa de estudios, ¿Por qué entonces, en igualdad de circunstancias, los empresarios prefieren contratar a profesionistas egresados no sólo de universidades privadas como el Tec de Monterrey, sino también públicas como la UTH y el ITH?

La universidad de Sonora desde hace tiempo requiere de una buena cirugía. Lamentablemente nadie parece percatarse, o peor aún, a nadie le importa.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.