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Genera escepticismo en Miami reforma migratoria en Cuba

La reforma migratoria con la que Cuba elimina restricciones para que viajen los cubanos al exterior y los emigrados visiten la isla fue recibida en la «capital del exilio cubano» con expectativa, escepticismo y sin esperar arribos masivos.

«Es una medida sin transparencia, porque el gobierno ahora usará el pasaporte para controlar la salida y hay ciertas categorías como médicos disidentes a los que no se les da pasaporte», comentó el académico Jaime Suchlicki.

El investigador del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami comentó la medida que suprime el permiso de salida o «tarjeta blanca», así como la «carta de invitación».

Con la reforma, ahora los cubanos podrán viajar al exterior sólo con su pasaporte en regla y, si es el caso, con el visado correspondiente que exija el país de destino.

Suchlicki descartó una llegada masiva de cubanos a Miami, porque el gobierno estadunidense seguirá otorgando las 20 mil visas anuales que concede, y países como México que sirven de «trampolín» para llegar a Estados Unidos seguirán con su limitado número de visas.

«La preocupación seguirá siendo que la gente se tire al mar o venga por bote», añadió, y estimó que podría hablarse de un «Mariel lento», en alusión a la salida por ese puerto cubano que se produjo en 1980, que permitió llegar a Florida a miles de cubanos desde la isla.

Pedro López, activista del Partido Liberal Cubano en el exilio, calificó la medida de «un nuevo filtro», al estimar que el gobierno cubano no permitirá la salida de disidentes o profesionales, «sino sólo personas apáticas a la situación política del país».

Señaló que la medida es como una «válvula de escape para que no haya un estallido social ante la situación económica de bancarrota en que se encuentra la isla y a su vez que los emigrados reactiven la economía con sus remesas».

Janniset Rivero, activista del directorio Democrático Cubano en esta ciudad, coincidió que el gobierno «busca aligerar la presión social por la situación tan terrible económica, social y política».

«La dictadura castrista luce bien ante la comunidad internacional y por otro lado ganan tiempo a nivel interno para que las personas piensen que pueden emigrar del país», dijo.

Lo cierto es que en el día a día, en el corazón de esta ciudad, donde viven más de un millón de cubanos exiliados políticos, la nueva medida genera además controversia.

«Puedo asegurarle que muchos de los que llegan ahora son exiliados económicos y no políticos», explicó Roberto Fernández de 72 años, un exiliados político con más de 30 años en Florida, mientras juega dominó en un parque del barrio de «La Pequeña Habana».

Al igual que muchos otros aquí, Fernández, asegura que buena parte de las medidas que ahora se anuncian tienen origen en los problemas económicos de la isla y que con el aumento en los ingresos por medio de los viajes, y las remesas el gobierno se beneficiará.

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