Adicción al JuegoDestacadaGeneral

¿Ha sentido alguna vez remordimientos después de jugar?

Por Imanol Caneyada/

Mujeres que acuden al casino con pañal para no levantarse de la máquina; individuos que pasan días enteros encerrados en las salas de juego empeñando el patrimonio de sus hijos; todos y todas son, finalmente, adictos al juego, a la adrenalina y a la emoción que despierta el azar

En el marco del convenio que se firmó en México hace medio año para atacar la ludopatía, el entonces director de la Lotería Nacional informó que en el país hay registrados cuatro millones de adictos al juego, repartidos en los 306 casinos que operan de manera legal y las salas clandestinas de juego en Internet.

Al mismo tiempo, en el primer semestre de 2012, los juegos y sorteos legales aportaron a Hacienda en concepto de impuestos un poco más de mil millones de pesos, según esta misma fuente.

Los 28 permisos otorgados a empresas de juego en la administración de Felipe Calderón son actualmente investigados por la PGR, ya que podrían existir ciertas irregularidades en su concesión.

Mientras tanto, a los despachos de los alcaldes y gobernadores de México llegan los propietarios de casinos con la tentadora oferta y las salas de juego se multiplican, incluso, en lugares donde no existe otra opción de esparcimiento.

El juego en el país, con la indiscriminada apertura de casinos luego de décadas de prohibición, se ha convertido en poco tiempo en un problema de salud pública a la que ninguno de los tres niveles de gobierno ha respondido con diseños de política pública para prevenir y atender la ludopatía.

En el caso de Sonora, la Ley de Adicciones que aprobó la anterior legislatura no contempla la ludopatía por no tratarse ésta de una adicción que conlleve el consumo de sustancias, ha denunciado en repetidas ocasiones Leticia Amparano, directora de Salud Mental de Sonora.

En la actualidad, según la misma Amparano, existe en el Congreso un proyecto de ley para que la ludopatía sea tomada en cuenta como una adicción y se le asigne un presupuesto para combatirla, ya que el aumento de casos en los últimos años ha sido alarmante.

Pero los casinos siguen brotando como hongos en todos los rincones del estado y mujeres, hombres, jóvenes, sin importar condición socioeconómica, nivel de estudios o ideología, acuden a los centros de juego con el riesgo de convertirse en adictos.

Perderlo todo     

Hace tres años, M. comenzó a jugar como una forma de diversión inocua. Pequeñas cantidades los fines de semana. Poco a poco empezó a acudir con más frecuencia al casino. Sin darse cuenta, todos los días, después del trabajo, tentaba a la suerte.

De pronto descubrió que mentía. A su marido, a sus hijos, a los compañeros de oficina. De alguna manera se avergonzaba de una actividad que terminó por absorber todo su tiempo libre.

Las deudas de juego llevaron a M. a pedir prestado a espaldas de su familia. Al principio eran montos que podía reponer sin que nadie de su entorno se diera cuenta.

En todo momento se decía y decía a los demás que el juego no era un problema para ella.

La familia comenzó a resentir su dependencia y los gastos más comunes dejaron de cubrirse a tiempo pues los hoyos que M. dejaba en las finanzas cada vez eran más difíciles de tapar.

La venta de objetos personales valiosos no fue suficiente.

La adicción al juego de M. llevó a su familia a la ruina y estuvo a punto de destruirla.

Por fortuna, a tiempo, comenzó la recuperación y M. lleva ya un año sin jugar.

El anterior testimonio es apenas una leve muestra de los cientos de miles de historias que han acabado con familias enteras y destruido a personas que jamás pensaron que el juego podría terminar tan mal.

Mujeres que acuden al casino con pañal para no levantarse de la máquina; hombres que toman un taxi, llegan a su casa por más dinero y en el mismo taxi se regresan al casino.

Individuos que pasan días enteros encerrados en las salas de juego empeñando el patrimonio de sus hijos esperando que la suerte cambie.

Todos y todas son, finalmente, adictos al juego, a la adrenalina y a la emoción que despierta el azar.

Jugadores anónimos

En 1957, en California, dos adictos al juego coincidieron en que su enfermedad iba a terminar destruyéndolos.

Después de un intenso intercambio de experiencias personales relacionadas con su afición al juego, concluyeron que lo suyo era como cualquier otra adicción.

Tomaron como base los principios y los pasos de otras agrupaciones cuyos miembros eran dependientes del alcohol o las drogas y fundaron Jugadores Anónimos.

En Sonora existen dos organizaciones pertenecientes a Jugadores Anónimos: en Obregón, el Grupo Trascender; en Hermosillo, el Grupo Esfuerzo y Esperanza.

Ambas manejan el programa de los 12 pasos, en el que el primero es: “Admitimos que éramos impotentes ante el juego, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”.

El programa de Jugadores Anónimos tiene un fuerte componente espiritual y el papel de una fuerza superior (un dios) es fundamental en la recuperación del ludópata.

Algunas preguntas que plantea la organización a través de sus medios de difusión para que los adictos al juego potenciales creen conciencia son:

¿Jugaste alguna vez más tiempo del que tenías planeado? ¿Ha causado infidelidad el juego en tu vida? ¿El juego te ha causado dificultades para dormir? ¿Pediste prestado alguna vez para financiar el juego? ¿Has considerado alguna vez la autodestrucción como consecuencia del juego?

“La mayoría de nosotros ―advierte Jugadores Anónimos― no hemos estado dispuestos a reconocer que éramos jugadores como un verdadero problema. A nadie le gusta creer que es distinto a sus compañeros. Entonces no es sorprendente que nuestra carrera de jugadores se haya caracterizado por innumerables intentos vanos para comprobar que podíamos jugar como otras personas. La idea de que de alguna manera, algún día, vamos a controlar el juego es la gran obsesión de todo jugador compulsivo. La persistencia de esta ilusión es sorprendente. Muchos la persiguen hasta llegar a la cárcel, la locura o la muerte”.

Según el diputado Samuel Moreno Terán, Sonora ocupa el primer lugar en la República con 39 casinos repartidos por toda la geografía del estado.

A decir del legislador en su intervención en tribuna el pasado martes 14 de mayo, el aumento de la ludopatía es alarmante, debido a las concesiones indiscriminadas que está otorgando el Gobierno del Estado y a la falta de programas preventivos.

Por ello, el jefe de la bancada priista hizo un exhorto a los tres niveles de gobierno para que dejen de otorgar anuencias, al tiempo que pidió que se revoquen las ya existentes.

El Pleno se mostró unánimemente de acuerdo y anuncia un proyecto de ley que detenga el crecimiento exponencial de casinos en la entidad y, por ende, el de adictos al juego.

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