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Olor a Dinero | Agoreros del desastre

Hablar de que la economía está mal y va a empeorar en un estado que está en el top 5 de las entidades con mayor crecimiento del país y en el que en lo que va del año se han creado más de 20 mil empleos, es realmente absurdo

Por Feliciano J. Espriella

El pasado sábado, platicando con un viejo amigo, trajo a colación el tema de esta columna de la edición anterior, en la que me referí al hecho de que en primer año de gobierno de López Obrador, según la opinión de muchos columnistas, no se había hecho nada.

Como priísta recalcitrante y no sólo militante, mi amigo, del cual me reservo su nombre, estaba totalmente en desacuerdo con lo que escribí al respecto, lo cual es normal y se acepta. Es una opinión personal y analizada desde la óptica de quienes ven la paja en el ojo ajeno pero no nunca vieron la viga en el propio.

Sin embargo, lo que me llama poderosamente la atención y preocupa, es que a un año de distancia, cuando ya ha quedado totalmente claro que todos los temores en relación a la llegada de AMLO a la presidencia eran infundados, sigan con la cantaleta de que la iniciativa privada se encuentra temerosa de lo que vaya a suceder en el futuro.

Y no me estoy refiriendo a un empresario dedicado sólo a atender su negocio cuya visión no va más allá del sector en el que se desenvuelve. No, este es un empresario que se mueve en los círculos de las élites empresariales. Ha sido presidente de organismos de iniciativa privada, así como de varios patronatos de instituciones de la sociedad civil. Es, podríamos decir, una persona que tiene un feeling bastante certero de lo que sucede en el mundo de los negocios en el estado.

Dice que el empresariado sonorense se encuentra muy temeroso y desconfiado del futuro. Que nadie piensa en invertir, y en ese “nadie” incluye a los más picudos empresarios que se aglutinan en el Grupo 20-25.

Lo de temeroso y desconfiados ya tiene más de dos años en las mentes de los referidos empresarios. Este mismo amigo, hace poco más de un año, al triunfo de López Obrador, me decía lo mismo: “Nadie quiere invertir. Todos los proyectos están parados. Hay mucho miedo de que la economía se vaya a colapsar como la de Venezuela y el peso se devalúe mucho, Etc., Etc., Etc.”

Empresarios con esa visión a la que se refiere mi amigo, sólo ven su situación personal y no van más allá de su pequeño núcleo familiar, social y económico. Sólo ven los árboles pero no alcanzan a apreciar el bosque.

Es tan limitado su universo, que su mente no capta lo que verdaderamente está sucediendo y se copta por lo que escuchan.

Hablar de que la economía está mal y va a empeorar en un estado que está en el top 5 de las entidades con mayor crecimiento del país y en el que en lo que va del año se han creado más de 20 mil empleos, es realmente absurdo.

Empresariado sonorense: cauto y temeroso

El que los empresarios sonorenses se abstengan de invertir por temor a la incertidumbre no es nuevo. Así han sido toda la vida y la realidad es que el crecimiento de los últimos lustros ha sido producto de las inversiones de extranjeros y empresarios del resto del país.

Basta con ver lo que ha sucedido cuando han surgido opciones fuertes de desarrollo. Ha habido dos ocasiones en Sonora en las que se generaron amplias opciones para que los empresarios sonorenses entraran por la puerta grande a la actividad industrial. Me refiero a la instalación de la Planta Ford en 1986 y a la ampliación en 2003.

En ambas ocasiones, con muy contadas excepciones, los empresarios sonorenses en lugar de buscar alternativas para montar fábricas o de perdida talleres para convertirse en proveedores de Ford, se dedicaron a construir residencias para rentar a los ejecutivos que vendrían de fuera, centros comerciales, nuevos fraccionamientos y todo tipo de empresas comerciales y de servicios.

El estado de Sonora  se ha venido industrializando paulatinamente y poco a poco, gracias a las promociones de los últimos gobernantes en el interior del país y en el extranjero. A diferencia de Chihuahua y Nuevo León, en donde la participación en la actividad industrial de sus empresarios es importante, aquí en Sonora es realmente mínima.

De no haber venido inversionistas de fuera a arriesgar sus capitales, seguramente seguiríamos siendo un estado preponderantemente de actividades primarias. Así es que la ausencia de inversiones de nuestros empresarios autóctonos no es para ponernos nerviosos.

Afortunadamente nuestra gobernadora lo sabía y desde el primer año de su gobierno, ella y su gabinete económico priorizaron la atracción de inversionistas foráneos como puntal de su estrategia para el desarrollo económico de Sonora.

Los resultados no se han hecho esperar. En cinco años de gobierno de Claudia Pavlovich se han creado alrededor de 80 mil empleos y Sonora ha crecido por encima de la media nacional.

Si a los que les gusta ir a la segura quieren seguir esperando a ver de qué color pinta el verde, están en todo su derecho. Que sigan manteniendo sus ahorritos en los bancos nacionales para ganar misérrimos intereses, o en los extranjeros, donde les pagarán menos réditos, pero les generan la esperanza de que algún día al peso se lo cargue pifas y obtengan, como muchos lo han hecho en el pasado, pingües ganancias.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.