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¿Súper película? 

Recién se estrenó en cines la cinta del fontanero bigotón más famoso de los videojuegos: “Super Mario Bros. La Película” y ha desatado polémica, comentarios, pero sobre todo ha llenado las salas ¿por qué?

Por Emilio Martínez

La película arranca con unos hermanos, Mario y Luigi, que acaban de montar un negocio de fontanería en Brooklyn. Mientras intentan arreglar una gran avería en las calles de su barrio, ambos serán absorbidos de forma mágica…

Luigi terminará en el Reino de las Sombras, y Mario, con mucha más suerte, aterrizará en el Reino Champiñón donde aparecen todos los personajes míticos de la saga de videojuegos, además de sus clásicas plataformas o el castillo de la Princesa Peach. Y eso no es todo, también habrá lugar para enfrentar a los protagonistas en una loca y desenfrenada carrera de karts o incluir el cameo de otra estrella de su propia saga de videojuegos, Donkey Kong. Eso sí, la película está completamente vacía.

Vacía porque no hay argumento, no hay historia que seguir, y por eso sus 92 minutos de duración se limitan a ofrecer acción por acción. En pantalla no pararán de suceder cosas como entrenamientos, luchas, carreras, así sin más, con la única excusa de rellenar metraje y hacerlo visualmente atractivo.

El guion escrito por Matthew Fogel (Minions: El origen de Gru) incluye muchas referencias a los videojuegos —plataformas, estrellas, setas, tuberías, banderines y todo lo que puedas recordar del videojuego— pero no hay trama que seguir más allá de enviar de un punto “A” a un punto “B” a sus personajes, con la intención de frenar las intenciones de Bowser de atacar el Reino Champiñón y casarse con la Princesa Peach.

Con respecto a la animación, el producto final es notable. Ni videojuego, ni cine animado de héroes y princesas. Super Mario Bros. La Película es una réplica en formato cinematográfico de prácticamente todos los videojuegos más populares protagonizados por Super Mario. Siendo Mario ese jugador que se familiariza con lo que ve por primera vez y Peach regalando al espectador algunos de los primeros momentos de plataformeo más trepidante como la experta.

El alcance visual resulta destacable; el diseño de las locaciones, los textiles y la identidad visual (que ha sido siempre el sello de Nintendo) distinguen a la película. Esto juega a favor y en contra, pues si bien permite que el universo del personaje esté en armonía con el producto final, que ora por su enorme trascendencia en la cultura pop, la potencia que pudo haber ganado con este elemento, se desperdicia en el guion, que parece haber sido elaborado en función de mostrar la mayor cantidad de productos del catálogo de la marca.

Una lástima porque esta historia pedía a gritos momentos divertidos; elementos para jugar tenía muchos y variados. Y ya que la mayor parte del público que acudirá al cine es adulto, porque no olvidemos que es un producto que tira de nostalgia ochentera, había que armar el guion de gags mucho más ingeniosos y sorprendentes.

El único con arco de transformación será el personaje de Luigi, al resto poco o nada les afecta el paso de los minutos de metraje.

Ni videojuego, ni cine animado de héroes y princesas: Super Mario Bros. La Película se relame en ambos conceptos con muchísimo acierto y los hace omnipresentes durante 90 minutos, pero el modo en el que se plasman en todas las escenas a la vez y en cada fotograma logra algo diferente: que el sueño de todo fan se haga realidad. Que lo abstracto se haga tangible y que lo imposible se diluya. Y, por encima de todo lo anterior, que el espectador pequeño, mayor o de cualquier edad se lo pase bomba con la superestrella de Nintendo.

Super Mario Bros. La Película es una réplica en formato cinematográfico de prácticamente todos los videojuegos más populares protagonizados por Super Mario. Desde sus orígenes en los arcades y las recreativas a los exitazos de Nintendo Switch. Eso sí, con una notable licencia que a la vez es un acierto: esta vez no hay ninguna damisela en apuros.

Si bien, la identidad de todos los personajes es fiel a lo mostrado y sugerido en los videojuegos, la gran revelación es la princesa Peach, quien no solo guía a Mario y al espectador a través del Reino Champiñón y más allá, sino que les cimenta e infunde la genuina esencia de los videojuegos desde su primera aparición y hasta el final.

Siendo Mario ese jugador que se familiariza con lo que ve por primera vez y Peach regalando al espectador algunos de los primeros momentos de plataformeo más trepidante como la experta. La que salta sin vacilar y hace movimientos que te dejan sin pestañear durante cinco minutos. Teniendo ambos un carisma muy especial que traspasa la pantalla.

Quizá sea aquí donde radica el mayor de los problemas de Super Mario Bros. La Película. Su historia se siente desalmada, las situaciones problemáticas se resuelven igual de fácil que se iniciaron, ninguno de los personajes parece tener una motivación real, no existe un conflicto entre protagonista, coadyuvantes y antagonistas, y de existirlo su único sustento es metafílmico y de origen en los videojuegos, lo cual ayuda mucho a la nostalgia de los fans, pero hace de la estructura algo frágil y poco coherente.

Resulta condescendiente justificar los errores del filme en pos del público al que va dirigida. Hablar de cine infantil no necesariamente es hablar de cine simplista o sencillo; varios estudios han destacado por no subestimar a su público, como Laika, Ghibli, Cartoon Saloon o incluso Pixar, en cuyas películas su talento y presencia no se limita a lo técnico, sino a sus historias cargadas de significado, símbolos y personajes con trasfondos. Y aunque Super Mario Bros. La Película —fiel a los productos de su estudio, Illumination— no carece de temas, estos apenas parecen atisbos de los mismos.

En la entrega se vislumbran algunos intentos por hablar de la hermandad, de la aprobación paterna, de la autosuficiencia femenina e incluso de algunos cuestionamientos sobre la masculinidad y la expresión de los sentimientos. Sin embargo, ninguno de los temas se desarrolla por completo; sólo derivan en reflexiones que incluso rosan el cliché, recurriendo a algún elemento nostálgico.

Sin duda alguna un universo tan importante como el creado en los videojuegos de Mario Bros merece una adaptación digna a la pantalla grande. Por desgracia no se ha logrado, ni con Super Mario Bros. (Rocky Morton, Annabel Jankel, 1993) y mucho menos con Super Mario Bros. La película, dirigida por Aaron Horvath, Michael Jelenic. Especialmente, la última deja una sensación agridulce aun teniendo todo a su favor; desde un estupendo elenco actoral, las licencias y los alcances técnicos, la impresión es de desasosiego por todo lo que pudo lograr con una historia medianamente meditada y no en función de la referencia fácil (mayor número de referencias no hacen una mejor película), así como de los productos que pudieran venderse aprovechando el amor desmedido e incondicional de los fans hacia el heroico y plomero bigotón.