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Túnel de las Ideas | Mantén las cosas sencillas

Cada vez nos vamos haciendo de más necesidades personales, y vamos complicando cada vez más los sistemas de vivir, y hasta de pensar. La sencillez es una hermosa virtud

Por Guadalupe Rojo

En una animada sobremesa, mi hijo habló de una dieta maravillosa a la que llaman ayunos intermitentes, consiste esta en no comer nada desde las seis de la tarde de un día, hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Y claro, hay que ir con una profesional para que te aplique la dieta.

En mis tiempos esa dieta se llamaba deja la cena. Mi hijo se quedó pensativo y me dijo, tienes razón ¿por qué no lo había pensado así?

A lo que me replicó que existen otras dietas muy buenas, como la de la zona, en la que dejas las harinas y el azúcar. En mis tiempos querido hijo eso se llamaba dejar el pan y la tortilla y los refrescos, no había que ir con nadie que te cobrara, solo lo hacías y punto.

En otra ocasión se hacía necesario instalar un aparato de refrigeración en cierto lugar, se pidió el servicio de una persona que te hace el servicio sin que te molestes en nada, el presupuesto fue altísimo, así que pasaron años hasta que por fortuna, se decidió pedir una cotización a la tienda que distribuye los aparatos y la sorpresa fue grande cuando descubrimos que el precio del aparato era aproximadamente de un 20 por ciento del presupuesto anterior.

Hay en nuestros días una tendencia a complicar las cosas, a dejar de hacerlas por uno mismo y requerir de terceros para que hagan cosas sencillas que no requieren más que un poco de tiempo y esfuerzo de nuestra parte.

Por desgracia esta actitud se va contagiando a todas las áreas de nuestra vida.

Dejamos de pedir y decir lo que necesitamos y pensamos, para pretender que otros adivinen nuestro pensamiento. Con la consiguiente molestia si no es así.

Las compras son fascinantes, pero una vez pasado el gusto inicial, nos enfrentamos al problema de que ya no hay en nuestras casas en dónde guardar todo lo acumulado.

Cada vez nos vamos haciendo de más necesidades personales, y vamos complicando cada vez más los sistemas de vivir, y hasta de pensar.

La sencillez es una hermosa virtud que hace posible vivir la vida con las cosas necesarias, y aún menos de las necesarias sin perder la alegría.

Resulta muy pesado ir por la vida cargando y cuidando infinidad de bienes materiales que ni siquiera usamos, las cargas afectivas y los deseos muchas veces pesan más que las piedras.

No carguemos en nuestra espalda malos sentimientos hacia nadie. La envidia, el resentimiento, la falta de perdón, hacen profundamente desdichado a quien las alberga en su corazón.

Los deseos insatisfechos también pesan demasiado, es muy cierto que es más rico quien menos necesita.

La naturaleza nos regala los espectáculos más bellos, pero hay que estar con el espíritu ligero para poder recrearnos en ellas.

Las mismas personas nos regalan las mejores alegrías de la vida, sin que cueste nada.

Recibir un mensaje de una persona querida, una larga charla tomando café y hablando de todo y de nada con los amigos, intercambiar pequeños regalos con los seres queridos, jugar con tu mascota, disfrutar de la música, del arte, de

el talento de otros nos regalan, conocer nuevas personas y con ellas nuevos mundos, entrar en los pensamientos de otro por medio de la lectura, pasear por la ciudad, disfrutar la soledad para pensar en las cosas de la vida, en Dios, en los proyectos, abrazar a un hijo, recibir una llamada de alguien que extrañas, cocinar algo especial. La lista podría ser interminable.

En la próxima entrega, vamos a ver las ventajas de mantener las cosas sencillas. No debemos confundir sencillez con simpleza, la sencillez es efectiva y grata, la simpleza, es falta de talento y chocante.

Busca incansablemente la verdad.