Héctor Rodriguez Espinoza

Día del abogado 2021 ¿Por qué y cómo festejar?

Escuela de Derecho de la Universidad de Sonora

Por Héctor Rodríguez Espinoza

¿Acaso hemos cumplido, todos y cada uno, con el juramento moral al momento de recibir el acta de examen? Lo juzgará la Historia, la verdadera maestra de la vida.   

Para la Gaceta de la Universidad de Sonora me pide, el experimentado Lic. Jesús Alberto Rubio, contestar en dos o tres cuartillas preguntas pertinentes sobre el día del abogado y nuestra Escuela de Derecho, hoy Departamento. Aprovecho para echar a volar mi memoria y las comparto in extenso con mis exigentes lectores.

Dr. Mario de la Cueva.

¿Lo más relevante?

Para justipreciarla habría que conocer sus orígenes, enclavados en el Sonora rústico, con nivel de apenas secundaria y Normal sin imprentas, bibliotecas ni librerías, agroganadero de los 50s, a una década de la fundación de nuestra Universidad (propiamente no era tal); y preñados del romanticismo de 17 bachilleres (15 varones y 2 damas) que, bajo frondoso yucateco de la plaza hoy Zubeldía, conspiraban pacíficamente para exigir al culto rector Ing. Agrónomo de Chapingo, Norberto Aguirre Palancares su fundación, ante su imposibilidad económica de emigrar a la capital, ser aceptados en la Facultad de Derecho de la UNAM y no ver cortadas sus alas, aspiración, sueños e ilusiones.

La consulta a la Asociación Sonorense de Abogados (hoy Barra Sonorense), la aceptación del rector y patronato y la conformación de los cinco catedráticos de las primeras materias, fructificaron los esfuerzos de aquellos muchachos, alojados en una aula prestada del moderno edificio de la Escuela de Agricultura y Ganadería y por biblioteca unos cuantos libros prestados.

Enrique E. Michel, 1ª director y catedrático de Economía Política y Alfonso Castellanos Idiáquez, 2ª y catedrático de Derecho Civil I, fundadores de nuestra alma mater en 1942, en su tiempo relataron con entusiasmo los prolegómenos y pasos de los primeros dos años lectivos. Pero también su primera crisis de crecimiento por falta de maestros para las materias de 3ª, 4ª y 5ª años. Coincidió con otra crisis por el no entendimiento del gobernador Álvaro Obregón Tapia con el rector, de grupos políticos contrarios, culminó con el regreso de Aguirre Palancares a la capital, llegando a ser eficaz Jefe del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, repartió más tierras que el Gral. Lázaro Cárdenas, pero de menos calidad entonces, pero hoy riquísimas. Además se dio la emigración, a la UNAM, de 15 de los pioneros. Sólo se quedaron Josefina Pérez Contreras y Rogelio Rendón Duarte. Mientras, los grupos de 1ª y 2ª año en ascuas, ante el riesgo de su inminente cierre, como había sucedido con Ingeniería Civil.

En la coyuntura viene al feliz rescate el humanista rector Lic. Luis Encinas Johnson, fue hasta la Facultad de Derecho de la UNAM e invita a venir a enseñarnos a jóvenes juristas posgraduados que iniciaron aquí, por siete fructíferos años, su carrera pedagógica y autoral de reconocimiento nacional: Carlos Arellano García (fundador del Bufete Jurídico Gratuito, único en el País, leer nota), Cipriano Gómez Lara (creador del primer Cine club y de la Dirección de Servicios Escolares), David Magaña Robledo (culto magistrado del Supremo Tribunal de Justicia), del D.F. Donato Contreras Gómez, desde Morelia, Michoacán, Miguel Ríos Gómez (magistrado del Supremo Tribunal de Justicia), retornados de la UNAM, Francisco Duarte Amaya (divulgador de Hans Kelsen), Enrique Palafox Reyna y Juan Antonio Ruibal Corella (distinguido historiador y Notario Público) y de la jesuita Universidad Iberoamericana, Germán Tapia Gámez, notable amparista.

Ya en mi período de director, iniciado en mayo de 1973, me honré en coordinar a los que fueron mis maestros: Alfonso Castellanos Idiáquez, Miguel Ríos Aguilera, Roberto Reynoso Dávila, José Antonio García Ocampo, Enrique Palafox Reyna, Jesús Enríquez Burgos, Raúl Encinas Alcántara, Carlos Gámez Fimbres y Francisco Arturo Lizárraga García.

Se incorporaron egresados nuestros como Francisco Ross Gámez, Francisco y Rafael Acuña Griego, Lamberto Morera Mézquita, Miguel Ángel Cortés Ibarra, Luis Ruiz Vásquez, Ramiro Duarte Quijada, Mariano Carreño Carlón, Armando López Nogales, Jorge Villa Arrambi, Guillermo Molina Elías, Ricardo Bonillas Fimbres, Miguel A. Saldate, Fco. Miguel Cárdenas Valdez, Luis Edmundo Navarro Tino Flores, Sergio Castellanos Villegas, Marco Antonio Encinas Cajigas, Celestino Zamorano Beltrán y Rodolfo Díaz Castañeda.

Destaco a Beatriz Eugenia Montijo, Gertrudis Tapia Quijada, Ma. Inés Aragón y Ma. Teresa González, verdaderas pioneras del feminismo académico búho.

También Marco Antonio y Óscar Téllez Ulloa, Alán Sotelo Cruz, Jesús Torres Gallegos  José de Jesús Navarrete Aragón y Alejandro Romero Meneses. Miguel Ángel Soto Lamadrid, Jorge Pesqueira Leal, Eduardo Robles Elías, Federico Savignón Plaza y Carlos Cabrera Fernández, posgraduados del extranjero, entre otros. Todo este elenco de lujo me acompañó hasta el fin de mi período en 1977.    

¿Calidad en su formación académica?

El crecimiento fue imparable, en los años 70s hubo ya dos grupos de cada grado y multiplicándose hasta la fecha. Su desarrollo ha dependido de la calidad ética y técnica pedagógica y didáctica de su cuerpo docente de más de un centenar, de generaciones entreveradas que convivimos en relativa armonía, 120 individualidades, considerando que es la nuestra una profesión liberal individualista. A pesar de avatares de todo plantel (movimientos estudiantiles de 1967 y 1973 y sindicales de 1977) que, por 68 años, ha ofrecido nuestra licenciatura bajo distintas épocas, rectorados y jefaturas, fuimos un vivero para las escuelas hermanas de Caborca, Navojoa y Nogales, las de Baja California y B.C. Sur y somos un referente de otras particulares a lo largo del Estado.

¿Cuadros profesionales?

En las 64 generaciones de egresados destacan tres gobernadores: Carlos Armando Biebrich Torres (1973-1975), nos legó su libro autobiográfico “Biebrich. He vivido con dignidad”; Armando López Nogales (1991-1997), nos legó el suyo “Mis raíces y mis años” y Claudia Artemiza Pavlovich Arellano (2015-2021), a escasos días de entregar la estafeta. ¿Ha sido plausible la gestión de esta trilogía de búhos gobernantes? La Historia los está juzgando.

Destaca el rector Mtro. Jorge Luis Ibarra Mendívil (1993-2001), fructífera y tranquila gestión sin huelga alguna, construyó el nuevo edificio y, con tal carácter, Secretario General de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y Secretario de Educación y Cultura (2011-2015).  

También tenemos a funcionarios de la administración pública, el Supremo Tribunal de Justicia —hoy muy cuestionado—, el personal de las instancias del fuero común y muchos del de las instancias del ámbito federal. Obviamente los jefes del Departamento —y su cuerpo docente—, después del fin de mi período: Fco. Ross Gámez, Germán Tapia Gámez, Rosario Cadena Montaño, Miguel Cárdenas Valdez, Norma Yolanda Ruiz de Moreno, Rafael Ramírez Leyva, Carlos Ramos Bours, Miguel Chon Duarte, Javier Mexía Cisneros, Adelina Galindo de Castro —todos han dejado su huella personal y hecho Historia— y el actual Héctor Guillermo Campbell Araujo.          

Su solidez, marcha y la “prueba del ácido” la hemos demostrado y superado, con el Jefe del Departamento, su equipo y docentes posgraduados, en la modalidad no presencial, debido a la difícil situación actual por la pandemia desde marzo del año 2020 hasta nuestros días.

El cuadro nacional es complejo: variante delta del virus, desplome del PIB 8.3%, inflación (gas y tortilla) que deshace el aumento al salario mínimo, regreso a clases ¿presenciales, híbridas?, inseguridad pública, Bavispe, comunidades yaquis y Seris, crisis humanitaria de migrantes, pobreza y miseria. Y como telón de fondo el polémico dixit del ministro presidente de la HSCJN Arturo Zaldívar: “la corrupción judicial en los dos fueros y su impunidad”.   

¿Hemos cumplido, todos y cada uno, en la vida pública y privada, con el juramento moral al momento de recibir el acta de examen? Lo juzgará la Historia, la verdadera maestra de la vida, insisto. Quizás no como tribunal, sino ante todo documentar, explicar y comprender.

No se trata de subir al púlpito, pero hay un mínimum de límites éticos.  

Espero sea una dualidad fecunda la de nueva rectora por primera vez Dra. Rita Plancarte, de Humanidades que nos urgía, y el gobernador del estado, Dr. Alfonso Durazo Montaño, de talante progresista quien, grandilocuente, ofrece ser “el mejor gobierno de toda su historia”. ¿Quién no lo desea? Cotejaremos su ambicioso plan con su rendición de cuentas en septiembre del año 2027.   

¿El reto?

Alcanzar esta joya:

“Dad a un hombre todas las dotes del espíritu, dadle todas las del carácter, haced que todo lo haya visto, que todo lo haya aprendido y retenido, que haya trabajado durante treinta años de vida, que sea en conjunto un literato, un crítico, un moralista, que tenga la experiencia de un viejo y la inefable memoria de un niño, y tal vez con todo esto forméis un abogado completo”. Ciuratti, “El arte forense”.

Dar vida al perenne mensaje ético de nuestro padrino de generación, Dr. Mario de la Cueva: “El fin del Jurista no es enriquecerse, ni ganar muchos negocios, sino decir y pedir la justicia, sin olvidar tampoco que en sus sentencias debe atender sólo a la verdad, y que debe ser generoso con el caído e implacable en la defensa de los derechos humanos; que no debe patrocinar causas injustas y que habrá de decir a sus clientes, cuando no tengan razón, que deben reconocer el derecho de los otros.” Universidad de Sonora, 1964.