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Juácer, el decano de los caricaturistas

Contrario a lo que siempre se ha dicho “el amor lo puede todo” su teoría como buen humorista es que mejor quedaría la frase “el humor lo puede todo”, porque si realmente actúas de esta manera muchas cosas puedes conseguir

Por Rodrigo Gutiérrez Mendívil

“Un caluroso mes de julio 1949, cuando tenía dos años, mis padres me trajeron al estado de Sonora… Yo creo que se querían deshacer de mí”, así relata Juan Cervantes Morales su llegada a Cajeme, ciudad que le dio abrigo con sus altas temperaturas hasta hoy, después de 75 años.

Juácer, el decano de los caricaturistas en Sonora, nació el 16 de junio de 1947 en Tuxpan, Nayarit. Una vez establecidos en Ciudad Obregón, a muy temprana edad empezó a trabajar en el Café Negrito, un local que compró su padre en el mercado municipal.

Este local lo compró el señor don Juan Cervantes gracias a la venta de unas vaquitas que tenía allá en Nayarit. Cuando nuestro caricaturista tenía cinco años de edad, ya atendía a los clientes que acudían a tomar café, así se inició en el conocimiento del mundo de los negocios.

En relación a su vida, recuerda que tuvo una niñez muy feliz y una excelente adolescencia. Filosofando un poco, afirma que todos los sueños se hacen realidad, por ello debemos luchar para que nuestros sueños —pensamientos— se lleven a buen término.

“Todo lo que ahorita vemos, en algún momento fue un sueño que después se creó y se hizo realidad, eso sí —recalca nuestro filósofo— el inicio es difícil. Una constante lucha que al final se traduce en reconocimiento, tanto personal como con la sociedad, así fue mi caso con las caricaturas, me conforta mucho que otras personas sean felices al reír de todas mis ocurrencias plasmadas en los monos”.

Nuestro caricaturista recuerda sus múltiples empleos: trabajó como ayudante de radiotécnico, fue clasificador de algodón, también tuvo su etapa de burócrata al laborar en el Seguro Social como dibujante, fue fotógrafo, decorador de interiores, ayudante de maestro cervecero —catador— incursionó también en el ramo de la gastronomía al ser propietario de cinco carritos de hot-dogs, todo esto en Ciudad Obregón.

Sin perder su espíritu humorístico, recuerda que, además, curaba los pujones con un trapito, levantaba la mollera y quitaba lo empachado, “leo los residuos del clamato en los vasos y adivino el futuro en las palmas de sus manos”.

Su espíritu profesional en el periodismo gráfico inicia al trabajar en 1969 en el periódico “La presencia de Vícam”, de don Cesáreo Pandura,el cual se imprimía en esténcil, es decir en mimeógrafo, unas máquinas que anteceden a las modernas impresoras digitales, que no usan placas offset.

En 1974 ingresa al diario “Tribuna del Yaqui” donde laboró hasta su jubilación en 2016, también colaboró en “El Sonorense”, “El Independiente” y en los semanarios “De Acá”, “Tiempo”, “La Onda” de Tucson, Arizona y en el periódico “Uno más Uno” a nivel nacional, también publicó en “Dossier” y “Correo”, y por si fuera poco, una de sus caricaturas apareció en un libro de RIUS.

Juácer de los monos

En relación a su desempeño en Primera Plana recuerda que fue arriba de una Ford vans estacionada por la calle Royal, afuera del periódico “El Independiente”, donde surgió la idea de publicar “sus monos” en este Semanario.

Fue a principios de octubre cuando, al fragor de unos botes bien helados en la mencionada vans, el Tavito López López, Jaime Atondo y Sergio Dávila le pidieron al Rigo Gutierrez Mendívil gestionara ante Ruiz Quirrín su entrada a este semanario.

De tal forma que para el 16 octubre de 1992 ya se estaba publicando la primera “Penúltima Plana” hasta acumular 21 años ininterrumpidos, hasta el 6 de enero del 2013 en que dejó de publicar tan buscada sección.

“Desafortunadamente no todo es felicidad, y esos son los designios de Dios, el 5 de agosto de 2016 me operaron, y desde allí se me bajo el telón”, dijo Juácer. Así se refiere —sin dejar su estilo jocoso— al hecho de haber perdido su vista.

Por ejemplo, cuando recién perdió su vista le hablé por teléfono, y le preguntó: ¿qué haces Juácer? Y me respondió: “aquí, oyendo la tele”. De inmediato pensé ya perdió su vista… Otra ocasión me dijo “oye, tan amigos que éramos tu y yo…” —y que me quedo patinando con esa frase, y luego continuó— “…y ahora no te puedo ni ver”, de nuevo me la hizo.

Sin embargo, nuestro amigo Juan Cervantes Morales se siente feliz pues ya publicó un libro, plantó un árbol, tuvo varios hijos (que le dieron 27 nietos y 4 bisnietos), sólo le faltó ser torero, para ser completamente feliz nos explica entre serio y broma.

Reconocimiento

En su historial tenemos que en octubre de 1994 la Universidad de Sonora le entregó un reconocimiento por sus 25 años como caricaturista y se montó una exposición de sus mejores cartones, allí lo acompañaron sus amigos moneros a festejar un cuarto de siglo en su trabajo profesional del periodismo gráfico.

En su biografía también tenemos que convivió con la crema y nata de los caricaturistas nacionales como Fisgón, Ahumada, Magú, Alfonso Araus.

El conocido Monero menciona orgulloso que heredó a sus hijos el gusto por dibujar sólo que ellos no lo han enfocado profesionalmente, es decir a comercializar esta facilidad de arrastrar el plumón y hacer figuras caricaturescas.

En su andar por el mundo ha sacado algunas conclusiones. Una de ellas dice que contrario a lo que siempre se ha dicho “el Amor lo puede todo” su teoría como buen humorista es que mejor quedaría la frase “el humor lo puede todo” porque si realmente actúas de esta manera muchas cosas puedes conseguir.

Por otra parte, sostiene acuñando esta frase para la posteridad “la vida es tan dura como para tomarse tan en serio y al final te mata”, así que su filosofía de vida es que debemos ser felices o al menos sonreír y buscar que otro lo haga.

Finalmente muestra su agradecimiento a sus fieles colaboradoras, aquellas que siempre lo sacaron de apuro: “las moscas rellenadoras de espacio”, que infinidad de veces le ayudaron al fallarle sus musas.