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Los jodidos frente a las crisis

“Los jodidos siempre han estado jodidos y saben bien que así van a seguir toda su vida. Ellos se las arreglan para sobrevivir en todas las circunstancias”

Por Feliciano J. Espriella

La lapidaria frase anterior me la dijo un cliente del banco en que trabajaba en ese tiempo hace ya varios años, cuando en una de las múltiples megas devaluaciones platicábamos sobre los posibles efectos en el futuro inmediato. A la sazón me desempeñaba como gerente de dicho banco.

Mi interlocutor, quien apenas era un político de medianos vuelos pero se las había ingeniado para formar un significativo patrimonio, manejaba importantes inversiones a plazo y sus lamentos eran por la pérdida del poder adquisitivo de sus inversiones.

Todo se debió a que en un momento dado hice referencia a los impactos que la inflación y los efectos negativos en la economía le podrían acarrear a toda la población, y en particular, puntualicé, a las clases más necesitadas.

Recuerdo dicho episodio en esta ocasión, a propósito de los acontecimientos presentes en los que se prevé una caída drástica de la economía y muy probablemente la pérdida de millones de empleos, y me pregunto: ¿Serán otra vez las clases más vulnerables las que tengan que bailar con la más fea?

Salvar las mega empresas prioridad del neoliberalismo

La historia de nuestro país está plagada de ejemplos en los que ante los embates de las crisis, los gobiernos en turno se han abocado a proteger las grandes empresas, con el argumento de que de esa manera se protegerían las plazas laborales.

¿Ejemplos? Hay muchos, sin embargo el más dramático por la cuantía y el daño a la economía del país, que a 25 años de distancia aún sigue gravitando fuertemente en las finanzas públicas, es sin duda alguna el Fobaproa.

Para quienes no lo vivieron o ya lo olvidaron, hago una breve síntesis:

En 1995, la banca mexicana en su totalidad quebró (eso se dijo pero nunca se demostró), como consecuencia de súper millonarios auto préstamos para sus empresas, familiares y amigos habían otorgado a discreción los especuladores que se habían apoderado de todos los bancos del país, con la anuencia y me parece que hasta beneplácito del tristemente célebre ex presidente Carlos Salinas de Gortari.

Ante esa situación, el entonces presidente Ernesto Zedillo inventó un rescate bancario al que denominaron Fobaproa, que si mal no recuerdo 600,000 millones de pesos, que ha venido creciendo y en la actualidad ronda en un billón (un millón de millones) de pesos.

De esa manera, el gobierno federal se quedó con toda la cartera incobrable de los bancos, los capitalizó, convirtió en deuda pública a pagar por todos los mexicanos la deuda de un puñado de vivales, muchos de los cuales en otros países hubieran terminado en la cárcel.

En esa época, la población sufría los efectos de draconianas medidas económicas que nos impusieron los organismos financieros internacionales para salvarnos de la crisis, pero como en los cuentos de hadas, los millonarios ex dueños de los bancos siguieron siendo acaudalados empresarios ¿No lo creen? Les cuento un caso:

Roberto Hernández, quién quebró a Banamex y en vez de ser despojado de todo su patrimonio y encarcelado, anunció el 17 de mayo del año 2000, la venta del Grupo Banamex-Accival (Banacci) al Citigroup en 12 mil 500 millones de dólares, el presidente de la República Vicente Fox celebró, aprobó y vio la operación como una bendición para el país.

¿Y saben una cosa? Por esa millonaria operación de compra venta, no se pagó un solo peso de impuestos, en tanto los mexicanos pobres año con año seguían creciendo en cantidad. Actualmente se estima que pasan de los 60 millones de compatriotas, pero en contrapartida somos uno de los países emergentes con más multimillonarios.

¿Llegó la hora de los jodidos?

En la crisis actual al parecer las cosas podrían ser diferentes. Para comenzar, antes de otorgar exenciones de impuestos y dedicar sumas estratosféricas a salvar las grandes empresas, el gobierno federal ha decidido redoblar los apoyos a los beneficiarios de los programa sociales y destinar amplios recursos para apoyar a un millón de microempresarios.

¿Y las grandes empresas? Bien gracias. Al parecer el presidente las va a dejar que las salven sus millonarios propietarios, como les sugirió a los dueños de Aeroméxico, aerolínea que como consecuencia de la crisis actual está en vías de quebrar.  

Según trascendió, el presidente les dijo a quienes fueron a solicitar apoyo que el mercado aéreo mexicano siempre será atractivo y si Aeroméxico termina en bancarrota, ese lugar será ocupado por otros actores nacionales o extranjeros.

Ante algún intento de hacerlo cambiar de parecer la respuesta es que los accionistas de la empresa son gente de gran fortuna y que podrían utilizar su patrimonio y sus utilidades de años anteriores para salvar a la compañía.

Adiós a un querido amigo

Hace unos días se nos adelantó el excelente compañero y mejor amigo Omar Mendoza ¡Que Dios lo tenga en su gloria! Mis más sentidas condolencias a su esposa y familia, con un fuerte abrazo solidario.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.