DestacadaGeneral

Año político al norte de la frontera

Por Martín F. Mendoza/

Estados Unidos se prepara para tener un periodo de elecciones “intermedias” y así renovar por completo la Cámara de Representantes y una tercera parte del Senado

Con el recién llegado 2014, inicia otro año considerado tradicionalmente como “político” en Estados Unidos ―como si en la actualidad hubiera de otros en realidad―. Esto porque es año de elecciones “intermedias” en donde se renueva por completo la Cámara de Representantes y una tercera parte del Senado, además de múltiples gubernaturas. No hay, claro está, elección presidencial, sin embargo es común asumir que el desempeño del presidente en funciones es de una alta influencia en los resultados electorales legislativos. El desgaste del ejercicio de gobierno, provoca normalmente una pérdida para el partido del Presidente. Es así entonces que el partido Demócrata no las tiene todas consigo para el otoño de enfrente, ya que la popularidad del presidente Obama continúa por los suelos. Difícilmente puede tener una recuperación considerable durante 2014 como para convertirse en un factor positivo para su partido en la elección.

Ya en 2010, en la anterior intermedia, el partido Demócrata recibió una tunda de parte de los Republicanos con una pérdida neta de 63 escaños en la Cámara de Representantes y seis sillas senatoriales. Si a eso le agregamos el no haber agregado muchas posiciones en 2012, con todo y que fue el año en que se reeligió Obama, podríamos decir que los Demócratas están protegidos de otra pérdida catastrófica en 2014, mas no de una modesta, que es lo que se espera en Noviembre.

En el senado actualmente todavía dominado por los Demócratas, los Republicanos son favoritos para cerrar la brecha actual (55-45) e incluso pudiera llegarse a dar que recuperaran ese órgano, convirtiendo a Obama en forma efectiva en lo que los estadounidenses llaman un “pato cojo” o “lame duck”, que no es otra cosa que un gobernante sin poder real.

Oportuno ―aunque pudiese ser que tardío― sería un autoexamen por parte de Obama acerca de su gestión presidencial. Cuando se está lidiando con lo que a propios y extraños parece un verdadero manicomio como es el actual partido Republicano y sus índices de aprobación son tan anémicos, es porque algo ―tal vez mucho― no se está haciendo bien. El que el partido de enfrente no haya sido capaz, en su crisis de identidad, de presentar un candidato a la presidencia con mínimas posibilidades de triunfo, no debe confundir al triunfador. Parece que mucho de ello le sucedió a la administración Obama en este 2013, año fatal que ya le urgía terminara.

Por otro lado y aunque temprano aún, está el asunto de Hillary Clinton, quien tiene a duras penas este año, cuando mucho, para oficialmente anunciar lo que parece inevitable: su candidatura a la Presidencia en 2016. Las presiones pro-Hillary por todos lados, son tantas y tan fuertes que el tomarse este tiempo que para cualquier otro político sería práctica estándar, se puede convertir en un fuerte problema para Hillary y su gente. Diversos comités de acción política (abreviados PAC’s y SUPER PAC’s en inglés) que son organizaciones legalmente constituidas y reconocidas para apoyar a determinados candidatos y causas políticas, incluido aquí el recaudar enormes cantidades de dinero para campañas, sin estar ligados formalmente a dichos candidatos, parecen haber comenzado una discreta “guerra” por las simpatías de Hillary. El mensaje y hasta la estrategia podrían sufrir ante una indefinición prolongada acerca de si habrá candidatura o no.

Otro asunto aparte de su edad (66) y su salud que en años recientes se vio un poco afectada, no parece interponerse entre ella y su candidatura que la haría favorita prohibitiva para obtener la nominación Demócrata y muy probablemente la Presidencia. Por lo pronto el “Perro Grande” como se apoda a su esposo Bill Clinton, en círculos políticos y de análisis, parece estar más que listo para lo que tanto disfruta: una nueva campaña. El ex presidente sería sin duda al más grande activo para una eventual campaña de la ex primera dama y ex secretaria de estado, aunque simultáneamente podría también constituirse con cualquier pequeño descuido en un enorme pasivo. Los esqueletos en el closet de Bill Clinton son muchos y muy variados.

Y en Arizona

En Arizona, estado en donde sus políticos han sido capaces de hacer que la fantasía y el gobierno se conviertan en una misma cosa, recién se escuchó la posibilidad de que el gordito rompe cabezas de la pantalla grande, Steven Seagal se lance en pos de la gubernatura. Seagal tiene años “colaborando” con el Sheriff Joe Arpaio, como alguacil “voluntario”, todo con el fin de producir así episodios para su serie de televisión que es llevada a cabo en varios estados con formato similar, pero que en ningún otro encuentra la aceptación y el aire de solemne agradecimiento que una parte de la población arizonense le profesa. Todo esto puede sonar como la broma ―no por ello falta de propósito― que es, y se puede criticar todo lo que se quiera a Seagal y a Arpaio, nefastos personajes que conocen muy bien sus respectivos negocios y que han encontrado una manera de hacer sinergia para empujar sus fines. Sin embargo el verdadero tema de profundidad está en esa porción de la población de Arizona (la cual tiene, por cierto, como una de sus características principales que siempre acude a votar) que evalúa las acciones de estos bufones como si fuesen legitimas. Ese nivel de estupidez social es el verdadero tema. Por otro lado, si Jan Brewer es gobernadora, es al menos discutible que el experto en artes marciales, Seagal, no pudiera también serlo.

Comentarios a: [email protected]