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La rifa del tigre: los desafíos de Claudia Pavlovich

Por Imanol Caneyada/

La candidata electa, Claudia Pavlovich, pasado el frenesí de la victoria, está obligada a legitimar con hechos y de forma expedita el amplio aval que le concedió el electorado sonorense en los comicios del pasado domingo siete.

Hereda un gobierno en quiebra (austero es el eufemismo que han utilizado), muy cuestionado por los actos de corrupción, que ha lastimado a mucha gente y que ha pulverizado en seis años rubros como el de la salud pública, la transparencia, la separación de poderes, el impulso a la infraestructura, el desarrollo social y la educación.

Cierto que Claudia Pavlovich contará con el apoyo del Gobierno federal, un Congreso de la Unión favorable y un Congreso local aliado; no obstante, la falta de recursos de la Federación, debido en gran medida a la caída de los precios del petróleo y al turismo internacional (esto último a causa de la deplorable imagen exterior que tenemos hoy en día), nos hace pensar que a la gobernadora electa no le abrirán alegremente la llave de las participaciones y los recursos etiquetados para rescatar al estado de la recesión.

Por ello es capital que conforme un gabinete de hombres y mujeres de alto perfil, creatividad e imaginación, capaces de desarrollar políticas públicas que eficienten los presupuestos; un gabinete en el que no se privilegie el pago de favores y deudas electorales.

Y es que los desafíos son muchos y muy difíciles.

Corrupción, transparencia y rendición de cuentas

Si en pasadas campañas electorales las banderas fueron el crecimiento económico y la seguridad pública, en las que acaban de pasar, la corrupción y la promesa de honestidad acapararon la mayor parte del discurso electoral, se convirtieron en lema y, lo más importante, en detonante del voto a favor de Pavlovich.

Es fácil adivinar que si el próximo gobierno cumple en este rubro, habrá respondido medianamente a las expectativas de la gente.

Posiblemente sea muy tentador para el Ejecutivo estatal entrante promover reformas a las leyes que persiguen y castigan la corrupción, modificar la existente Ley de Transparencia o crear nuevos órganos fiscalizadores del actuar de los funcionarios y el uso del presupuesto.

Pero como bien ha señalado en repetidas ocasiones la economista, académica y analista política Alba Celina Soto, el problema no está en la legislación existente, sino en la aplicación de la misma.

Según la opinión de la doctora Soto y de otros expertos en el tema, el marco legal bajo el que actúa la Secretaría de la Contraloría General del Estado de Sonora otorga al organismo las herramientas necesarias para fiscalizar y sancionar administrativa e, incluso, penalmente, a aquellos funcionarios que violan la ley en el ejercicio de sus funciones.

El actual gobierno tuvo a dos contralores generales: primero a Carlos Tapia Astiazarán y posteriormente a María Guadalupe Ruiz Durazo.

Ambos actuaron de manera omisa ante las muchas denuncias, quejas y demandas que llegaron a su despacho, protegieron al jefe del Ejecutivo y a sus funcionarios y propiciaron un clima de impunidad.

El problema no fue la falta de leyes, sino la no aplicación de las mismas.

La primera señal que podría mandar Claudia Pavlovich en este rubro es la promoción ante el Congreso de un candidato o candidata a la Contraloría verdaderamente ciudadano, sin compromisos con el poder entrante y con la certeza de que su permanencia en el puesto no dependerá de la complicidad que tenga con los nuevos funcionarios, sino de su eficacia en velar por el correcto ejercicio del poder.

De igual forma, la primera mandataria mujer en el estado está obligada, si quiere honrar a sus votantes y a sus promesas, a no meter las manos en el proceso de elección de los consejeros del Instituto de Transparencia Informativa, ya que el actual consejo es producto de la descarada intervención de Padrés en 2012, quien instaló a gente afín a su causa, con un perfil no adecuado, y que en lugar de agilizar los procesos de acceso a la información, se dedicó a empantanarlos.

La permanente falta de recursos del Instituto también fue una estrategia para estrangular sus procesos. Dotarlo de un presupuesto que le permita trabajar eficientemente sería otra señal de buena voluntad.

En cuanto a la rendición de cuentas, la expectativa ciudadana es muy alta. Claudia Pavlovich tiene la inmejorable oportunidad de impulsar los procesos judiciales necesarios y aportar las pruebas suficientes ante las autoridades competentes para investigar al actual gobierno y, si procede, que los integrantes que hayan violado la ley paguen administrativa o penalmente por sus acciones.

Si, como muchos piensan, el actual gobierno ya negoció su salida impune y el gobierno entrante aplica el perdón y el olvido, la Pavlovich estaría traicionando a sus votantes, renegando de su principal discurso de campaña y mandando el peligroso mensaje de que, al final de cuentas, todos son lo mismo. Una idea que permeó el domingo siete de junio si nos atenemos al bajo porcentaje de votantes.

Pero esto sería apenas un primer paso; si la gobernadora electa aspira a un mínimo de congruencia, durante el ejercicio de su administración está obligada a utilizar de forma cabal los mecanismos de rendición de cuentas existentes en la ley, y a permanecer muy vigilante de que su equipo y ella misma no caigan en la asignación arbitraria de obra supuestamente licitada, en los moches, en el desvío de recursos y en el enriquecimiento ilícito.

Prácticas que, aunque no lleguen a castigarse, los sonorenses perciben que fueron una constante en la actual administración.

Salud pública

Probablemente después del tema de la corrupción, el de los servicios de salud pública sea el más sensible para los sonorenses.

El panorama que deja el actual gobierno es desastroso, según han denunciado en numerosas ocasiones tanto usuarios como empleados del sector salud.

En lo tocante a las facultades explícitas que tiene el Gobierno del estado, es decir, Isssteson, HIES, hospitales generales y centros médicos, la gobernadora entrante enfrenta una enorme deuda, desabasto de medicinas, infraestructura en pésimas condiciones y empleados descontentos en franca rebeldía.

En este momento, en el Isssteson, ya no es posible hacer frente a las pensiones de los empleados pendientes de jubilación porque el fondo de pensiones ha desaparecido.

Han llegado al extremo de pedirles a los empleados que solicitaron su jubilación que no se presenten a trabajar pero que sigan firmando la nómina para cobrar su salario en lugar de la pensión que les corresponde.

Por otro lado, el gobierno entrante se encontrará con una deuda adquirida de los Servicios de Salud de Sonora superior a los 200 millones de pesos, crédito agotado por parte de los proveedores de medicamentos y equipos médicos y una nómina inflada de aviadores.

De esta forma, Claudia Pavlovich tendrá que tomar medidas urgentes para sanear unas finanzas en bancarrota, recuperar la confianza de los proveedores y diseñar políticas públicas de salud que atenúen la enorme demanda existente, principalmente, de los sectores más desprotegidos.

Todo ello sin olvidar la necesaria auditoría que requiere uno de los sectores del actual gobierno que ha sufrido mayor saqueo.

Infraestructura y obra pública

El mayor logro de la administración saliente ha sido muy probablemente el acueducto Independencia, el cual ha solucionado por al menos un par de décadas el gravísimo problema del agua en la capital del estado, principal centro industrial de la entidad.

El costo social fue muy alto y la utilización política de la tribu yaqui por parte del PRI para minar al gobierno terminó pasando factura.

Claudia Pavlovich enfrentará la disyuntiva de sostener una obra que ha permitido que los hermosillenses olviden los tandeos y los cortes de agua, con lo que defraudará a los productores del valle del Yaqui y a los integrantes del pueblo originario; o bien, cancelar el acueducto y apostarle a la desalinizadora, para lo que necesitará allegarse de grandes recursos para construirla y posteriormente mantenerla.

El regreso a los tandeos y a los cortes del servicio podría ponerle en contra a los habitantes de la capital, en donde Claudia Pavlovich arrasó en los comicios.

En cuanto a la red carretera del estado, el gobierno saliente deja una gran deuda con los sonorenses, sobre todo en las carreteras vecinales, las cuales dependen del Gobierno estatal.

La gobernadora entrante contará con el impulso de los 15 mil millones de pesos que el Gobierno federal ha comenzado a invertir desde el año pasado en la México 15 (la cuatro carriles) y que, en principio, significará la reparación total de la principal arteria del estado.

Pero enfrenta el enorme desafío de reparar, repavimentar o pavimentar los aproximadamente 3,600 kilómetros de carreteras pertenecientes a la Red Alimentadora Estatal y los alrededor de 17 mil kilómetros de caminos rurales no pavimentados.

Claudia Pavlovich podría ser la primera gobernante en un par de décadas en impulsar el desarrollo de esta red estatal y rural de forma planeada y profunda. O bien, como lo han hecho los últimos cuatro gobiernos, continuar parchando los tramos intransitables para salir del paso.

Otro aspecto ineludibles será el de auditar al gobierno saliente, que anunció entre 2011 y 2014 una inversión de 8 mil millones de pesos que no se ha visto reflejada.

Seguridad pública y justicia

Sonora es un estado con un alto índice de consumo de drogas sintéticas (principalmente cristal). La fabricación y el trasiego de las mismas ha proliferado de forma evidente en los últimos años. Desde que cambió la legislación y se le otorgó a los estados la facultad de perseguir el narcomenudeo, el escenario es el siguiente: por un lado, la corrupción en la policía estatal y policías municipales relacionada con esta actividad ha crecido; y por el otro, los ministerios públicos y los jueces estatales no se dan abasto para perseguir y sancionar el delito, ya que han aumentado las responsabilidades pero no la infraestructura ni el recurso humano.

Un daño colateral de esta situación es la sobrepoblación en los centros penitenciarios, principalmente ocupados por reos con delitos contra la salud, y la alarmante corrupción en los mismos.

En cuanto a otro tipo de delitos, principalmente el de robo de vehículos y el de casa habitación, las policías municipales cumplen escasamente con la labor de prevenir, debido, una vez más, a la corrupción existente, y a la pobre capacitación y equipamiento.

En cuanto a las responsabilidades de la Policía Estatal Investigadora, una vez cometido el delito, la investigación y consignación de probables delincuentes arroja resultados paupérrimos. El sentimiento de los sonorenses es de indefensión y ya hay ejemplos de colonias, calles y barrios que están organizándose contra el crimen, característico de las sociedades donde hay una ausencia del Estado.

Pero uno de los verdaderos retos que enfrenta Claudia Pavlovich, a causa de la desidia que al respecto mostró el actual gobierno, es la puesta a punto del nuevo sistema judicial (juicios orales). Por mandato constitucional, en todo el país, en el 2016 deberá estar funcionando plenamente. Sonora es una de las entidades que más rezago presenta en cuanto a capacitación de jueces, abogados y ministerios públicos para llevar a cabo el nuevo modelo. Además, la gobernadora electa está obligada a impulsar y al mismo tiempo respetar la renovación de los magistrados del Tribunal Superior de Justicia; la actual magistratura, impuesta por Padrés, significó una afrenta al poder judicial.

Una vez más, el gobierno entrante tendrá que auditar los millones de pesos que se invirtieron en equipo policiaco e infraestructura y que, al parecer, se desviaron a través de proveedores fantasmas.

Hay otros temas urgentes, como el de educación (en donde la corrupción vía el programa Transformación Educativa ha sido galopante), cultura, restitución del maltrecho tejido social, impulso al empleo calificado y bien remunerado, equidad de género, violencia de género… una verdadera rifa del tigre la que se sacó la gobernadora electa.

Y si cree que la sociedad no estará vigilante y la castigará si no cumple, se equivoca, así como se equivocó su antecesor.