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Las víctimas desconocidas

Por Gerardo Moreno/

A seis años del siniestro de la Guardería ABC, hay un grupo de niños que aún sigue sufriendo el abandono, discriminación y desatención de las autoridades que se niega a reconocerlos como lesionados de la tragedia. Son las víctimas que gracias al apoyo ciudadano lograron salir con vida, incluso sin lesiones externas, pero sí con un daño interno que al momento es irreparable y les cambió radicalmente su vida.

Fabiola Domínguez es madre de la pequeña Laura Fernanda Guadalupe,una bebé rescatada del incendio al salir por un boquete en la pared que la misma gente hizo tras tumbar un aire acondicionado. Laura tenía un año siete meses.

Fabiola Domínguez, representante del grupo “Salud y Justicia ABC”.
Fabiola Domínguez, representante del grupo “Salud y Justicia ABC”.

La señora Domínguez es vocera del grupo Salud y Justicia ABC —que pertenece a Manos Unidas Por Nuestros Niños— y representa a 72 niños que salieron vivos de la estancia infantil, pero que han sufrido las secuelas durante estos seis años.

El problema con su hija —ahora de siete años— empezó después del incendio. Al igual que los demás niños era muy sana, pero luego los especialistas del Hospital Shriners encontraron que Laura tenía una inflamación en los pulmones por el humo tóxico que había inhalado y requería un medicamento especial. El tratamiento consta de ingerir esteroides que le ha provocado daños en riñones, páncreas, hígado, incluso le ha podrido los dientes, detalla la mamá.

Según le han dicho los médicos, Laura sufre un atrapamiento de oxígeno, es decir, no expulsa CO2 normalmente. Tiene una hipertensión pulmonar, piel extra seca que requiere cortisona. Presenta neumonitis y rinitis crónica, por lo que ya tuvo que ser intervenida quirúrgicamente. También en una ocasión, por la misma asfixia, llegó a convulsionarse.

El problema que llena de coraje a la señora Domínguez, es que tanto su hija como los otros 71 niños ABC, fueron catalogados como víctimas “expuestas” al incendio y no como “lesionados”, por lo cual la atención subrogada del IMSS solo les cubre lo derivado del siniestro, es decir en pulmones, corazón, psicológico y psiquiatra.

“Es precoz”

Las secuelas que han sufrido las víctimas que aún viven la tragedia de la Guardería han llegado a casos increíbles, como la pequeña Dana Camila, quien al momento del incendio tenía un año once meses. A elle se le originó una infección en la vejiga que no alcanzaban a diagnosticar.

Luz Alejandra Ortiz, madre de Dana.
Luz Alejandra Ortiz, madre de Dana.

Luz Alejandra Ortiz, madre de Dana, recuerda que esa tarde, su madre le habló para decirle que la Guardería se estaba quemando e inmediatamente salió disparada a buscar a su hija. Con angustia y desesperación recorrió todos los hospitales hasta que la encontraron en la casa verde, frente a la guardería. Dana también logró ser salvada gracias al boquete que había en la pared.

Ya en su casa, Dana pasó la noche con mucha tos y vomitando hollín. Nadie creyó que era efecto del incendio y pensaron que se le iba a pasar. Pero fue hasta que le realizaron estudios médicos que los especialistas encontraron una inflamación en sus pequeños pulmones.

Después todo fue un ir y venir con doctores, estudios y más estudios. Le recetaron medicamentos tan agresivos que le ocasionaron otros problemas en riñones, hígado, debilitación de huesos, el páncreas, y fue a raíz de este último órgano dañado que comenzó con una producción anormal de insulina llevándola a ser hospitalizada. También presentó daño en los dientes y hasta una infección en la vejiga cuando tenía seis años, esto le provocó un sangrado por la vía urinaria que parecía menstruación.

Por este motivo, relata la señora Ortiz, la menor estuvo internada, pero los doctores del IMSS y otros especialistas le decían que era precoz y le recetaban óvulos y hormonas. Seis meses duró esa angustia que le generaba crisis nerviosas, hasta que luego de muchos análisis muy invasivos para una niña, una doctora le encontró que era por la infección de los medicamentos y la desintoxicó.

La valiente Dana también se ha enfrentado a dos operaciones en las vías respiratorias y hoy todavía por las noches se le dificulta respirar.

Por otra parte, presenta síntomas de ansiedad y es que ella recuerda todo del incendio: desde como la mojaron adentro de la guardería, que la sacaron por una ventana, que la recibió una persona con el uniforme de una gasolinera. Incluso en la primera cirugía escribió una carta despidiéndose de su familia porque ya estaba cansada de ir al médico. Acudió con un psiquiatra platicó con ella y le ayudó a entender lo que sucedía, detalla la señora Ortiz.

Ataques de ansiedad

El caso de Nicole Alexia, quien ahora tiene ocho años, también se vio envuelto en un peregrinar casi a diario al médico ocasionándole un estrés y ansiedad que la pequeña trata de aliviar comiendo.

Sara Alejandra Estrada, mamá de Nicole.
Sara Alejandra Estrada, mamá de Nicole.

Sara Alejandra Estrada, mamá de Nicole, recuerda cómo aquel día al ver la columna de humo negro acudió rápido a la guardería a buscar a su hija, al llegar el incendio ya estaba y no podía entrar. Cuando vio que tumbaron una refrigeración se intentó meter por ahí y vio que sacaron a su hija, mojada, con un vestido rosa y un solo teni. Inmediatamente la llevaron a su casa y ella se quedó tratando de ayudar.

Después del horror, regresó a su casa en anoche y se dio cuenta que su hija tenía mucha tos y una quemadura en la mano. La llevaron al Seguro de la Juárez donde solo le atendieron la mano.

Pensaron que se le pasaría la tos, pero a las dos semanas cuando vinieron los expertos de Shriners le dijeron que su hija tenía inflamación en los pulmones que le ocasionaban rinitis crónica, neumonía, asma y sinusitis.

Lo anterior ocasionó que la pequeña Nicole viva en constantes visitas al hospital, ha sido intervenida dos veces quirúrgicamente por la sinusitis y una amigdalitis; además tiene dificultades para respirar y por el mismo medicamento sufre ataques de ansiedad. También a causa del mismo tiene un problema dental tan fuerte con dos dientes rotos, muelas picadas y el resto manchados.

Además la pequeña recuerda todo lo que pasó. Le platicó a su madre que se acordaba de su vestido rosa de princesas que tenía el día del incendio, su teni, que la maestra la mojaba con una manguera, aunque no podía ver nada y que la sacaron por una ventana, todo.

Explicó que meses después del incendio el mismo presidente, Felipe Calderón y el mismo gobernador, Guillermo Padrés, le habían asegurado públicamente que su hija sería reconocida como “lesionada” porque se le había diagnosticado un daño pulmonar del 65%, pero a la fecha nunca se hizo el reconocimiento.

“No apagues la luz”

Para la niña Michelle Jocelyn, quien está a punto de cumplir los ocho años, la vida le cambió radicalmente después de aquel cinco de junio. No puede estar en lugares oscuros pues recuerda que ahí es donde “gritan y lloran los niños”.

Jocelyn Rivera, madre de Michelle Jocelyn.
Jocelyn Rivera, madre de Michelle Jocelyn.

Jocelyn Rivera, su madre, comenta que el cinco de junio su hija no quería ir a la guardería, pero la convenció diciéndole que se llevará una foto para que la pusieran en el periódico mural, por su cumpleaños. Cuando le avisaron del incendio dejó su trabajo y fue a la guardería pero no encontró a su hija. Tras recorrer desesperadamente todos los hospitales, sus familiares le avisaron que la habían encontrado en la casa verde, entonces le volvió el alma al cuerpo.

Fue semanas después que, en una evaluación médica de los Shriners, le detectaron daño en los pulmones. Después de esto, confiesa la señora Rivera, todo ha sido un peregrinar al hospital, revisiones médicas y análisis clínicos, incluso una intervención quirúrgica por la rinitis y se enferma seguido, incluso llegó a convulsionar al no poder respirar. Cambió la vida de toda la familia.

El medicamento que toma la pequeña Jocelyn también le dañó el páncreas, hígado y hasta los dientes. Sufre crisis neurológicas, donde dice que ya no quiere seguir con el tratamiento, que la dejen vivir en paz.

No tiene muchos recuerdos de aquel día, sólo una vez cuando entró al preescolar con una canción y cuando está en la oscuridad. Por esto ha tenido atención psicológica que sirvió para salir adelante y se ha podido adaptar en su escuela.

La lucha continúa

Fabiola Domínguez añade que les habían prometido que al cumplir los ocho años podrían hacerle una revaloración médica a los niños para decir si tienen el daño permanente y fueran reconocidos como lesionados, pero el IMSS se negó a hacerlo.

Por esto dijo que la lucha seguirá e invitó a la sociedad a unirse a pedir justicia tanto para los 49 niños que fueron asesinados aquel trágico cinco de junio, como para todos los lesionados (reconocidos o no) a alcanzar la justicia.

*Este artículo aparece publicado en el Semanario “Primera Plana” edición No. 2263.

Especial: CASO ABC: SEXENIO DE IMPUNIDAD