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No hay plazo que no se venza ni deuda que no se pague

Por Feliciano J. Espriella/

Si queremos realmente catapultar algún día a nuestro país debemos ser participativos y votar. Nadie tiene el derecho de reclamar cuando no participa en la decisión de quiénes serán sus gobernantes

En plena campaña, un candidato da su coloquial discurso en una zona rural, hablando de las maravillas que hará durante su gestión. Cuando estaba por decir qué problemas iba a resolver en lo inmediato, al fondo se oye un rebuzno. Molesto mira a la multitud y pregunta quién hizo ese ruido. Alguien le responde entre la gente: “No se preocupe, solo es el eco”.

Finalmente está por concluir un proceso electoral más. A partir de ayer dejamos de ver y escuchar tanta palabrería hueca con la que nos atiborraron ahora sí que todos los candidatos y candidatas.

Pasado mañana serán los comicios y concluirán formalmente unas elecciones que dejaron mucho que desear. Abundaron las acusaciones, denuestos, calumnias, agresiones de todos tipos, traiciones, golpes bajos, fuego amigo y mucho estiércol… toneladas de estiércol.

Naturalmente que también abundaron hermosos escenarios de lo que nos proporcionarán cuando estén en funciones los hoy todavía candidatos. Los que ganen por supuesto, porque los que pierdan tendrán que echar sus proyectos y ocurrencias al basurero.

Tengo la impresión de que no lograron permear en el grueso de la población. Más bien me parece que generaron hartazgo. Encontraba uno candidatos hasta en la sopa. Los veía uno en las miles de carteleras espectaculares con las que saturaron las ciudades, en los 4 costados de los camiones urbanos, periódicos, revistas, volantes, radio, TV, portales de internet y, hasta en los videos de algunas redes sociales como el Youtube, a las que irrumpían en medio de alguna transmisión sin importar el momento.

Invadieron inmisericordemente la privacidad de hogares y personas. Llamadas a teléfonos domésticos y celulares para hacer «supuestas» encuestas o denostar a alguno de los candidatos. Mensajes por celulares y WhatsApp por los smarphones conteniendo basura electoral. En fin, toda una hornada de ataques mediáticos que lejos de generar simpatías, más bien hartaron.

Y lo peor: fue extremadamente costoso todo el proceso electoral. El despilfarro fue sin duda el signo distintivo de estas elecciones.

Derroches evidentes y exagerados de los partidos grandes ante la complacencia de autoridades electorales que sin el mejor pudor dieron muestras durante todo el proceso electoral de sus preferencias  y conveniencias políticas.

¿Votar o no votar? He ahí el dilema

Parece mentira pero a estas alturas del proceso, hay mucha gente que no ha decidido si va o no a votar. Decepcionados de los candidatos y de los partidos, la sombra del abstencionismo ronda alrededor de las elecciones.

Mucha gente no votará. Craso error. Si queremos realmente catapultar algún día a nuestro país debemos ser participativos y votar. Nadie tiene el derecho de reclamar cuando no participa en la decisión de quiénes serán sus gobernantes.

Cuando la población mexicana llegó al nivel de máximo hartazgo por el partido que había hecho un monopolio del poder durante setenta años, acudió a las urnas y a punta de votos lo echó. Es la única forma. Denostar, insultar y hasta agredir, nunca han servido para nada más que desfogar rabias y manifestar emociones.

Vuelta a la triste realidad

Terminó el proceso electoral para la gente común y corriente, e iremos, como cada tres años, poco a poco incorporándonos a nuestra realidad. A una triste realidad que no pinta nada bien hacia adelante.

Más allá de qué partidos ganen las elecciones tanto federales como estatales, tendrán que hacer malabarismos financieros obligados por el irremisible destete de una ubre petrolera que cada vez produce menos y de menor valor.

Muchos de los proyectos que nos platicaron candidatos y candidatas serán realizables en la medida que haya recursos para ejecutarlos y vivimos en un país que va a tener en el futuro inmediato, una merma considerable en sus ingresos.

Las tendencias en los petroprecios apuntan a que continuarán bajos durante algún tiempo y a partir de 2016 no tendremos seguros que compensen una parte de la  baja en los ingresos que registrará la paraestatal Pemex y que se reflejará en las arcas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Finalizó con algo más amable:

En un avión iban 4 personas, un político, un sacerdote, un jugador de fútbol y un niño. Un motor del avión se estaba incendiando, entonces el capitán dice hay 4 paracaídas, uno para mí y los restos son suyos, entonces se lanza el político, y dice, yo soy el presidente más inteligente y veraz del mundo, entonces tengo derecho, y se tira.

Luego el jugador de fútbol dice, yo agarraré otro, porque el mundo va a necesitar mis goles, entonces me toca agarrar otro, lo agarra y se tira.

Entonces el sacerdote dice: ¿Cómo es eso que aún quedan dos paracaídas?, entonces le dice el niño: Es que el presidente más inteligente y veraz del mundo se tiró con mi mochila.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.