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Voto nulo sí o no; argumentos en contra y a favor

Por Imanol Caneyada/

El debate en estos últimos días se ha centrado en si el voto nulo beneficia o castiga a la partidocracia; estos son las explicaciones de las dos posturas

A medida que se acerca el día de la elección, en reuniones, tertulias, redes sociales y cafés, la posibilidad de anular el voto toma cuerpo, se consolida como una respuesta natural y una protesta impotente ante la pobreza de propuestas de los candidatos, las campañas negras, la corrupción rampante y la impunidad, en resumen, ante el fracaso de una democracia cuyos partidos e instituciones se empeñan en caricaturizar.

El debate en estos últimos días se ha centrado en si el voto nulo beneficia o castiga a la partidocracia, es decir, a los tres partidos que se reparten el poder en México y las pequeñas instituciones políticas que viven a sus costillas.

Constantemente se hace referencia a cómo en otros países el voto nulo o voto en blanco sí es tomado en cuenta y de una u otra forma (obligando a unas nuevas elecciones, por ejemplo) se convierte en una opción verdadera.

En México, al respecto, la legislación electoral establece:

«Una vez que la autoridad determina que un voto está afectado de nulidad, se surten tres tipos de efectos jurídicos. El primero de ellos consiste precisamente en privarlo de efectos, por lo que no se contabiliza a favor de ningún candidato.

El segundo efecto tiene relación con la posibilidad de que se realice un nuevo cómputo de los votos recibidos en todo el distrito electoral correspondiente cuando el número de votos nulos sea mayor a la diferencia de sufragios entre los candidatos ubicados en el primero y segundo lugares en votación (artículo 32).

Eventualmente puede haber recuento de votos en los juicios que se tramitan ante las salas del Tribunal Electoral en caso de que el órgano distrital se haya negado a realizar el nuevo escrutinio y cómputo (artículo 21 bis. 1,a de la Ley General de Medios de Impugnación en Materia Electoral).

En tercer lugar, de forma indirecta, el voto nulo cuenta para determinar si un partido conserva su registro, para lo cual deberá reunir el dos por ciento de la votación en alguna de las elecciones federales ordinarias para diputados, senadores o Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, pues de lo contrario “le será cancelado el registro y perderá todos los derechos y prerrogativas” que establece el propio COFIPE (artículos 32 y 101. 1, c).»

En contra del voto nulo

Los analistas político, expertos y politólogos argumentan, en términos generales, que el voto nulo en México se va a la basura y no incide en la elección. Incluso si fuera masivo, dicen, no cambiaría nada, pues la legislación electoral está diseñada sobre lo que se denomina Votación Válida Emitida: el resultado de restar a la votación total emitida, los votos nulos y los votos por candidatos no registrados.

Esta es la base que cuenta; y consideran ingenuo pensar que un alto índice de voto nulo podría conmover la conciencia de la clase política, pues su cinismo ha quedado demostrado permanentemente.

6 ConteoPor ejemplo, si queremos castigar a partidos pequeños que se han incrustado en los vericuetos del sistema para sobrevivir, como el Verde Ecologista, su porcentaje mínimo para conservar el registro sería en función de esta Votación Válida Emitida, por lo consiguiente, si el voto nulo y el abstencionismo es muy alto, el número de votos que tendrían que obtener en los presentes comicios sería menor, pues el porcentaje se aplica sobre esta base.

En el caso de los tres grandes partidos, cuyo triunfo se basa, principalmente, en el voto clientelar y corporativo (aquel que se obtiene mediante los beneficios de programas de gobierno, dádivas y regalos), el voto nulo y la abstención los beneficia directamente porque ese porcentaje de voto pensado (del 20 al 30%) se reduce, de forma que únicamente el voto duro y el comprado deciden en los comicios.

El arma de los inconformes, de los que rechazan un sistema que muestra serios visos de podredumbre, arguyen quienes se oponen al voto nulo, es el sufragio de castigo, dirigido a un partido o a un candidato que aunque tenga pocas o nulas probabilidades de ganar, evitará que los partidos grandes capitalicen el voto clientelar.

Voto nulo sí

En tiempos de elecciones, la rumorología se convierte en un arte. Uno de los rumores que han circulado en medios y redes sociales es que el voto nulo está siendo promovido por los partidos, pues les favorece.

Quienes defienden la opción del voto nulo, argumentan que es un mito. Para que el voto nulo beneficiara al partido preponderante en el lugar, todos los que anulan su sufragio tendrían que estar en contra del partido en cuestión, lo cual no es cierto. Muchos votantes que sufragaron a favor de dicho partido en las pasadas elecciones, podrían cancelar la boleta como una expresión de desencanto.

Los promotores del voto nulo niegan que éste perjudique a los partidos pequeños, de reciente formación o candidatos independientes, ya que los porcentajes que deben obtener se sacan con base en la Votación Mínima Emitida, a la cual, como ya señalamos, se le resta el voto nulo.

Curiosamente este punto sirve como argumento tanto para quienes defienden el voto nulo como para quienes no.

Ante la acusación de que quienes promueven la anulación están invitando a no votar, los defensores del voto nulo arguyen que la promoción de esta clase de voto está dirigida principalmente a los votantes indecisos, independientes, flotantes, que de otra manera se abstendrían. Y la abstención no es una forma deliberada de protesta.

El mayor argumento de los promotores del voto nulo es que de esta forma se vota a favor de mayor eficacia y representatividad y en contra de la simulación democrática.

Consideran que es falso que el voto nulo lleve a aumentar las prerrogativas, las plurinominales y el financiamiento a los partidos.

Lo que sí habría con un alto porcentaje de anulismo, subrayan, sería una condena a partidos que a pesar de las diferencias ideológicas se han priizado mediante el clientelismo, el corporativismo y la resistencia a rendir cuentas.

En cuanto a castigar a los grandes partidos entregando el voto a los pequeños, los promotores del voto nulo piensan que éstos acaban siendo comparsas en lugar de contrapesos en el Congreso.

Están convencidos de que el voto nulo deslegitima, cuestiona y protesta contra un sistema que no funciona, impulsando reformas electorales y cambios en la democracia.

Por último, los defensores del voto nulo consideran que es falso que esta opción no es una propuesta en sí. Están convencidos de que de esta forma puede crearse un contexto de exigencia para sacudir a los partidos de su autocomplacencia. Un primer paso para diagnosticar lo que le hace falta al sistema político e impulsar los cambios indispensables.

Y usted, este siete de junio, ¿ya ha decidido qué hacer?