DestacadaGeneral

Temor panista a la derrota y nostalgia priista por la certidumbre

Por Jesús Susarrey/

Es motivo de celebración la pluralidad de las opiniones en medios de comunicación, redes sociales y en la convivencia comunitaria. El clima de libertades políticas quizá no sea perfecto pero permite manifestar preferencias y pronosticar electorales sin límite alguno. Los argumentos y sustentos son algunos lógicos, mesurados y documentados; otros débiles, incomprensibles y fantasiosos; y los hay, como parte de la estrategia de posicionamiento de imagen de partidos y equipos de campaña. Lo mismo se augura la derrota del PAN que la del PRI; se descuenta anticipadamente votos de castigo por el desempeño de gobernador Guillermo Padrés y se vaticina la en triunfo de la senadora Claudia Pavlovich o, se infiere que el posicionamiento de imagen del empresario y meritorio candidato Javier Gándara Magaña será difícil de superar. La crónica es extensa y no es novedad. Sin embargo, con independencia de su consistencia y grado de predictibilidad, lo cierto es que si bien aportan datos e indicadores interesantes, lejos están de brindar certidumbre al elector y a las élites políticas. Las disparidades en la información y las opiniones encontradas, parecen proyectar el temor de unos por la derrota y la nostalgia de otros por la certidumbre.

La incertidumbre temprana del 2015

En lo que a pronósticos se refiere, lo que marca la diferencia con procesos electorales anteriores es la temprana incertidumbre sobre los resultados, cuando menos en la elección del próximo Gobernador del Estado. En la contienda del 2003, en la que fue elegido el ex gobernador Eduardo Bours, la incertidumbre se hizo presente al final del periodo por las diferencias mínimas en las mediciones demoscópicas —que finalmente las cifras de votación validaron— y a no ser porque en democracia un sólo voto puede decidir el resultado bien podría decirse que fue un virtual empate. Hay quienes sostienen que la expectativa del cambio Foxista y el periodo de transición política, alcanzaron para estimular el ascenso en las preferencias del candidato panista Ramón Corral. En 2009, las campañas iniciaron igualmente con amplia ventaja para el candidato del PRI, Alfonso Elías. Un mes antes de la elección la ventaja se diluyó gradualmente y por poco margen fue electo el actual Gobernador Guillermo Padrés. La tragedia del la Guardería ABC fue uno de los factores preponderantes para algunos analistas, para otros, la pericia electoral del entonces candidato panista y se escucha aún la opinión que se debió en cierta medida a que el priismo abandonó a su candidato y se sumó a la causa panista.

Sin profundizar en las causas, lo cierto es que en las dos últimas jornadas la elección para Gobernador del Estado ha sido muy competida y se ha resuelto por un escaso margen. La anterior certeza del triunfo priista durante los 70 años de la etapa del partido hegemónico, desapareció del mapa electoral de Sonora desde el 2003 y la alternancia partidista se hizo realidad en el 2009, nueve años después del “voto útil” que sacó al PRI de Los Pinos. Los cambios en las reglas del juego electoral; el robustecimiento y ciudadanización del arbitraje electoral, que se inició desde inicios de los noventas; la fragmentación y desestabilización del PRI después de la derrota en la elección presidencial; el estrenado pluralismo y gobiernos divididos que data de 1997, entre otros factores, sin duda contribuyeron a un nuevo dibujo político en México en el que la incertidumbre sobre los resultados electorales llegó al parecer para quedarse. Lo decimos desde luego que no como censura, sino como resultado de un conveniente avance democrático.

Viejas trampas electorales sustituidas por un andamiaje sofisticado

Nada más ajeno a nuestra intención que hacer a una apología de la democracia electoral sonorense. Es cierto que la alternancia partidista se ha presentado desde hace ya muchos años en municipios como Hermosillo, Guaymas y Caborca, por mencionar algunos y la pluralidad esta presente en el Congreso del Estado. Cierto también que partir del 2003,  la anterior certeza del triunfo del “partido oficial” que provocaba resignación y desgano, se diluyó y generó en la ciudadanía la sensación de que su influencia a través del voto era efectiva en la elección de Gobernador del Estado. Pero no puede decirse lo mismo de las viejas prácticas como la  manipulación del voto, los apoyos ilegales y diversos actos que trasgreden las reglas establecidas. El anterior hábito de la trampa y la imposición, fue sustituido gradualmente por un sofisticado andamiaje para burlar el avance de la legislación electoral y las normas éticas de la competencia electoral. El viejo hábito de la trampa y la simulación, renovado, dejó de ser recurso exclusivo del PRI y está presente en todos los partidos políticos. Ahora todos nos recuerdan al “viejo PRI”. El “clientelismo”, el acuerdo cupular, la campaña negativa y desde luego la de difamación, la compra e inhibición del voto, la “movilización”, la denuncia electoral y un grueso catálogo, les permiten efectivas y agresivas campañas, pero no les brinda las certeza del triunfo.

La tradicional “campaña oficial” o de la oposición en los medios, perdió efectividad ante la alentadora apertura y pluralidad de la prensa, los candados legales y el desarrollo de las redes sociales. De la opinión controlada, la publicación de la encuesta, el boletín oficial que marcaba línea y la conferencia de prensa que sembraba ideas-fuerza y el posicionamiento de la ventaja del partido en el gobierno, se transitó a un escenario de una prensa plural que compite en credibilidad y en donde la audiencia premia la objetividad, la imparcialidad y la calidad de la información. En las redes sociales —como recurso de comunicación alterno de la sociedad civil— la pluralidad y la independencia son consustanciales. La implantación de la información que justificaba y ambientaba anticipadamente un dudoso triunfo y el posicionamiento de una imagen triunfadora como estrategia de marketing se dificultó. La percepción ciudadana se nutre de, y se retroalimenta de los medios y redes sociales. No se afirma que la simulación y la manipulación hayan sido desterradas, pero sin duda es ahora más complicada y demanda de los candidatos mucho más que una estrategia de medios y de comunicación informal.

El temor panista a la derrota y la nostalgia priista

Para el PAN, como ya se ha dicho, la victoria electoral representa no sólo la ilusión de convertirse en partido dominante, quizás también la continuidad del proyecto político del Gobernador Guillermo Padrés. Que el PAN y su virtual candidato, Javier Gándara Magaña construyan una intensa retórica triunfalista y traten de posicionarla entre el electorado, es un derecho democrático, pero no les brinda certidumbre de resultados positivos. Para el PRI, que a diferencia de su principal adversario no está acostumbrado a la función de oposición política, el triunfo de la exitosa Senadora Claudia Pavlovich representa la reivindicación de su imagen de partido gobernante y el refrendo del triunfo del Presidente Enrique Peña Nieto que lo regresó a los pinos. Mientras que al panismo la incertidumbre propia de una elección democrática competida parece generarle temores, al PRI, su pasado como partido hegemónico le genera al parecer nostalgia por la certidumbre electoral.

El escenario inercial y algunas variables

La información estadística sobre los procesos electorales anteriores han sido ya analizados. Arrojan una cerrada competencia PRI-PAN en las dos jornadas anteriores. Un escenario inercial cuantitativo, consecuentemente arrojaría resultados similares. Sumarle el desgaste natural del Gobierno Estatal actual y su distanciamiento político con Cajeme, así como el de la Presidencia de Enrique Peña Nieto; la posible competencia electoral de la ex alcaldesa María Dolores del Río; y el efecto MORENA, entre numerosas variables no menos importantes, modifica sin duda el diagnóstico y las perspectivas. Mientras que en el 2003 y 2009 la elección interna dividió al PRI, el 2015 dividió al PAN y la experiencia electoral y empatía de la candidata priista es evidente. Estos podrían ser igualmente factores relevantes. Las sumas y restas posibles son diversas. Habrá que conocer los estudios disponibles.

Los partidos y los equipos de campaña disponen seguramente de ejercicios profesionales calificados. Suponer improvisación o ineptitud es una ingenuidad. Tratándose de una confrontación electoral con alto grado de competitividad, identificaran las variables clave para construir su estrategia y prospectiva que es justamente la gestión de la incertidumbre propia de una contienda democratica. En un ambiente de polarizacion y falta de credibilidad ciudadana en la sociedad política, de la eficacia de las estrategias de los candidatos, más que de las tendencias de hoy depende el triunfo. El liderazgo moral parece que será un componente imprescindible para la construccion de una relacion de confianza con el electorado.

Lo que quiere la gente

El ex presidente Vicente Fox encontró en el voto útil, un instrumento creíble y real para responder a la expectativa ciudadana de “sacar al PRI de Los Pinos”; el ex presidente Felipe Calderón logró posicionar en el imaginario la idea de que Andrés Manuel López Obrador era un “peligro para mexico” y remontó su desventaja; el presidente Enrique Peña Nieto puso el acento en la experiencia para gobernar ante la evidente parálisis insitucional, la impericia panista para darle funcionalidad a la democracia y los cuestionados resultados de gobierno. El PRI regresó a Los Pinos. El Gobernador Guillermo Padrés, con su propuesta de un “nuevo Sonora”, generó la expectativa de una nueva manera de hacer política. No hay elementos concluyentes para descifrar las estrategias de los candidatos a Gobernador, ni están dados aún los elementos para determinar los factores preponderantes y pronosticar resultados, pero a juzgar por el descrédito de la sociedad política, quién logre transmitir a los sonorenses la idea de un cambio verdadero, de un liderazgo congruente, seguramente llevará la ventaja. Lo cierto es que en el Sonora de hoy, más vale entender que no obstante la persistencia de prácticas electorales anti-éticas, estas no alcanzan para ganar la elección. Descifrar con presición lo que quiere la gente y convencer para ganar su voto de confianza es el reto.

Vale decirlo sin ambigüedades y temor al desacuerdo, que alienta el expediente sin mancha de la Senadora Claudia Pavlovich y la trayectoria del empresario Javier Gándara que, debe concedérsele el beneficio de la duda, en tanto la instancia que corresponde no se pronuncie sobre la denuncia por presuntos desvios. Lo lamentable es que el ambiente inicial registra un reacio andamiaje anti-ético como las campañas difamatorias que conlleva la amenaza de descarrilamiento para todos los contendientes. Parafraseando al escritor Paul Auster, recordemos que para algunos, la democracia efectiva es una religión. Quizá sea útil aceptar la incertidumbre como parte de la normalidad democrática electoral para evitar temores y nostalgias.