ESPECIAL: AMLO A UN AÑO

A un año de la esperanza

La esperanza que despertó AMLO en campaña y su arribo a la presidencia pareciera que cada día se aleja; como la utopía, cuando vemos ese punto fijo al frente y caminamos hacia él, pero mientras más avanzamos más se aleja

Por David Figueroa O.

Esperanza; optimismo; transformación; futuro; crecimiento y seguridad son palabras que predominaban en la sociedad mexicana en noviembre de 2018 previo a la toma de protesta del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Estancamiento; inseguridad; populismo; y paternalismo; son las dudas que prevalecen a la distancia de un año de gobierno.

Definitivamente el primer año no se pueden juzgar aún resultados tangibles o concretos; esos primeros 12 meses son para trazar el rumbo, establecer las bases políticas, sociales y económicas sobre las que transitará el sexenio y sobre las que fincará su desarrollo.

Pero también es el parteaguas que marca el vencimiento del plazo para dudar, ajustar, errar, aprender o como quiera que le llamen a justificar las fallas u omisiones del actuar de un gobernante y su gabinete, ese primer círculo en el que recaen las decisiones del país.

Y el tiempo pasa muy rápido y también los sucesos. La pérdida de credibilidad en gran parte de la población empieza a expresarse; aunque aún el nivel de popularidad del presidente es bueno en términos generales. Llegó al poder con un 78% de aceptación y hace unos días ya registraba una disminución entre el 58% al 60 % según diversas encuestadoras después de los sucesos de mayor impacto social, como el sometimiento de las fuerzas armadas en Culiacán y los homicidios de la familia Le Barón.

Este primer período de ajustes se caracteriza por:

Una economía debilitada sin crecimiento, que hace extrañar aquél raquítico crecimiento del 2% anual de los periodos neoliberales.

Un gobierno centrado en la política social y desatendido de otras políticas igualmente importante en términos de equilibrio y desarrollo.

Un gobierno desenfocado en términos de prioridades como país, hay A en el asistencialismo social, pero no hay B, C, o D.

Un gobierno centralista que toma decisiones peligrosas que están llevando a un debilitamiento de instituciones y organismos autónomos, entes de equilibrio fundamental en una democracia, desde la SCJN hasta el INE pasando por la CNDH por mencionar algunos.

Un gobierno que deja asomar una influencia importante de la izquierda radical latinoamericana mayormente reflejada en el populismo y centralización del poder en una sola persona.

Entre los puntos a favor está sin duda el agradecimiento personal de 10 millones de jóvenes y 8 millones de adultos mayores que reciben apoyo económico mes con mes. A decir del mismo presidente, 5 de cada 10 hogares en México reciben ya apoyo económico y 9 de cada 10 comunidades indígenas.

Apoyos para vivienda, la apertura de 100 universidades púbicas que por cierto se conoce muy poco de ellas; más de 42 mil millones de pesos en mantenimiento de carreteras; la creación de 300 mil empleos que no han sido suficiente para detener la caída del empleo a nivel nacional y 500 mil millones ahorrados con la política de austeridad y combate a la corrupción son también números oficiales dados a conocer por el presidente.

El fantasma de la inseguridad que este 2019 deja el año más violento desde que se tiene registro en la historia de México, y para el que nadie tiene una varita mágica pero tampoco se ha mostrado una estrategia clara, ni con la puesta en marcha de la guardia nacional que en lugar de sumar vino a abonar más incertidumbre; y la economía estancada con la caída en inversión que refleja la falta de confianza del sector empresarial, son el reto por vencer en los próximos cinco años.

Las mañaneras, los viajes del presidente en avión comercial, su transportación terrestre en un Jetta, sus arribos sin un ostentoso aparato de seguridad personal, la cancelación de pensiones a expresidentes y bajar las prestaciones a funcionarios lo mantienen con un aún buen nivel de aceptación y cierta percepción de cercanía, pero una imagen frágil por la caída de credibilidad y el incremento de decepción en temas principalmente de salud pública, guarderías, seguridad y economía.

La conclusión es que la esperanza que despertó Andrés Manuel Lopez Obrador en campaña y su arribo a la presidencia pareciera que cada día se aleja; como la utopía, cuando vemos ese punto fijo al frente y caminamos hacia él, pero mientras más avanzamos más se aleja. Algo así como una esperanza que cada día se aleja más para los mexicanos.

Agradezco sus comentarios y retroalimentación a través del correo electrónico [email protected]; y en redes sociales: Twitter @DavidFigueroaO /Fb David Figueroa O.