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BIEBRICH: Dignidad ante un ¿crimen perfecto e infamia?

Por Héctor Rodríguez Espinoza

Aspiración legítima -pero fruto del sacrificio personal y de la buena fortuna “bajada del cielo” o buscada esforzadamente- de gobernar su Estado, anima a consumarla, a mujeres y hombres dotados de una natural y adquirida vocación por el servicio público.

Este anhelo impulsó a un jovencito nacido en Sahuaripa, Sonora, educado en la Escuela de Derecho de la Universidad de Sonora y quien emprendió -al principio, en los 60s- una meteórica carrera política en el PRI, frenada en su auge, en los 70s y retomada en sus últimas dos décadas: Carlos Armando Biebrich Torres.       

Mucho es lo que se ha escrito sobre su vida y obra. Destaco dos libros: “Biebrich. Crónica de una infamia”, del periodista Jesús Blanco Ornelas (SLP, 1936-2006), en 1978 y “Biebrich. He vivido con dignidad”, autobiográfico (1939-2021), en 2014.

Ambas publicaciones son dignas de completar la efímera información hemerográfica y sobre todo de engalanar las bibliotecas universitarias, para investigaciones de académicos, politólogos, periodistas especializados y alumnos de Derecho y de Ciencias Políticas.

La primera versa sobre una interpretación periodística y profesional cercana a los hechos y presuntamente veraz en la invasión campesina en San Ignacio Río Muerto que derivó en la muerte de 7 de ellos. Es de destacarse la legítima defensa política del ex gobernador al insistir en que: el calibre de las balas asesinas eran de fusiles exclusivos del ejército mexicano, que nunca fue culminada la investigación del expediente judicial, que a la postre fue desaparecido. ¿Crimen político “perfecto”?     

Del segundo de ellos, su autor destaca “sólo dos a tres decisiones trascendentes para Sonora y México de las que me siento honrado: creación del Colegio de Bachilleres (Cobach), que sustrajo de la Universidad de Sonora la escuela preparatoria, el Plan hidráulico del Noroeste (PLHNO), que procuraba rescatar del abandono a miles de campesinos, y el encuentro del presidente de Estados Unidos, Gerald Ford, y el presidente de México, Luis Echeverría, en Magdalena.

En planteles y administración propios. Inició clases en septiembre de 1975 con 2,500 alumnos, en Hermosillo, Navojoa y Magdalena, que para 2013 sumaban cerca de 27 mil alumnos en 19 planteles más 47 incorporados. Fue una transformación esencial en la instrucción y generación de ideas en una etapa crucial del desarrollo de la juventud sonorense.

El Imparcial publicó el 14 de septiembre de 1975 que “el Cobach significa una de las medidas más trascendentales y profundamente revolucionarias en el renglón educacional en Sonora. Hasta el punto tan importante de liberar de una carga a la Universidad de Sonora en todos sus aspectos”.

En la mediocridad de algunos gobernantes que me sucedieron, nunca mencionaron este hecho trascendental en la vida formativa de la juventud sonorense. Casi tres décadas después, el director en turno de la prestigiada institución educativa, se acuerda que fue el gobernador Biebrich su fundador, y me manda entrevistar con sigilo, casi a escondidas, con el temor que mantenían funcionarios de todo orden hacia el entonces gobernador Eduardo Robinson Bours. Publicada mi entrevista, varios de mis maestros en la universidad me felicitaron, hasta el Arzobispo Emérito de Hermosillo, Carlos Quintero Arce, escribió en una carta de agradecimiento que “son hermosas las reflexiones que encuentro especialmente las del Ex Gobernador Carlos Armando Biebrich, fundador de esta Institución Educativa”.

Pero al lado de las amarillentas páginas de los periódicos y de los cientos de hojas impresas en densos volúmenes colocados en los anaqueles de bibliotecas públicas o privadas, la tecnología nos brinda sendos testimonios audiovisuales que también guardan imágenes de rostros, estímulos, rasgos de personalidad inocultables y hasta motivo de exploraciones para especialistas en Psicología, recomendables y analizables una y otra vez.

Me refiero, en particular, al video del anuncio de la presentación del libro “200 años de evolución del constitucionalismo mexicano”, en el auditorio de posgrado en Derecho de la Universidad de Sonora, el 4 de julio de 2007.

También, el programa El mundo de las ideas, entrevista con el Lic. Benjamín Gaxiola, en el que anuncia la presentación de su libro autobiográfico “Biebrich. He vivido con dignidad”, el 5 de diciembre 2014.

Así mismo, la entrevista de su crítica al PRI: “Ha perdido su rumbo, desde Miguel de la Madrid”, el 9 de julio del 2018.

Nuestro personaje se despidió de este mundo el 13 del presente mes, en mi facebook publiqué:

“Falleció el ex gobernador Carlos Armando Briebich por COVID.

Digno miembro de la Generación de los 12, 1956-1961, Escuela de Derecho de la Universidad de Sonora y discípulo de aquella pionera, meritoria y mística planta docente de 195e y siguientes años.

En Primera Plana dediqué (8 partes) extractos de su libro “Biebrich. He vivido con dignidad, MAPorrúa, 2014.

Miembro destacado y reconocido por su lealtad partidista de la clase política mexicana desde estudiante, navegó en sus aguas procelosas y se paseó en los altibajos de la rueda de la fortuna. ¿quién de ellos no?

Leamos la carta póstuma que le dedicó a la muerte de su hijo Jacobo.

La Historia, como a todos, lo juzgará.

Pésame a su esposa, hijos y nietos. DEP.”

En programa Proyecto Puente, se trasmitió “Carlos Biebrich se enfrentó con Echeverría y terminó desterrado de Sonora, creó el ITH y Cobach”.

El 14 de enero, Bulmaro Pacheco publica una narración de esos sus días nublados: “Biebrich: he vivido con dignidad”.

A los días siguientes, fallece Socorro Gándara, esposa del ex gobernador de Sonora Carlos Biebrich, quien recién había sufrido la pérdida de su esposo por Covid-19.

Hace poco tiempo fallece, de un accidente, su hijo menor de nombre bíblico Jacobo, como su abuelo. Sucedáneo de sus meditaciones sobre las críticas al PRI, Carlos Armando le dedica una carta que, en sí misma, es como un testamento paterno y político:

 “JACOBO

Sería imposible agradecer en lo individual las llamadas telefónicas, fecebook, twitter y otros medios electrónicos que tu madre y yo recibimos condoleciéndose por tu dolorosa partida. Verifiqué, dentro de mi enorme dolor por tu partida, el aprecio que tu nobleza y generosidad sembró en el tránsito por esta vida.

En nuestras conversaciones recordábamos las dificultades y riesgos que corriste en el parto que disfrutó y sufrió tu madre. Naciste el 17 de enero de 1976 (coincidencia Luis Echeverría nació el mismo día, 54 años antes). La insania del gobernador que me sustituyó (cuando el presidente ordenó mi destitución estaba confundido y cuando designó a Carrillo estaba loco: Fidel Velázquez 1977) encolerizado ordena a un Juez lacayo dicte orden de aprehensión en mi contra. Espectáculo mediático que la Suprema Corte de Justicia de la Nación puso en su lugar a las irresponsables autoridades locales, absolviéndome de las inverosímiles acusaciones.

En alguna ocasión viajando con Luis Donaldo Colosio, que te apreciaba, ya iniciado el desprestigio del PRI a partir de 1976, generalizada la corrupción nacional, le preguntaste: “¿tendrá remedio el desastre y agravios que padecen los mexicanos?”. Le pondremos remedio Jacobo, con la ayuda de ustedes los jóvenes.

En una ocasión te comenté que leí a mis 14 años, cuando iniciaba mis estudios de Bachillerato en la Universidad de Sonora, “Juárez el Impasible” de Héctor Pérez Martínez y me dijiste: “dámelo quiero leerlo”. Meses después me comentaste: “hay o podrá haber hombres de la estatura del Benemérito”.

No encontré respuesta.

Mi generación te falló y le falló a México Jacobo. Ejercimos la política, transitamos por diversos cargos públicos en la dignidad, la honradez y soledad. No pudimos detener al crimen, la corrupción, la impunidad. Hijo mío me callé entonces, te lo digo ahora después de tu muerte, perdóname por dejarte un México saqueado y devastado.

Esperemos que la generación a la que perteneciste sepa combatir las ambiciones de poder y riqueza inmoral que dejó la política reciente de México. No escuchamos la riqueza enorme de nuestra historia. Conociendo la grandeza de Hidalgo, la luminosa visión política de Morelos, la inmensa lección de Benito Juárez, traicionamos su enorme herencia.

En la etapa final de mi vida me esforzaré por acercarme a los jóvenes, a maestros, a universitarios y a un pueblo lastimado, en particular en Sonora, en donde naciste, para aportar mi modesta experiencia para el país que soñaste.

Perdón mi querido hijo Jacobo.

Carlos Armando Biebrich Torres”.