Destacada

El aborto no es un derecho

El aborto no evita que un hombre y una mujer conciban a un bebé juntos. El aborto es un proceso que decapita, descuartiza y destripa a un ser humano único e irrepetible, que ya fue concebido

Por Dr. Jorge Ballesteros

El aborto es un procedimiento destinado a poner fin deliberadamente a un ser humano que se desarrolla en el vientre materno. Por esta razón, el aborto no puede jamás, ni siquiera teórica o conceptualmente, considerarse un derecho humano, toda vez que atenta contra el derecho fundamental de otro ser humano. Esa práctica es una violación a los derechos humanos.

La denominada “cultura de la muerte” ha tomado fuerza en nuestra sociedad neomodernista. El aborto, práctica hasta hace bien poco considerada horrenda y clandestina, se ha querido convertir en un derecho de la mujer, dentro de una sociedad del bienestar que produce seres sin valores y sin rumbo, sin esperanza.

Los países ricos abortan libremente e imponen políticas demográficas de control de natalidad a los más pobres mediante “salud reproductiva” y políticas de igualdad. Todo auspiciado por la Conferencia de Naciones Unidas promotora del aborto para las menores sin consentimiento paterno e impulsora de la promiscuidad entre los más jóvenes.

Esta política demográfica que se oculta tras el denominado feminismo de género y su pretensión de destruir la sociedad con la abolición de la polaridad sexual, la destrucción de la familia y la dignidad de los seres humanos es una de las metas más codiciadas por el nuevo orden mundial.

Lo que estamos discutiendo es si debemos o no tener el derecho de matar violentamente a un niño que ya existe. El aborto no evita que un hombre y una mujer conciban a un bebé juntos. El aborto es un proceso que decapita, descuartiza y destripa a un ser humano único e irrepetible, un hijo o una hija, que ya fue concebido.

El aborto es una violación del primer y fundamental derecho humano: El derecho a la vida de la persona por nacer.

El primer derecho protegido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos es el derecho a la vida (Art. 3º). Su carácter fundamental es obvio, porque hay que estar vivo para gozar de todos los demás derechos incluidos en la Declaración, o cualesquiera otros que los tratados internacionales puedan establecer.

La ciencia nos enseña que, tras la fusión de los gametos, comienza a operar como unidad una nueva célula humana, el cigoto, dotado de una nueva y exclusiva estructura informacional (el genoma), que constituye la base de su desarrollo posterior. Este reconocimiento sobre el embrión humano ofrece una indicación para poder reconocer racionalmente una presencia personal, desde este primer surgir de la vida humana.

¿Con qué fundamento defienden algunos que el hijo aún no nacido forma parte del cuerpo de la madre, y que es ella la única que tiene derecho a decidir sobre el destino del hijo?

Quienes así argumentan no tienen ningún fundamento en absoluto. La realidad demuestra categóricamente que el hijo es un ser por completo distinto de su madre, que se desarrolla y reacciona por su cuenta, aunque la dependencia de su madre sea muy intensa, dependencia que, por cierto, continúa mucho tiempo después del nacimiento. Ni siquiera forman parte del cuerpo de la madre la placenta, el cordón umbilical o el líquido amniótico, sino que estos órganos los ha generado el hijo desde su etapa de cigoto porque le son necesarios para sus primeras fases de desarrollo, y los abandona al nacer, de modo semejante a como, varios años después del nacimiento, abandona los dientes de leche cuando ya no le son útiles para seguir creciendo. Por tanto, pretender que el hijo forma parte del cuerpo de la madre no es, en el mejor de los casos, más que una muestra de absoluta ignorancia.

La ciencia médica afirma explícitamente la existencia de la persona humana antes del nacimiento. Por esta razón, tienen derecho a la vida, y es deber del Estado proteger esta vida humana al menos con igual celo que cualquier otra vida humana. Es por lo tanto un disparate tan colosal como trágico suponer que ultimar a una persona en el vientre materno pueda ser un derecho humano.

 

*Asociación Sonorense de Filosofía ASFIL