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Las marchas no detienen la metralla

Lamentablemente ni las marchas, ni los plantones, como tampoco los pronunciamientos, son capaces de detener las balas asesinas

 

Por Feliciano J. Espriella

 

El asesinato en San Luis Río Colorado del periodista Santiago Barroso Alfaro, enluta de nuevo a una familia y de ninguna manera va a incidir en los problemas sociales que desde su tribuna se atrevió a denunciar.

Una viuda y un huérfano más en el gremio del periodismo y tanto los autores intelectuales como los materiales seguramente continuarán con su carrera delictiva como si nada hubiera pasado.

Organizaciones de periodistas, compañeros, colegas, familiares y amigos del desaparecido con plantones, marchas, pancartas y comunicados de prensa exigen justicia y esclarecimiento de los hechos.

El pasado lunes, de forma simultánea, periodistas de Hermosillo, Ciudad Obregón, Navojoa, así como de Mexicali, Baja California, y otras ciudades, exigieron el esclarecimiento del asesinato de Santiago Barroso.

“Queremos que este homicidio sea el último de un periodista en el Estado y en México, por eso hacemos un llamado enérgico al Gobierno mexicano en sus tres niveles para detener la ola de violencia que se vive en Sonora”, señalaron en sus demandas frente a Palacio de Gobierno en Hermosillo.

Esto es lo mismo que se hace cada vez que ocurre un acto criminal de esta naturaleza. Exigir esclarecimiento y exigir que cese el asesinato de periodistas. Pero lamentablemente ni las marchas, ni los plantones, como tampoco los pronunciamientos, son capaces de detener las balas asesinas.

Creo que ya es hora de que las organizaciones de periodistas, si en verdad quieren evitar se siga masacrando a los integrantes del gremio, busquen y encuentren soluciones más efectivas que efectistas.

Creo que ya es hora de que se caiga en cuenta de la futilidad en atacar desde los medios de comunicación a la delincuencia organizada y a los políticos corruptos. Unos y otros han estado diezmando al gremio y a pesar de la espantosa cantidad de sacrificios, no se ha detenido ni un ápice el desarrollo e incremento de sus acciones delictivas.

Me parece que es hora de que los medios de comunicación les prohíban a sus comunicadores abordar temas que pongan en riesgo su vida y la de sus familias.

Precisiones sobre el Súper del Norte

La semana pasada en este mismo espacio abordé un tema que ha causado bastante controversia. Publiqué qué, desde mi opinión personal, el Grupo Súper del Norte pasa por una situación difícil que amenaza su viabilidad futura.

Como todas las notas que abordan temas delicados y de interés general, suscitó diversas opiniones encontradas. Tuve algunas comunicaciones de lectores de este semanario a quienes por cortesía y corresponder a sus comentarios, retomo brevemente el tema para clarificar algunos aspectos que considero importantes.

Agradezco a quienes se comunicaron en apoyo de los comentarios de la nota, pero es a quienes lo hicieron para expresar comentarios adversos, que me permito hacerles las siguientes precisiones.

No se trata de ninguna manera de una campaña para atacar y vulnerar la fortaleza de la organización. En lo personal nunca he practicado ese tipo de periodismo y quienes me conocen lo saben perfectamente. De hecho, aunque el medio para el que estuviera colaborando me pidiera hacer algo en ese sentido, me abstendría.

Todo lo expresado en dicha publicación es simple y llanamente una opinión personal basada en comentarios, trascendidos y observación personal. Es, lo admito, subjetivo y puede por lo tanto ser erróneo.

No es tampoco un ataque personal contra Servando Carbajal, a quien agradezco los apoyos que en algún tiempo me otorgó y a los cuales considero haber correspondido en su oportunidad.

Sin embargo, las empresas del grupo Súper del Norte, por la gran cantidad de empleos que genera y el impacto de sus operaciones en la economía regional, es una entidad pública y de interés generalizado, considero por ello, que tanto la buena marcha como sus posibles tropiezos, deben ser del dominio público y conocidos oportunamente.

A quienes consideran que debí prevenir a la empresa de mis intenciones, les comunico que sí lo hice, pero al parecer no lo consideraron de importancia.

Y la última y más importante de las precisiones: de ninguna manera auguro la caída y eventual quiebra del que califiqué como gigante empresarial. Me parece, al igual que a muchas personas sobre todo del ámbito empresarial, que afronta fuertes problemas pero no insolubles.

Si Servando Carbajal, con quien no he tenido el honor de platicar en corto desde hace más de tres años, sigue siendo el empresario que de la nada levantó un emporio en menos de dos décadas, seguramente allanará los problemas, encontrará soluciones y llevará a buen puerto a su organización.

Estaré muy al pendiente de su desempeño futuro y tendré mucho gusto en ser el primero en publicar sobre sus nuevos éxitos. Cuando los haya.

Tanto en lo personal, como estoy seguro la dirección de este semanario, les deseamos el mejor de los éxitos.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.