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López Obrador y la legalización del “Gaymonio”

El matrimonio no es cualquier cosa; no es cualquier tipo de asociación entre dos personas que se quieren, sino que es la íntima comunidad conyugal de vida y amor abierta a la transmisión de la vida

 

Por Dr. Jorge Ballesteros

Una bien organizada y financiada maquinaria homosexual se está desarrollando en nuestro país para despenalizar las prácticas homosexuales y legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El judío húngaro, George Soros, multimillonario promotor del marxismo cultural es   defensor de la multinacional LGBT a nivel mundial. Su fundación Open Society puso en marcha, en otoño de 2006, un proyecto para el empoderamiento de las personas lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (LGBT) en todo el mundo occidental.

Siguiendo esta agenda, el gobierno de López Obrador pretende reformar la constitución al subir una iniciativa de ley para reconocer las uniones entre personas del mismo sexo como matrimonio.

Legisladores de Morena, proponen reformar el Código Civil, de los diversos estados, para que el matrimonio se considere como el acuerdo entre dos personas, sin importar el sexo, y no entre hombre y mujer tal como lo marca actualmente dicho Código.

Si bien es cierto, los congresistas buscan darle los derechos que reciben el hombre y la mujer al estar casados, a aquellas parejas del mismo sexo que también logren unirse por la vía civil, el tema en discusión no es si son merecedores de dichos derechos, sino que a las cosas se les debe llamar por su nombre.

La mayoría de las legislaciones de los estados mencionan que “el matrimonio es el acuerdo de voluntades entre un hombre y una mujer para realizar la comunidad de vida, donde ambos procuran respeto, igualdad y ayuda mutua, con la posibilidad de procrear hijos de manera libre, responsable e informada…”.

Es decir, la unión entre hombre y mujer lleva por nombre “matrimonio” y la unión entre personas del mismo sexo quedan finalmente en eso en unión, dándoles certeza jurídica como una unión más y no las mismas a las del matrimonio.

Basta recordar que la palabra matrimonio proviene del latín “matrimonium” derivado de dos palabras la primera “matris” que significa madre y “munium” que significa gravamen o cuidado de la madre.

Lo anterior ha provocado que en los orígenes del derecho romano se dé el cuidado y protección de la madre, ya que por la potencialidad de la mujer a ser madre habrá que proteger a los hijos producto de esa unión entre un hombre y una mujer, sólo esa unión permite la procreación.

Actualmente han pretendido etiquetar con tal título la unión de pareja del mismo sexo, pero al no existir la posibilidad de la maternidad entre dos hombres o dos mujeres, nunca podrán reproducirse, en todo caso deberían llamarlo “Gaymonio”.

El 21 de diciembre de 2009 en la Ciudad de México, fue aprobado el gaymonio, incluyendo la posibilidad de que puedan adoptar. La iniciativa fue ampliamente respaldada por los dos partidos de izquierda, el PRD y el insignificante Partido del Trabajo y ahora Morena en el poder lo quiere instalar en todo el país.

El gobierno de Marcelo Ebrard, dio luz verde para el gaymonio civil. El proyecto de ley contemplaba la posibilidad de adopción por parte de estas personas. La iniciativa fue promovida por el bloque de izquierda.

Debe de quedar en claro que el matrimonio es una institución esencialmente heterosexual. Éste es un dato antropológico del que el Derecho suele limitarse a tomar nota. Una unión formal entre personas del mismo sexo será otra cosa, pero no un matrimonio.

“El matrimonio es la unión voluntariamente concertada entre un hombre y una mujer, con capacidad legal, que se unen para hacer y compartir una vida en común”, de acuerdo a esta definición, la naturaleza jurídica del matrimonio es un acuerdo de voluntades.

El matrimonio es el fundamento legal de la familia, descansa en la igualdad de derechos y deberes de los cónyuges.

La unión entre personas del mismo sexo no cumple las mismas funciones sociales por las que el Derecho regula y protege el matrimonio, por lo que no tiene sentido atribuirle toda la regulación jurídica del matrimonio.

Lo que está en juego, en todo caso, es el respeto a la dignidad de la persona humana. El sujeto de derechos es la persona, no una peculiar orientación sexual. El matrimonio no es cualquier cosa; no es cualquier tipo de asociación entre dos personas que se quieren, sino que es la íntima comunidad conyugal de vida y amor abierta a la transmisión de la vida; comunidad conyugal y fecunda que sólo puede establecerse entre hombre y mujer.

 Por otra parte, no se puede privar a los niños del derecho a tener padre y madre, del derecho a nacer del amor fecundo de un hombre y de una mujer, del derecho a una referencia masculina y femenina en sus años de crecimiento.