DestacadaHéctor Rodriguez Espinoza

“PANORAMA”

Juan Antonio Ruibal C. y J. De Jesús Navarrete A.

Juan Antonio Ruibal C. y J. De Jesús Navarrete A.

Por Héctor Rodríguez Espinoza

I.- En primer lugar expreso mi aprecio a mi amigo abogado, Notario Público e historiador y escritor de reconocimiento nacional, Juan Antonio Ruibal Corella, por invitarme a comentar este su más reciente libro, Panorama, el número 25 de su meritoria e hiperactiva pluma.

También al Mtro. Mario Welfo Álvarez por alojar, en el sitio WEB del Instituto Sonorense de Cultura, esta presentación en un formato moderno. Además grabable, para poder ser visto y criticado cuantas veces se quiera en la red mundial de Internet.

No oculto que, para mí, siempre me ha resultado muy placentero comentar las obras de Juan Antonio, como lo fueron “Los personajes de la ciudad de Hermosillo” en la que también participó notablemente nuestro cronista Geólogo Ignacio Lagarda y “La Constitución política de 1917” y ahora su versátil antología. El prólogo, de muy buena factura, es del culto, ameno y estimado amigo Lic. José Ángel Calderón Trujillo.

Podría repasar y encomiar todos y cada uno de los artículos que se contienen en sus 262 páginas y seis capítulos. Al releerlos me recuerda al poeta Amado Nervo —su famoso poema En paz— en su faceta de periodista:

Sus crónicas y artículos se sucedían semana tras semana, con la seguridad de quien domina el oficio y pueda transformar cualquier cosa (un incidente, una idea nueva, una reforma constitucional, un viaje familiar, una observación callejera) en tema válido. Hasta su humorismo es ligero, amable, respetuoso, sin víctimas. Nunca aparece el elemento de la crueldad o la burla.

Su alejamiento del pleito sin sentido, me recuerda también las palabras vigentes del prosista y poeta español del siglo XVI, Luis de León:

“De las calamidades de nuestros tiempos que, como vemos, son muchas y muy graves, una es, y no menos de todas, el haber venido los hombres a disposición que les sea ponzoña lo que les solía ser medicina y remedio”.  

II.- Pero este volumen tiene particularidades dignas de apreciar con placer, respeto y justicia póstuma.

El autor lo dedica: “A la memoria de mi colega y amigo José de Jesús Navarrete Aragón”. ¿Por qué?

Permítanme platicar e interpretar sus antecedentes:

Juan Antonio y yo colaboramos honoríficamente para El Imparcial, de 1984 a 2004. Tuvimos un lector moralmente atípico, colega abogado, catedrático, amigo y Notario Público de excepción, José de Jesús Navarrete Aragón (en paz descanse).

José de Jesús (hijo del médico Alfonso Navarrete y de “doña Nena” a quienes a diario visitaba) había defendido, como egresado de la escuela de Derecho, una tesis profesional de vanguardia para la época, de la que fui revisor y miembro del jurado: “La regulación jurídica del trasplante de órganos humanos”. Debe de estar atesorada en la biblioteca del plantel (se quitó hace años, lamentablemente, este necesario requisito de titulación). Fue un muy cumplido catedrático de Derecho Notarial, siempre tan atildado me mostraba su autoevaluación y las excelentes calificaciones para él de parte de sus alumnos. Miembro de la Sociedad Sonorense de Historia y cronista de su Colegio, donde hizo meritoria Historia.

Él, sin decirnos, además de sus delicadas tareas profesionales con admirable moralidad, semanalmente se daba a tarea no sólo de leer nuestros artículos, sino a la meticulosa de recortarlos con unas pequeñas tijeras y guardarlos en un archivero PMSteel.

A mí, en especial, un día me entregó, en un folder, un par de cuartillas de cuando organizó, a mediados de los años 60, el primer y único Bufete Jurídico Gratuito estudiantil, autónomo de la autoridad de la escuela, con seis de sus compañeros alumnos, cinco hombres y una mujer, en el segundo piso del Edificio Bona, en Serdán y Rosales y una fotografía. Infortunadamente extravié las hojas, pero conservo la fotografía. Relato este suceso cada vez que se ofrece en mis artículos y pláticas en nuestra alma mater.

Aparece también sentado, con mirada firme y decidida, en una en foto histórica, sentado en la huelga de hambre de 1967, en el kiosco de la Plaza Zaragoza, de estudiantes de Derecho, acompañados del director y maestro fundador de la escuela, Lic. Enrique E. Michel.

Pues bien, en el caso de Juan Antonio, éste recibió la colección de sus artículos, se dio a la paciente -e impaciente- labor de mandarlos capturar, de contratar a una persona para revisar los textos y hacer el diseño gráfico con una de los artísticos paisajes de Memo Moreno, revisar una y otra vez el borrador y contratar la Editorial Primera Plana, para tener este atractivo volumen en nuestras manos.

Además del gusto de re leerlos en una antología, es un símbolo de respeto y justicia póstuma para quién se nos adelantó prematuramente en nuestro fatal destino humano.

Decía Emerson que la mejor forma de demostrar ser amigo, es serlo. Y este libro es una declaración de amistad verdadera entre vivos y para el amigo que se nos fue, pero que permanece en la memoria de todos quienes recibimos de él, siempre, un halago, la mano tendida y el saludo sincero.

Como padre de familia crió y educó, con el ejemplo, dos hijos muy buenas personas, en términos filosóficos: Alfonso, líder estudiantil también del Departamento de Derecho y Pablo Aldaco, poeta y artista musical.

III.- En su triste momento publiqué este texto:

EL JOVEN JOSÉ DE JESÚS NAVARRETE ARAGÓN. 2010-03-29

Cuando un amigo se va, …

Alberto Cortés

Hace escaso un mes de la partida del amigo. En torno a una mesa de café, un grupo de sus fraternos -Lic. Cosme Cota Marín, Lic. Alejandro Romero Meneses, Lic. Federico Miranda, Lic. Miguel Sesma Fontes y yo- lo quisimos recordar con respeto a su impactante decisión final. Le cedo mi espacio a Miguel, uno de sus condiscípulos de generación, que con bella prosa lo evoca en su excepcional juventud y nos transporta en el tiempo:

Cuando un amigo se va

queda un espacio vacío

que no lo puede llenar

la llegada de otro amigo.

“Recordar a nuestro amigo es remontarse a la época romántica y sesentera de la Universidad; del Hermosillo con olor a azahares, de los bailes en su gimnasio y en sus canchas al son de lo que Ofelia Méndez llamaba la “angelical” orquesta de Manuelito García. De las audiciones de la Sinfónica del Noroeste en el hoy Teatro Zubeldía. De las interpretaciones de la Banda de Música de la Universidad, bajo la batuta del Mayor Isauro Sánchez, de “Poeta y Campesino” o “Barcarola de los Cuentos de Hoffman” y la ejecución de “La virgen de la Macarena” del compañero Héctor Rodríguez Espinoza. Y los pictóricos y perfumados jardines de Rectoría. O una velada teatral protagonizada por Santiago Cota de la Torre en los “Entremeses Cervantinos”; o la presentación, en el Casino “La muralla”, de “Trece a la mesa” o “La Carroza del Santísimo”, de Próspero Merimé. O unas pláticas en el Café Literario de los sábados en la librería del Museo y Biblioteca, en las que, siempre, nos invitaba José de Jesús. Es volver a vivir lo que, con el tiempo, inexorablemente se acabó, en donde reinaba el orden, el respeto a nuestros profesores y el deseo de descubrir nuevos horizontes; el idealismo puritano e incorruptible de una juventud deseosa a la vez de cambio, que se rebela ante lo que cree injusto y ofensivo a los ideales de libertad, democracia y Justicia.”

Cuando un amigo se va

queda un tizón encendido

que no se puede apagar

ni con las aguas de un río.

“De su vida quedó indeleble, en mi memoria, su amor a la cultura y el refinamiento en la educación. Su entusiasmo por innovar y dejar las inercias, de una juventud que aún no avistaba el porvenir, con un presente difícil de comprender, entre bombas molotov y la invasión militar al campus universitario. De esas cenizas, se levantaron los ideales que antaño dieron forma a expresiones de extensionismo cultural, como las jornadas organizadas en pro de llevar las luces del derecho a las familias sonorenses.”

Cuando un amigo se va

una estrella se ha perdido

la que ilumina el lugar

donde hay un niño dormido.

“Recuerdo su entusiasmo en la primavera de 1966, como presidente de la Sociedad de alumnos de Derecho, que contagió a no pocos de sus compañeros. No se nos olvida a quienes compartimos la experiencia, su resultado donde se habló, a Juan pueblo, de cosas importantes como la familia, el matrimonio, los derechos del hijo, el patrimonio familiar, los deberes y derechos de los cónyuges, la propiedad, la posesión, las garantías individuales; una amena charla de Homero Estavillo, Director de Radio Universidad, acerca del alcoholismo. Estas pláticas, con la participación de los habitantes de cada barrio donde se planteaban sus problemas -reflejo de su abandono-, representaron valiosas experiencias al estudiante idealista, que por primera vez se asomaba a su tangible realidad cotejada con la Constitución.”

Cuando un amigo se va

se detienen los caminos

se empieza a revelar

el duende manso del vino.

“El Gobernador Luis Encinas, muy observador, reconoció su labor al terminar una audición de la Sinfónica del Noroeste y en su informe de gobierno aludió a la tarea emprendida por José de Jesús.”

Cuando un amigo se va

galopando su destino

empieza el alma a vibrar,

porque se llena de frío.

“Lejos estábamos de lo que sucedería en mayo del año siguiente (el asalto militar al campus). Al mismo tiempo nace en su mente la idea de fundar la Escuela Secundaria Nocturna de la FEUS para trabajadores y adultos, que cristalizó en septiembre de ese año, al inaugurarse los primeros cursos, bajo la dirección de Luis Guillermo Torres Díaz. Sus compañeros de aula participamos en esa aventura cultural en la Primaria “Alberto Gutiérrez”. Esta gran idea, secundada con nuestro esfuerzo, se constituyó en un semillero de profesionistas que hoy ocupan puestos importantes en la iniciativa privada y en el gobierno.”

Cuando un amigo se va

queda un terreno baldío

que quiere el tiempo llenar

con las piedras del hastío.

“Cada uno de nosotros tiene algo o mucho que recordar de nuestro amigo. No vivió en vano, fue el reflejo de su educación hogareña rígida y un tanto perfeccionista, de pocos amigos a quienes consideraba como tales, a pesar de las circunstancias. Todavía recuerdo su saludo estruendoso, que me hacía palidecer ante los demás: ¡Miguel Sesma, que se habla de tú con Kelsen y con García Máynez…!”

Cuando un amigo se va

se queda un árbol caído

que ya no vuelve a brotar

porque el viento lo ha vencido.

“Espero que él, donde esté, disfrute de esta evocación, a la que él mismo ha convocado. Amén.

Respetuosamente: Lic. Miguel Sesma Fontes.”

Cuando un amigo se va

queda un espacio vacío

que no lo puede llenar

la llegada de otro amigo.

IV.- Para finalizar, invito a que cuenten, en sus bibliotecas familiares, con un libro con raíces morales tan hondas como éste. En época indeseable y enclaustrante por la sorprendente pandemia, es una refrescante buena noticia, como la bendita lluvia en nuestra proverbial sequía de valores.

Disfruten con nosotros el placer de compartir cómo se funden felizmente, en un texto literario, la dedicatoria del autor al amigo ausente, mi evocación de su memoria y la lectura de una pluma honesta, fina, analítica y crítica, como la de Juan Antonio Ruibal Corella.

Muchas gracias.

(Palabras expresadas, in extenso, en la presentación virtual del libro Panorama, el 15 de julio del 2021.)