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2019, «Año del combate a la corrupción» en Sonora

Iniciativa, ante Congreso del Estado, de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (Cricp)

Por Héctor Rodríguez Espinoza

I.- LA CAÍDA

Como un baldazo de agua fría nos cayó la noticia de la prensa mundial: “Cae México tres posiciones en el Índice de Percepción de la Corrupción IPC 2018, de International Transparency IT, organismo no gubernamental fundado en la Universidad de Passau, Alemania.

Desde 2014, cuando se hallaba en el sitio 90, México ha venido registrando una caída sostenida en el IPC, hasta situarse en el 138.

Del lugar 135 (medición 2017) al 138, de los 180 países que se dejan encuestar. Obtuvo 2.8 puntos en la escala de cero (el peor) a 10 (el mejor).

Seguimos en los últimos lugares entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Y, como partes del aún vigente TLC, frente a Canadá (8.1) que también bajó un punto y Estados Unidos (7.1) que bajó tres puntos -además de ser su back yard, su “onapafero” patio trasero-, para documentar el odio de Donald Trump, somos el “patito feo” del clásico cuento del escritor y poeta danés, Hans Christian Andersen.

II.- CULTURA DE LA LEGALIDAD

Hemos repetido, hasta la saciedad, que el Estado de Derecho se basa en una cultura, la cultura de la legalidad y de la justicia.

¿Qué es? La semana pasada expuse sus ocho características y su cotejo con nuestra realidad y déficit nacional. Es —insisto— la aceptación jurídica y moral laica de un marco jurídico constitucional y legal —previamente promulgado— por los ciudadanos y habitantes de un Estado. Actúa sobre la política nacional del Estado de derecho, tiene que ver con la actuación del gobierno.

La cultura de la legalidad y de la justicia es un mecanismo de autorregulación individual y regulación social que exige, de todos y cada uno, una armonía entre el respeto a la ley, las convicciones morales y las tradiciones culturales.

Es crear la costumbre de manejarse cotidianamente con legalidad, sin que una tercera persona tenga que forzarnos. Es estar consciente de que, si uno actúa de esa forma, se colabora a mejorar la sociedad de la que siempre nos quejamos, pero que deterioramos.

III. POBRES Y…

No existe caso alguno de los viejos grandes problemas económicos, sociales y culturales del país que no tenga de trasfondo una causa-efecto de la corrupción y de su impunidad.

En “Pobres, desiguales y corruptos”, La Jornada, 31 enero de 2019, el Mtro. Néstor Martínez Cristo escribe que algo hemos estado haciendo muy mal los mexicanos. El mundo entero nos percibe con estos adjetivos.

Lo demuestran diferentes indicadores internacionales sobre temas tan sensibles como la pobreza, la desigualdad y la corrupción, los resultados son cada vez más trágicos y desesperanzadores. Algunos datos:

IV.- CEPAL

Uno de cada tres mexicanos vive en la pobreza y uno de cada 10 lo hace en la pobreza extrema, señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su informe Panorama Social de América Latina 2018, publicado hace un par de semanas.

Tanto el estudio de TI como Cepal están conformados por datos recabados recientemente que nos confrontan con nosotros mismos, con nuestra muy peculiar manera de ser y de actuar, y con un sistema podrido que nos atrapa y nos exhibe de una manera lastimosa, crítica y vergonzosa.

Para nuestro país, el informe regional de la Cepal indica que dadas las condiciones actuales, en el mejor de los casos tardaríamos 16 años más para alcanzar la meta de reducción de la pobreza, hasta 2035, cuando en países como Chile, la meta ya se alcanzó y otros como Costa Rica y Perú estarían próximos a lograrlo.

Dos factores que confirman nuestros resultados poco alentadores son el número de personas con vivienda propia y la cantidad de mexicanos que tienen activos financieros, elementos que la Cepal utiliza para medir los índices de pobreza en una nación.

En el caso de la vivienda, el estudio señala que 46 por ciento de la población carece de casa propia en México, mientras en lo que respecta a los activos financieros, tenemos un bajísimo nivel que se limita a operaciones de nómina o pensión; el saldo al final de la quincena o mes tiende a cero en la mayoría de los casos.

El informe de la Cepal señala también que la desigualdad de ingresos se ha reducido apreciablemente en la región desde principios de la década de 2000 —lo que en mucho se debe al avance de Brasil, en la época de Lula da Silva—, pero México, Chile y Uruguay evidencian la mayor concentración de la riqueza, lo cual genera un grado de polarización insostenible de los ingresos.

Con relación al IPC de TI, los resultados sobre corrupción no son más alentadores para México.

Ello —apuntan— por debajo de Grecia y Hungría, que en años recientes enfrentaron problemas severos de gobernabilidad y viabilidad económica.

En América Latina, México presenta resultados poco halagüeños: Chile, por ejemplo, lo aventaja por 111 lugares y Argentina, otro estado federado, por 53.

México se ubica al final de la tabla de la región, apenas por encima de Guatemala y Nicaragua, que enfrentan severas crisis de gobernabilidad democrática.

V.- POR EJEMPLO

La no conclusión de los expedientes de competencia jurisdiccional federal de la Guardería ABC, la mayor tragedia infantil del país en toda su historia, en su inminente 10° aniversario el próximo 5 de junio, se debe a la corrupción. 

La impune no remediación del Río Sonora, la mayor catástrofe ambiental del país en toda su historia, se debe a la corrupción.

El desfalco de los fondos públicos y sociales destinados a la reconstrucción de las entidades víctimas del más reciente terremoto, se debe a la corrupción. 

Las revelaciones de los testigos, ofrecidos por el fiscal, en el vergonzoso juicio del siglo a “El Chapo” Guzmán, en Nueva York y a nuestro sistema de justicia, se debe a la corrupción. 

El paso de toneladas de opiáceos, por nuestro país, al coloso y goloso del norte (que nunca, por cierto, captura a quienes la reciben y distribuyen), se debe a la corrupción. 

El robo público de cuello blanco y el privado delictivo, de la mitad de la gasolina, sagrada riqueza nacional, se debe a la corrupción. 

La reciente tragedia en Tlahuelilpan, Puebla, se debe a la corrupción. 

El bloqueo de la voraz sección 18 de la CNTE, por presunto impago de sus sueldos, a las vías del ferrocarril en Michoacán, se debe a la corrupción. 

La ambición desmedida de un sector de la clase política, 106 agrupaciones políticas, para formar nuevos partidos y seguir sangrando las exiguas finanzas nacionales, se debe a la corrupción. 

La quiebra técnica que desde hace recientes sexenios, padece nuestro otrora ejemplar Isssteson, con desabasto de medicamentos y tardanza en las jubilaciones, se debe a la corrupción. 

La interminable carretera de Estación Don a Nogales, se debe a la corrupción. 

El bloqueo del tramo de Vícam por un grupo de mujeres yaquis, se debe a la corrupción. 

Y así podríamos seguir, hasta enfadarnos.

VI.- ENCRICIJADA

El camino de su combate y prevención, recién iniciado, será largo.

El barrido desde el peldaño más alto de las escaleras burocráticas, en la anunciada austeridad republicana y la 4T —cuyo emblema es terminar con la corrupción y con su impunidad— deberá ser visible más pronto, antes de que sea demasiado tarde.

Bienvenida sea la Iniciativa, ante Congreso del Estado, de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (Cricp), para nombrar: 2019, «AÑO DEL COMBATE A LA CORRUPCIÓN» EN SONORA.

Deberá valer la pena, estaremos muy pendientes y coadyuvaremos desde la academia.