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90 años del PRI: ¿qué sigue?

Con el tiempo los años en el poder empezaron a pesarle, así como el desgaste experimentado por sus gobiernos a todos los niveles y la demasiada sujeción al poder

Por Bulmaro Pacheco

Este 4 de marzo el PRI cumple 90 años de haber sido creado. Algunos analistas parece que se cansaron —como años antes— de hacer apuestas sobre si va a sobrevivir o no, si va a desaparecer o no.

Ahora se analiza su viabilidad futura de cara a los próximos procesos electorales y los descalabros políticos recientes que lo han pasado de partido hegemónico —que lo fue cuando menos hasta el año 2000— a ser la tercera fuerza política nacional tomando en consideración el número de representantes populares con que cuenta y la cantidad de población que gobierna. Van algunas notas deshilvanadas con algunas opiniones vertidas en otros tiempos sobre el PRI, su presente y su futuro —actualizadas ahora—, con motivo de los 90 años.

¿Se desgastó el PRI de tanto ser gobierno?

Sí. Con el tiempo los años en el poder empezaron a pesarle, así como el desgaste experimentado por sus gobiernos a todos los niveles y la demasiada sujeción al poder, tocándole por eso mismo al PRI pagar los platos rotos y las culpas por los malos gobiernos y los problemas de corrupción derivados en ocasiones, de los mismos.

 ¿Y sus fracturas internas?

Empezaron desde 1940, cuando como PRM, uno de los militares con carrera política activa Juan Andrew Almazán se rebeló y creó su propia organización política (el PRUN), para disputarle la presidencia al candidato del PRM Manuel Ávila Camacho. Almazán alcanzaría 152 mil votos y dispersaría al sector militar del partido. En 1946 Ezequiel Padilla lograría 445 mil con el PDM. La tercera fractura ocurrió cuando Miguel Henríquez Guzmán (también militar) con su propio partido le disputa la presidencia a Adolfo Ruiz Cortines en 1952, provocando de nuevo la división entre una fracción revolucionaria y los recién llegados con Alemán al poder. Henríquez alcanzaría el 16% de votos y provocaría la irrupción en la escena de un partido fundado en 1939, que ya empezaba a aparecer en el escenario nacional: el PAN. El PRI promovería en 1963 la primera reforma para ampliar la participación política a través de los llamados diputados de partido, que llevó a la Cámara a los principales cuadros opositores.

¿Y las tensiones políticas de 1968?

Demostrarían que el sistema político como tal se estaba agotando, que le urgían reformas y que había segmentos de la sociedad producto de las políticas económicas y sociales aplicadas de 1934 en adelante, que acumulaban tensiones políticas no resueltas y exigían espacios de participación política así como una mejor representación.

La crisis golpeó al gobierno que no supo cómo reaccionar y resolver de fondo los problemas. Acudió a la facilona explicación de la “conspiración exterior” y metió a los partidos en serios conflictos, principalmente al PRI. La crisis amainó hasta la consumación de la reforma política de 1978, que amplió la participación política, creó la representación proporcional y dio  registro a nuevos partidos políticos.

¿Y la fractura de 1988?

Hizo crisis el método para seleccionar al candidato presidencial utilizado desde 1934. Se le cuestionó ampliamente la facultad al presidente de la República en turno para decidir a su sucesor. La Asamblea Nacional del PRI celebrada en 1987, no pudo contener la crisis y la disidencia interna y eso aceleró la salida del PRI de varios militantes históricos, entre ellos el ex gobernador Cuauhtémoc Cárdenas. Este fue postulado primero por el PARM y después por el PPS, PFCRN y PMS a través del llamado Frente Democrático Nacional, y que en la elección de ese año le abriera al PRI un boquete de más de 6 millones de votos, dejando serias dudas sobre la legitimidad de la elección presidencial.

Después de esa elección, el PRI daría lugar a la formación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y en 1989 perdería la primera gubernatura de un estado: Baja California.

¿Y la crisis de 1994?

Sería una de las peores en la historia del PRI. En ese año fatídico para México se conjuntaron el levantamiento indígena del EZLN en Chiapas (enero), el asesinato del candidato presidencial del PRI Luis Donaldo Colosio (marzo), el asesinato del futuro coordinador de los diputados del PRI y secretario general del CEN José Francisco Ruiz Massieu (septiembre), y la peor crisis económica de la década con el famoso “error de diciembre”, que marcaría de inicio al gobierno del presidente Zedillo y sentaría las bases de la primera derrota del PRI en una elección presidencial.

¿Seguirían otras crisis?

De otras dimensiones y en otros órdenes, pero igualmente importantes. Entre 1989 y el 2000 el PRI pierde tanto la mayoría en la Cámara de Diputados como el gobierno de la Ciudad de México y también los Estados de Baja California, Guanajuato, Chihuahua, Jalisco, Nuevo León, Querétaro, Tlaxcala, Zacatecas, Nayarit, Baja California Sur, Chiapas y Morelos. En todos se recuperó, menos en BC, BCS, Guanajuato y Morelos.

¿Y la creación de otros partidos políticos derivados del PRI?

Desde el gobierno se alentaría la formación del Partido del Trabajo como una alternativa distinta de la izquierda. Impulsarían después el crecimiento del Partido Verde Ecologista de México. El ex gobernador de Veracruz Dante Delgado diseñaría la formación de su partido Convergencia (posteriormente Movimiento Ciudadano). El ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México Manuel Camacho Solís daría lugar a la formación de su propio partido, el llamado de Centro Democrático, y luego la ex lideresa magisterial Elba Esther Gordillo, después de sus desencuentros con la dirigencia nacional del PRI, alentaría la formación del Partido Nueva Alianza (PANAL), que jugaría cíclicamente a las alianzas de conveniencia indistintamente con el PRI y con el PAN, hasta llegar a la pérdida de su registro en la elección del 2018.

¿Mucho transfuguismo en el PRI?

No menos que en otros partidos. Entre otras cosas la cerrazón de las dirigencias nacionales y la falta de movilidad en los cuadros intermedios donde muchos se perpetuaron (chapulineo) en los cargos de representación, llevaron a la desesperación a muchos que al ver nuevas opciones de participación abiertas, optaron por abandonar al PRI y provocarle fracturas duraderas.

¿Los votantes perdonaron al PRI 12 años después?

Quizá haya sido eso. También fue el fracaso del modelo de gobierno que impulsara el PAN durante dos sexenios, donde no logró cumplir con la expectativa de cambio que había generado. Todo eso sumado a las recurrentes fracturas de las izquierdas, mas las expectativas que generó la candidatura del gobernador Peña Nieto.

¿Y por qué volvió a perder la presidencia el PRI seis años después?

La generación que arribó al gobierno con el presidente Peña Nieto no mostró voluntad alguna  para impulsar la cuarta etapa (PNR-PRM-PRI) del partido. No lo abrió y se atuvo a las decisiones, los actores y los procedimientos tradicionales que terminaron por desgastar su fuerza.

Tampoco tuvo la fortaleza suficiente el PRI como partido para reponerse de los constantes señalamientos de corrupción de algunos de sus miembros; La casa blanca, —Ayotzinapa que fue culpa del PRD pero el gobierno lo hizo suyo—, y los escandalosos: ex gobernadores de Veracruz, Tabasco, Chihuahua, Nayarit, Puebla, Tamaulipas y Quintana Roo, que le dejaron una estela de desprestigio nacional y daños irreparables que el elector le cobraría en 2018.

Tampoco tuvo la imaginación para procesar la crisis generada por los aumentos de precios a los combustibles, léase el “gasolinazo” de enero del 2017, con mucho impacto entre la población.

Y a 90 años de su creación, ¿cómo se encuentra el PRI?

Procesando su crisis. Tratando de entender su momento actual. Revisando números y presencia política en estados y regiones. Reagrupando a sus militantes y en espera del cambio de dirigencia que mediante un profundo sentido de autocrítica y debate abierto a sus miembros, convoque a una Asamblea Nacional que replantee el verdadero cambio que el PRI requiere para promover los cambios profundos que le urgen, y fortalecer así, su viabilidad en el corto plazo.

¿No muere el PRI?

Al PRI le han sobrado actas de defunción, sobre todo de 1988 a la fecha. Sus críticos lo dieron por muerto ya en 1994, lo volvieron a matar en el 2000 que perdió la presidencia, y se negaron exhumarlo cuando Roberto Madrazo lo llevó al tercer lugar en las elecciones del 2006. En 2012 recuperó la presidencia y en 2018 la volvió a perder…

Me quedo con la expresión de uno de sus ex dirigentes nacionales (Porfirio Muñoz Ledo), que a pregunta expresa de si por qué el PRI se negaba a morir y se recuperaba siempre de sus derrotas, afirmara: Por una razón fundamental, dijo: “Nadie podrá negar que hasta ahora, el PRI ha sido el único partido que ha construido un tramo de la historia de México”. El principal dirigente de Morena lo sabe y mucha gente así lo concibe. Por eso lo quieren igualar. Tuvo razón Porfirio…

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