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Cráteres en el horizonte

Después de casi tres horas de recorrer un camino pedregoso, guiado por cordilleras y un sol que jamás se oculta, respirar calor seco y estar acompañados únicamente por los zumbidos de los insectos, salta a la vista un mundo fantástico, imposible de ocultar a pesar de los paisajes predominantemente monocromáticos que intentan camuflajear su evidente esplendor.

Aunque se podría pensar que es una de las zonas más áridas e inhóspitas del mundo, la Reserva de la Biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, ubicada en Sonora, dista de serlo, pues destaca por sus inusitadas formaciones geológicas, conformadas por varios hábitats que presentan una enorme diversidad biológica.

En una superficie de 714 mil 556 hectáreas, que colinda con Estados Unidos y el Mar de Cortés, se despliega el campo de dunas más grande de Norteamérica, un exuberante escudo volcánico con escarpadas crestas montañosas y gigantescos cráteres de tipo Maar, entre ellos el Elegante y el Cerro Colorado.

«Hay investigadores que aseveran que aquí hubo presencia humana desde hace 40 mil años, que fue cuando se formaron los principales cráteres Maar. Seguramente ellos fueron testigos del surgimiento de estos volcanes y de estos cráteres», dice Federico Godínez, director de la Reserva.

El territorio, que abarca los municipios de Puerto Peñasco, Plutarco Elías Calles y San Río Colorado, tiene un gran valor histórico y cultural, ya que conserva los restos arqueológicos de los indígenas tohono o’odham o pápagos, habitantes milenarios de la región, quienes, según Alicia Chouhua, gobernadora tradicional de la etnia, creen que su dios habita en la cueva más alta de El Pinacate, llamado por ellos Cerro Prieto.

«Es una cueva grandísima, oscura, pero ya cuando entras se va haciendo la vista al alba de la oscuridad», cuenta Chouhua.

Dentro de la tribu están los también denominados gente del río o del monte, indica Godínez, un subgrupo conocido como hia-ced o’odham que habitaron el desierto hasta hace por lo menos 200 años.

«Hay evidencias que nos hablan de cómo vivían aquí y se adaptaban al medio, igual que las diferentes especies que tenemos de flora y fauna».

Cerca del 18 por ciento de la vegetación registrada en el Estado está concentrada en este territorio, siendo la gobernadora, los sahuaros, las choyas y los ocotillos las especies predominantes de entre las 553 que existen en la reserva.

El berrendo, el borrego cimarrón, el tejón, la zorra del desierto y el murciélago de nariz larga habitan la zona bajo la categoría de protección, mientras que al pulpo del desierto se le considera endémico y en peligro de extinción, y al charal de aleta larga como especie amenazada.

También residen aves como el águila dorada, el tecolotito y el halcón cola roja, al igual que reptiles y anfibios como el camaleón de cola plana, la tortuga del desierto, el escorpión y el monstruo de Gila.

«Más investigación y más monitoreo de especies, eso es lo que aspiramos. Prepararnos para el futuro, para cambios climáticos y para preservar las especies, empezando por el berrendo, que está en peligro de extinción. Ahorita es nuestra prioridad», comenta Godínez.

Declarada Reserva de la Biósfera en 1993 y, en el pasado mes de junio, Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), este paraíso de volcanes dormidos, crestas rocosas, flujos de lava y dunas de arena se vislumbra desde el avión, evidenciando las distintas tonalidades de sus campos de fuego compuestos por conos de ceniza, sierras y médanos de arena.

Hogar ancestral

La reserva acoge especies de:
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El Pinacate

¿CÓMO LLEGAR?

  • Desde Hermosillo, Sonora, o desde Mexicali, Baja California, toma la carretera México 2 hasta encontrar un punto de entrada en el kilómetro 51 en su tramo Sonoyta – San Luis Río Colorado.
  • Si llegas de Sonoyta, toma la carretera México 8 (Sonoyta – Puerto Peñasco) hasta el kilómetro 52, donde se localiza la entrada oficial a la reserva, la Estación Biológica y el Centro de Visitantes.

¿QUÉ HACER?

  • Aprovecha la visita a Puerto Peñasco para acudir al acuario del Centro de Estudios Tecnológicos del Mar y conocer sobre la biodiversidad marina de la región.
  • Realiza caminatas por algunos de los senderos ya trazados.
  • Lleva a cabo un recorrido guiado por la organización ambientalista Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos.

TOMA EN CUENTA

  • Los meses más recomendables para visitar la reserva son entre noviembre y abril, pues las temperaturas se mantienen entre los cero grados de noche y los 30 durante el día.

¿DÓNDE DORMIR?

Playa Bonita Resort

  • Disfruta del alojamiento a un costado de la playa en este hotel a 30 minutos de la reserva.
  • Playa Bonita 100, Puerto Peñasco Centro, 83550 Puerto Peñasco, Sonora.
  • Tel: 01 638 383 2586

MÁS INFORMACIÓN

  • elpinacate.conanp.gob.mx

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