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De los recuerdos felices

“La felicidad se cultiva día a día”

Por Clara Luz Montoya

Nuestra mente es el espejo de la cultura en la que crecimos, soy la culpa, los miedos, los cargos de conciencia que nos achacaron; el coco, el qué dirán, el hombre del costal, te va a castigar Dios… tal parece que nuestra mente se programa así misma para no ser feliz y cada vez que la vida nos da una oportunidad se encarga de destruir esa opción. No lo hacemos a propósito. Todo acto responde a pensamientos condicionados y acciones inconscientes como cargar con la culpa de que Cristo murió por mi causa o que mi madre no se volvió a casar para que yo no cohabitara con un padrastro que me viera con malos ojos, que me criaron con muchos sacrificios, y por eso, ser feliz no debe ser una cosa fácil; que, si soy feliz, después tendré que pagarlo con el sufrimiento… yo misma, como madre les compraba patines y bicicletas a mis hijas y luego les pedía que no las usaran por temor a que les pasara algo. No sabía en ese tiempo que un raspón, una caída de un árbol o de una bici las hacía más fuertes, más libres.

Como activista, madre, maestra, profesionista, alumna, ciudadana y muchos más roles que desempeñamos las mujeres al mismo tiempo y que disfrutamos, me he enfocado en buscar, ofrecer, propiciar, crear, opciones de sano esparcimiento, de convivencia con la comunidad donde podamos conocernos a nosotros mismos y a los otros, a crecer juntos; padres, madres e hijos; mujeres con mujeres, mujeres y hombres. Actividades que dejen salir nuestra creatividad e imaginación catártica, que liberen nuestro demonio contenido. En la última década, como trabajadora adscrita al Instituto Sonorense de Cultura, y con el apoyo de compañeros del Colectivo Internacional Cautivos por las letras y las Artes, me he centrado en organizar actividades de lectoescritura y apreciación de las artes para mujeres, hombres, jóvenes y niños en cárceles, asilos, orfanatos, localidades marginadas, parques. Actividades enfocadas en la inclusión, los valores, en el disfrute del encanto de la vida cotidiana, actividades que nos ayuden a recordar los momentos felices, que contribuyan a forjar hábitos, hábitos que forjan el carácter, carácteres que forja nuestro destino.

“Siempre encontraremos personas que se solidaricen con nosotros, los pares se juntan y contagian. Nos podemos sorprender cómo a nuestro alrededor, en otros estados y otros países, hay personas igualmente preocupadas y ocupadas por un mundo mejor, que sólo basta una llamada, un email para que se solidaricen con nuestra causa, como si lo hubieran estado esperando”

Bajo Plúmbagos sahuaros: recorridos de poesía, música y artes plásticas, con el apoyo de gobiernos municipales y estatales como Sonora y Guerrero, embajadas, consulados y WAAC-UNESCO, mujeres y hombres, poetas y fotógrafos sonorenses y de otros estados (en su mayoría mujeres) hemos recorrido cada año nuestro Sonora, otros estados y varios países de Europa, Asia o América, con presentaciones de antologías y libros individuales, traducidos al inglés y al chino (hasta ahorita), álbum de poesía y trova y exposiciones de fotografía donde los extranjeros conocen parte del talento mexicano, nuestro ecosistema y raíces.

Clara Luz Montoya Lagarda, poeta, escritora, promotora cultural, editora, maestra de Literatura.

Hemos aprendido que la imaginación, la creatividad, la suma de voluntades y los amigos, valen más que el dinero. Que las barreras que separan a los humanos de ser felices, sólo están en nuestra mente. Que para ser felices hay que sumar muchos sí.

Una dinámica que compartimos es traer al presente nuestras anécdotas divertidas y recuerdos felices, esos de cuando teníamos 1 a 6 años, viajes en el auto de papá o tardes donde nuestro brazo se convertía en avión imaginario. Esos recuerdos son los más genuinos, nos ayudan a ser más receptivos a la felicidad. Si aún no has encontrado esa ocupación que te haga sentir pleno es válido recordar a qué jugábamos de niños y encontraremos muchas respuestas. Charlar en familia y entre amigos sobre nuestros recuerdos felices amplía nuestros horizontes de la felicidad. Desplazamos el miedo disfrazado de negatividad, nuestra mente descubre poco a poco sus fantasmas: ladrones de la felicidad que nos inculcaron de manera indirecta desde niños, que para ser felices hay que sufrir.

Me hace feliz observar en universidades, en oficinas y en eventos artístico culturales, que el número de mujeres es mayor, tanto como protagonistas, como espectadoras. Que la balanza de equidad se equilibre, pian, pianito. Que la mujer se prepara constantemente y explora un amplio abanico de oportunidades hasta encontrar las que contribuyan a sentirse plena. En nuestro programa Escuela de Escritores del ISC, aunque tenemos como alumnos a muchos hombres jóvenes y maduros, la mayoría son mujeres de todas las edades. Toman talleres presenciales y virtuales de minificción, cómic, novela, cuento, poesía, letras de cine, ensayo literario y la edad no es un impedimento porque tenemos alumnos desde 8 (en cómic), hasta 91 años (poesía).

Como mujer, madre, profesionista, escritora, amiga, ciudadana he entendido que la felicidad no es algo que se pueda alcanzar, no es una meta, es un estado, una determinación.

*Clara Luz Montoya Lagarda, poeta, escritora, promotora cultural, editora, maestra de Literatura. Responsable del Área de Fomento a la Lectura y Escritura del Instituto Sonorense de Cultura. Presidenta del Colectivo Internacional Cautivos por las Letras y Las Artes.