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El multiculturalismo, experimento fallido

Toda comunidad tiene derecho a defender su modo de vida y sus principios frente a la agresión de quienes se niegan a integrarse y quieren imponer una cultura totalitaria basada en el fanatismo religioso

Por Dr. Jorge Ballesteros

El multiculturalismo es la ideología igualitarista que promueve la coexistencia o convivencia de diferentes grupos (étnicos, culturales, raciales o religiosos) en un mismo conjunto social, un país, un Estado.

También puede definirse como la ideología y práctica política que pretende articular la presencia en un mismo espacio estatal de diversas etnias (etnia = raza con cultura propia), denominadas por esta ideología “culturas”, y con reconocimiento explícito de la realidad del hecho “cultural” (étnico) en aquel estado, especialmente del hecho “cultural” de las etnias no blancas. Por ello, la palabra «multiculturalismo» puede definirse y conceptuarse como un eufemismo para multirracialismo.

El multiculturalismo tiene como propósito unificar a todas las culturas, razas y religiones, bajo las consignas utópicas de que todas son iguales y que son capaces de vivir en armonía dentro de un Estado. Esta doctrina es parte esencial del proceso de globalización cuya consecuencia es un gobierno internacional unificado o gobierno mundial.

Europa está cosechando los frutos amargos de esta imposición del   multiculturalismo, como el atentado terrorista que ocurrió el 22 de mayo en Inglaterra que conmocionó al mundo entero. A la salida de un concierto de Ariana Grande (actriz, empresaria y cantante estadounidense) en el Manchester Arena una explosión dejó un saldo de 22 muertos y 59 personas heridas.

La mayoría de las víctimas fueron menores de edad. El autor del atentado fue Salman Abedi de 22 años, quien nació y creció en Manchester. El autodenominado Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglés) asumió la autoría del atentado, según un comunicado publicado por uno de sus medios de propaganda. Después de este hecho, de nuevo, se ha puesto sobre la mesa el tema de fronteras abiertas, control de inmigrantes y cómo controlar el terrorismo islámico.

En el Reino Unido, desde 1948, se aprobó la Ley de Nacionalidad Británica que abrió las puertas del Reino Unido a niveles de inmigración sin precedentes, nadie podría haber adivinado que casi setenta años después el fundamentalismo islámico se habría extendido en el Reino Unido y que musulmanes nacidos en las Islas se convertirían en terroristas locales que odian la nación en la que han nacido.

La política oficial parece un paradigma de lo políticamente correcto. Los líderes religiosos musulmanes han recibido el tratamiento de embajadores de sus comunidades, la educación en la fe islámica se ha financiado desde arriba y la promoción de la identidad religiosa se ha convertido en política de Estado.

Lo que estamos viviendo en Europa en los últimos tiempos es una consecuencia lógica del llamado “multiculturalismo”, que no es sino la plasmación del complejo de nuestra civilización ante culturas claramente inferiores que niegan el respeto a la dignidad profunda del ser humano, que degradan a la mujer hasta límites intolerables y discriminan al infiel de forma notoria, pero cuya fuerza viene de la propia cohesión de sus componentes quienes fomentan el arraigo de sus valores y creencias.

La Unión Europea, quiere imponer a sus países miembros el multiculturalismo y la idea de que hay que acoger a todas las culturas y valores.

Sin embargo ciertos países como Hungría y Polonia, están luchando para resistir la situación sin sentido a la que la Unión Europea está intentando forzarles. Por actuar así, por atreverse a cuestionar la sabiduría de esta forma de multiculturalismo, los pueblos húngaro y polaco están siendo acusados de racismo y xenofobia.

Esto es grosera y grotescamente injusto, porque su oposición no se basa en el odio a los de una raza diferente o el miedo al extranjero, sino en el deseo de preservar su propia cultura del relativismo radical de la Unión Europea y de la islamización radical que ha invadido otros países europeos, como el Reino Unido, Francia y Alemania.

Toda comunidad tiene derecho a defender su modo de vida y sus principios frente a la agresión de quienes se niegan a integrarse y quieren imponer una cultura totalitaria basada en el fanatismo religioso.

Un estado verdaderamente multicultural tendría también que elaborar distintas leyes “comunitarias” dedicadas exclusivamente a la cultura a la cual se refiera. Y que esas diferencias legales no rijan para todo el conjunto social del estado soberano sino que sólo afecten a los identificados con tal o cual tendencia cultural.

En pocas palabras: ¿varios estados en un estado…?

En la mayoría de las sociedades tradicionales, siempre existe una cultura mayoritaria y varias minoritarias. La aceptación del multiculturalismo implica que diferentes concepciones jurídicas, nacidas de heterogéneos conceptos culturales, pudieran implementarse en detrimento de las normas generales establecidas por una mayoría social bien arraigada e identificada con su cercano entorno, desconociendo así (para beneplácito de esas minorías) la cultura primordial o mayoritariamente establecida.

Pero para exigir la aceptación de unos valores, primero hay que creer en ellos y no se ve muy claro que los líderes europeos estén dispuestos a reconocer y reivindicar los valores de nuestra civilización cristiana y occidental.

Lo sano sería dejar a un lado el enorme error del multiculturalismo y las políticas de integración que han sido un fracaso.

 

Asociación Filosófica de Sonora ASFIL